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QUÉ ES LA ÉTICA?


Enviado por   •  20 de Febrero de 2015  •  Prácticas o problemas  •  2.535 Palabras (11 Páginas)  •  185 Visitas

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ÉTICA

¿QUÉ ES LA ÉTICA?

Es una parte de la filosofía que reflexiona sobre la moral, y por eso recibe también el nombre de filosofía moral. A veces, en la vida cotidiana, usamos las expresiones moral y ética como sinónimos. Sin embargo, Ética y moral se distinguen simplemente en que, mientras la moral forma parte de la vida cotidiana de las sociedades y de los individuos y no la han inventado los filósofos, la ética es un saber filosófico. Mientras la moral tiene apellidos de la vida social, como moral cristiana, moral islámica, la ética los tiene filosóficos como aristotélica, estoica, kantiana, etc.

La etimología de las palabras ética y moral en griego o latín es prácticamente el mismo, y significan carácter, costumbres. Ambas expresiones hacen referencia a un tipo de saber que nos orienta a la obtención de un buen carácter, que nos permite enfrentar la vida con altura humana, que nos permita, en suma, ser justos y felices. La ética y la moral nos permiten forjarnos un buen carácter para ser humanamente íntegros.

Moral, podemos afirmar que la moral es un tipo de saber que pretende orientar la acción humana en un sentido racional. Es decir, pretende ayudarnos a obrar racionalmente, siempre que por razón entendamos esa capacidad de comprensión humana que arranca de una inteligencia sentiente. La razón es capaz de guiar nuestro hacer vital, pero hunde sus raíces en ese humus fecundo de nuestra inteligencia sentiente, del que en último término se nutre.

Sin embargo, la ética se diferencia de los demás saberes racionales por su carácter práctico, que orienta a la acción y no se queda en la contemplación o en la teoría. Pero un actuar en un momento determinado sino que es un saber que nos orienta para actuar racionalmente en el conjunto de nuestra vida.

La vida humana no se refiere únicamente por leyes humanas, tampoco se construye según modelos previamente incorporados a un devenir ciego e irreversible. Por el contrario, las realizaciones humanas dependen en gran medida, de las decisiones libres y responsables de los sujetos humanos implicados en ellas. Es difícil negar racionalmente la existencia de una instancia moral al interior de las realizaciones humanas. El hecho moral se impone como un dato espontáneo de la objetividad.

DEFINICIÓN NEGATIVA DE LA ÉTICA

LO QUE NO ES ETICA

Quizás desorienta esta primera aproximación a la ética, que hace de ésta algo muy cercano al ideal que cada uno tiene de sí mismo. Ello nos impulsa a descubrir algunas formas erróneas de entender la ética. Habrá que eliminar de antemano cuatro falsas ideas sobre lo que es la ética.

LA ÉTICA NO ES ALGO EXCLUSIVAMENTE DEPENDIENTE DE LA RELIGIÓN

A veces se califica a la ética como “cosa de curas”. Tradicionalmente, siempre que queríamos saber si algo era lícito o no, se iba a consultarlo a un cura.

Hoy, sin embargo, se acepta cada vez con mayor naturalidad que la ética es algo inherente a la vida de toda persona. Todos tenemos una determinada concepción de la vida, unas actitudes o un talante general ante la existencia, independiente de que seamos personas de convicciones religiosas. Se puede ser un perfecto ateo y tener ideales éticos muy elevados. Y al revés, ¿cuántas veces se critica a los que se llaman creyentes por sus formas de comportamientos que se consideran inconsecuentes?

Una primera conclusión se impone: toda persona, al margen de sus creencias religiosas, tiene una ética, en la medida en que se comporta de acuerdo con unos valores. El ser humano es, por su propia naturaleza, sujeto ético.

LA ÉTICA NO PUEDE REDUCIRSE A UN CONJUNTO DE NORMAS

Esta concepción tiene cierta relación con la anterior. La ética se entiende como algo que recibimos desde fuera, desde una instancia que tiene autoridad para imponérnosla. La ética se reduce, entonces, a un conjunto de normas, con las que se pretende ofrecer una pauta de conducta para cualquier situación en que se encuentre el ser humano. Cuantas más normas, mejor queda cubierta esa amplia gama de situaciones a las que tenemos que responder. En esta postura no interesa tanto comprender el porqué de la norma cuanto saber qué norma hay que aplicar en cada momento.

Según esta concepción, la ética queda reducida a un puro automatismo normativo. No queda, en cambio, espacio alguno para el ejercicio de la libertad y la responsabilidad. Si el sujeto tiene, en cada caso, predeterminado hacer por cada norma, ¿qué posibilidades tiene de actuar con responsabilidad? Una ética así no hace al ser humano más persona, sino que lo infantiliza. Son muchas las críticas que se hacen en la sociedad actual a esta forma de vivir la ética: todas se pueden resumir diciendo que una moral así entendida empobrece al ser humano, lo mantiene en un estado de permanente infancia e inmadurez. Lo triste es que son muchos los que buscan vivir así porque el cumplir normas que vienen de fuera evita el cargar con el riesgo de una decisión que depende de uno mismo. A personas de poco ánimo el refugiarse en otros y descargar sobre ellos la responsabilidad de su propia conducta les da la seguridad que no encuentran en sí mismos.

Se desprende de aquí una segunda conclusión; el carácter personal de la ética es irrenunciable. Por eso no es admisible entender la ética como un puro conjunto de normas que se nos imponen desde una autoridad exterior a nosotros, sea religiosa o no (puede serlo una persona que nos merece confianza, un ambiente determinado o la sociedad en su conjunto)

LA ÉTICA NO PUEDE REDUCIRSE A UN CONJUNTO DE PROHIBICIONES

La ética serviría para establecer esa frontera que no se puede traspasar, más acá del cual todo está prohibido (el mal), todo lo demás ya es indiferente, dentro del ámbito de lo no prohibido cada uno puede actuar sin más criterio que el de sus propias conveniencias.

Tampoco esta forma de entender la ética convence por su carácter eminentemente negativo. Efectivamente cada prohibición supone un límite que no se puede traspasar. Pero el ser humano es más ambicioso en sus aspiraciones. Sabe, por ejemplo, que no es lo mismo no matar que respetar la vida del otro y, que dentro de ese respeto caben muchos grados. Por eso, cuando el hombre se encuentra ante diversas posibilidades de acción, espontáneamente se preguntará cuál de ellas merece más la pena: dicho de otra manera, cuál es más

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