Procesion De Jesus
AndresPuente24 de Abril de 2014
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Procesión de Jesús Del gran Poder
Los ecuatorianos revivieron las multitudinarias procesiones en numerosas ciudades del país para conmemorar el Viernes Santo, las cuales estuvieron marcadas por rezos, cantos y penitencias de los fieles católicos.
La procesión del Jesús del Gran Poder ocupó a su vez el centro histórico de la capital, por donde hombres, mujeres y niños caminaron por más de dos horas cargando grandes cruces y portando coronas de espinas y cadenas que dificultaban su paso. Unas 300.000 personas asistieron a la representación del Vía Crucis en la parte colonial de Quito, según el Municipio. En la parte sur de la ciudad también se celebró otra populosa romería. En Ecuador, un 80% de los casi 16 millones de habitantes se identifica con la religión católica, de acuerdo con el más reciente censo. Las caravanas religiosas se concentraron en Quito y en el puerto de Guayaquil (suroeste), donde los feligreses veneran las imágenes del Jesús del Gran Poder y del Cristo del Consuelo, respectivamente. Los cucuruchos simbolizan a los penitentes que, vestidos con túnicas moradas y bonetes altos en forma de cono, muestran su arrepentimiento y su voluntad de cambio. Las Verónicas son las mujeres que recuerdan a aquella que se acercó a Jesús mientras iba al Calvario y le limpió el rostro cubierto de sudor y sangre y en cuyo lienzo quedó impregnado el rostro de Jesucristo. En Quito, las Verónicas también visten de morado y llevan el rostro cubierto con un velo negro.
En Viernes Santo amanece muy temprano en el interior del convento franciscano. A las 06:00 se abren las puertas para que los participantes inscritos se alisten. El cucurucho que llega tarde corre el riesgo de quedarse sin el traje y el bonete morados, al igual que los velos de las Verónicas. Los quiteños también madrugan para ubicarse en un buen sitio y ver pasar la procesión. Hay privilegiados moradores del Centro Histórico que desde los balcones no se pierden ni un solo detalle.
Cucuruchos, bandas musicales y Verónicas salen a las 12:00 en silencio de la iglesia de San Francisco. Se abren espacio entre la multitud que espera al Jesús del Gran Poder para acompañarlo en su calvario. Luego de un par de hora de iniciado la procesión se vacía la plaza de San Francisco. Entre los últimos del cortejo están la imagen de la Virgen Dolorosa sobre un anda tallada por el artista quiteño Manuel Chili, "Caspicara", en el siglo XVIII; y la escultura del Jesús del Gran Poder, sobre otra anda de palo de balsa que talló el padre Carlos, célebre artista franciscano, en 1620. Mientras un sacerdote lee la sentencia de muerte de Jesucristo, la gente mira al cielo por si acaso: en viernes Santo -dicen- que siempre llueve. Es esfuerzo es duro, deberán recorren varios kilómetros, un viaje de penitencia. Hay fieles que en signo de arrepentimiento, cargan inmensas cruces de madera y rezan con angustia. Pero no es suficiente, muchos de ellos llevan sus pies descalzos sin importar el pavimento áspero y caliente. Luego de varias horas de procesión los penitentes caminan a pesar de que las cadenas lastimaron sus pies y el peso de las cruces hizo sangrar sus hombros. Piden ayuda entre los espectadores para aliviar la carga. Los cucuruchos pasan agachados, cojeando, la gente se acerca y les da de beber agua fresca. Toman aliento y siguen.
En San Juan se escucha con nitidez el compás de las marchas fúnebres de las bandas tradicionales. Ser parte de la banda es una tradición musical, que va de generación en generación. Es un ensamble que reúne a tres generaciones: los abuelos ejecutando su parte con el peso de los años; los padres orgullosos de haber perpetuado la costumbre; los niños y niñas mostrando ya un dominio de los sencillos compases de los cantos religiosos.
Cuando la Virgen aparece por la cuesta de la Matovelle, la multitud aplaude y los fieles le lanzan flores mientras
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