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Pensamiento político de Juan Calvino


Enviado por   •  17 de Febrero de 2024  •  Documentos de Investigación  •  1.649 Palabras (7 Páginas)  •  31 Visitas

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Desde esta perspectiva, la Iglesia deja de ser una organización jerárquica y se convierte en una auténtica comunidad de corazones unidos por una sola fe. Lutero argumenta que todos los cristianos pertenecen al mismo orden y que no hay diferencia esencial entre ellos, excepto en la función que desempeñan en la comunidad. Esta visión desafía la idea medieval de una cristiandad dividida en dos órdenes, laicos y eclesiásticos, con roles y estatus diferentes.

Lutero cuestiona también la atribución exclusiva al papado de la competencia para interpretar las Escrituras, argumentando que todos los cristianos tienen el poder para juzgar lo que es justo o injusto en la fe. Rechaza la noción de que el Papa sea el único con autoridad para convocar concilios y defiende la posibilidad de que los miembros de la comunidad cristiana corrijan al Papa si actúa en contra de las Escrituras.


La doctrina de los dos reinos y las dos gobernaciones de Lutero ofrece una perspectiva interesante sobre la autoridad y el gobierno en el contexto de la teología luterana. Según esta doctrina, los seres humanos están divididos en dos reinos: el reino de Dios y el reino del mundo. Los cristianos pertenecen al reino de Dios, mientras que los no cristianos pertenecen al reino del mundo. Además, Lutero distingue entre la gobernación espiritual, que se lleva a cabo mediante la palabra de Dios y es propia de los cristianos, y la gobernación secular, que se ejerce a través de la ley y la coacción y es necesaria para mantener el orden en el mundo.

Lutero reconoce la autoridad secular como instituida por Dios y argumenta que los cristianos deben obedecerla. Sin embargo, también destaca que esta autoridad tiene límites y no puede entrometerse en los asuntos de la fe. La autoridad secular tiene jurisdicción sobre las cuestiones externas, como los impuestos y el orden público, pero no puede imponer creencias religiosas ni gobernar sobre las almas de las personas.

Esta distinción entre los dos tipos de autoridad lleva a Lutero a rechazar la resistencia a la autoridad secular, incluso en casos de desacuerdo o injusticia. Argumenta que la resistencia a la autoridad secular equivale a resistir a Dios, ya que la autoridad secular es instituida por él. Sin embargo, Lutero también critica el abuso de poder por parte de las autoridades seculares, así como la interferencia de la autoridad secular en los asuntos espirituales.

En el contexto de la revuelta campesina, Lutero reafirma su posición sobre la autoridad y la resistencia, recordando a los campesinos que el bautismo libera las almas, no los cuerpos y los bienes, y que la rebelión contra la autoridad es inaceptable.

El posicionamiento de Lutero frente a la resistencia al Emperador y los gobernantes católicos durante el contexto de la Reforma refleja una evolución en su pensamiento y una aplicación coherente de sus principios teológicos. A lo largo de varios encuentros y dictámenes, Lutero mantuvo una postura constante en cuanto a la no resistencia activa, insistiendo en que los cristianos debían estar dispuestos a sufrir por su fe, siguiendo el ejemplo de Cristo.

Sin embargo, ante la creciente presión y los conflictos entre los gobernantes protestantes y el Emperador, Lutero se vio enfrentado a la cuestión de si era lícito resistir al Emperador en caso de que este promoviera una guerra contra los evangélicos. En este contexto, Lutero y otros teólogos concluyeron que si el Derecho constitucional del Imperio reconocía un derecho de resistencia, este también debía ser aceptado desde un punto de vista cristiano. Esta declaración marcó un cambio en la posición de Lutero, quien previamente había insistido en la obediencia pasiva.

La "Advertencia a sus queridos alemanes" de Lutero reiteró esta postura, advirtiendo que ningún evangélico debía participar en una guerra contra los evangélicos, y que hacerlo sería desobedecer a Dios y poner en peligro el alma y el cuerpo. Esta advertencia no representó un cambio radical en su pensamiento, sino una aplicación específica de su doctrina a una situación concreta.

En sus escritos posteriores, Lutero argumentó que el Emperador era un instrumento del Papa y que, por lo tanto, resistir al Papa también implicaba resistir al Emperador. En este sentido, Lutero sostenía que era legítimo resistir al Papa y a sus representantes si promovían la violencia injusta contra los evangélicos.

El pensamiento político de Juan Calvino se fundamenta en una concepción teológica que enfatiza la soberanía divina y su manifestación a través del orden político. Para Calvino, el poder de Dios impregna toda la creación y emana de él todo derecho, incluido el derecho natural que sirve de fundamento a la comunidad política. Esta visión teocéntrica del mundo sitúa al orden político como parte integral del plan divino.

Calvino sostiene que la comunidad política surge de la naturaleza social del hombre, quien por instinto busca vivir en sociedad y establecer un orden civilizado. Este orden político, aunque no tiene la capacidad de transformar las almas, es esencial para proporcionar a los hombres una vida civilizada y promover la paz y la justicia social.

Para Calvino, la autoridad política es una institución divinamente ordenada, cuya existencia y necesidad provienen de la providencia de Dios. La autoridad política, al ejercer su función, actúa como representante de Dios y tiene la responsabilidad de mantener el orden público, preservar la paz y promover el culto divino externo y la pureza de la religión.

Calvino distingue claramente entre los gobiernos espiritual y civil, pero no los concibe como opuestos, sino como complementarios. Mientras que el gobierno civil se ocupa de asuntos terrenales y promueve la convivencia social, el gobierno espiritual se encarga de la fe y la salvación del alma. Sin embargo, el gobierno civil también tiene un papel importante en la promoción y protección de la religión, así como en la preservación de la integridad de la Iglesia.

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