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Política y Responsabilidad Ciudadana. Valores de la Democracia


Enviado por   •  19 de Mayo de 2018  •  Informes  •  3.329 Palabras (14 Páginas)  •  159 Visitas

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Centro de Educación Media [pic 1]

Plantel Oriente

Dpto. Ciencias Sociales, Económicas e Historia

Política y Responsabilidad Ciudadana

Rodolfo Rendon Castorena

Proyecto Final

Alumno: Julio César Cisneros Rosales

ID: 211543

Fecha de Entrega: 1/12/2017

Índice

Índice……………………………………………………………………………..Pag. 2

Introducción……………………………………………………………………...Pag. 3

Valores de la Democracia…………………………………………………….Pags. 4-10

Conclusión……………………………………………………………………….Pag. 11

Bibliografías……………………………………………………………………...Pag. 12


Introducción

El objetivo que tengo para este trabajo y espero que se cumpla en alguna medida, es simplemente ordenar los conocimientos que e ganado a lo largo de este semestre.

Empezaremos desde lo más básico que es dar una idea de los contextos que ocupa la palabra política hasta en lo que es la democracia en análisis de sus valores resulta importante ya que esta se usa desde el comienzo de los tiempos, en fin, este es mi trabajo espero que le guste.


Valores de la Democracia.

La operatividad de un sistema al que se asigne el calificativo de democrático depende de que se respeten varios principios básicos en el sentido de proposiciones fundamentales que deben ser acatadas. Estos principios básicos en el sentido de proposiciones fundamentales que deben ser acatadas. Estos principios son: el de mayoría, el de deliberación, el de periodicidad en la renovación del gobierno, el de división de poderes, el de control de los gobernantes por los gobernados, el de supremacía constitucional, el de respeto a los derechos humanos y el de seguridad jurídica.

    Igualdad

     

Si la democracia consiste en que el pueblo ejerza el poder de modo directo o indirecto, cualquiera de sus miembros debe tener la posibilidad de acceder a los puestos de mando o intervenir en los cuerpos colegiados que elaboran las leyes en representación de todos.

Nadie puede reclamar el derecho a gobernar como propio, a la manera de los monarcas absolutos, con la justificación de que su poder provenía de la voluntad de Dios, doctrina que se conoce como la de derecho divino de los reyes. Esa desigualdad es inaceptable en un régimen democrático.

En cuanto a la interpretación de las decisiones colectivas, la igualdad supone que todos más que otro, y de ahí surgen principios democráticos como el de “una persona, un voto”. El valor de la igualdad se asienta en la idea de que ningún individuo debe poseer ventajas sobre otros. Así, el gobierno democrático solo puede brotar de una situación igualitaria de todos los miembros del pueblo y una vez constituido tiene la misión de preservar esa igualdad por medio de la ley: esta debe dar el mismo trato a todos, de ahí la generalidad puede convalidar una situación de privilegio a favor de nadie debido a su nacimiento, raza, religión, género o cualquier otro factor.

L igualdad, en la versión primigenia del liberalismo, buscaba eliminar privilegios de sangre. “Todos los hombres nacen normales” era su divisa en una etapa en que la demanda no alcanzaba aún a las mujeres. Esta igualdad buscaba que en el comienzo de a la vida nadie partiera con adelanto. No se trataba de igualar las condiciones generales de vida ni de emparejar a todos en el resultado de sus esfuerzos, sino que estos se desarrollan sin que la ley otorgara mejores condiciones generales de vida ni de emparejar a todos en el resultado de sus esfuerzos, sino que estos se desarrollaran sin que la ley otorgara mejores condiciones a algunos. Se trataba, pues, de una igualdad de oportunidades asegurada por la ley de manera formal y abstracta, pero de realidad ha demostrado que la idea democrática requiere aplicar algunos correctivos, pues además de la desigualdad que proviene del derecho, hay otra que tiene su fuente en situaciones de hecho. Así, la igualdad derivó hacia una noción de equidad consiste en “tratar igualmente a los iguales y desigualmente a los desigual”, procurando que la ley cree condiciones para colocar en igual circunstancias a quienes son fácticamente desiguales.

Estas ideas dieron origen a normas protectoras de ciertos grupos como los trabajadores o los campesinos en nuestro país. Esas normas, a fines del siglo XX y principios del XXI, han recibido el embate de la corriente neoliberal, que acusa a tales regímenes jurídicos de paternalistas y pugna por su desaparición en nombre de la competitividad.

Sin embargo, incluso en las democracias capitalistas avanzadas se admiten regulaciones protectoras para ciertos grupos mediante la llamada “acciones afirmativas”, que asegura legalmente, por ejemplo, a las mujeres o a las minorías raciales, determinados puestos de empleo que de otro modo no les serían concedidos. Los opositores a estas mediadas igualitarias las critican por considerarlas una forma de “discriminación al revés”.

Legalidad

La democracia supone un doble imperio: el de la voluntad mayoritaria y de la ley. La democracia, para ser tal, debe regularse jurídicamente. La voluntad de la mayoría no puede ser arbitraria y caprichosa, sino sujeta a normas que obligan por igual a gobernantes y gobernados. Esas normas deben respetar los valores básicos del sistema: el acuerdo democrático original acerca de tales valores no puede ser cambiado por la propia voluntad mayoritaria; esta no está facultada para suprimir la igualdad o la libertad.

El orden jurídico es consustancial a la democracia. La manifestación de tal orden es constitucional, generalmente escrita. Podemos afirmar, en consecuencia, que en el mundo actual la democracia es constitucional o no es democrática.

Tolerancia

Este valor no puede identificarse como márgenes para desobedecer la ley o con su aceptación de “sufrir” o llevarla con paciencia. El gobierno democrático no se caracteriza por ser tolerante con desviaciones de la norma ni del pueblo debe pedir ese tipo de tolerancia, como tampoco tiene porque aceptar acciones arbitrarias de parte de las autoridades. La tolerancia como valor democrático es la definida por el diccionario como el respeto a las ideas, creencias o prácticas d ellos demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Este es un valor que se manifiesta en el seno de la colectividad y forma, o debe formar, parte de la cultura política imperante en una sociedad democrática. La tolerancia no se predica del gobierno, sino de los integrantes de la comunidad. Este valor se extiende a la práctica de una convivencia armónica y respetuosa entre miembros de diferentes grupos de la sociedad. Alain Touraine pone este aspecto en primer plano al afirmar que “la razón de ser de la democracia es el reconocimiento del otro” y que “la democracia no es necesaria más que si se trata de hacer vivir juntos a unos individuos y unos grupos a la vez diferentes y semejantes que pertenecen a un mismo conjunto.

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