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REALIDAD PERSONAL


Enviado por   •  11 de Febrero de 2015  •  2.418 Palabras (10 Páginas)  •  259 Visitas

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El tema de la persona reviste carácter inundatorio en el pensamiento actual. En cualquier bibliografía aparecen masas de libros y publicaciones periódicas sobre la persona, desde los puntos de vista más diversos. Biografías de personalidades grandes o modestas; estudios psicobiológicos y psicoanalíticos sobre la constitución de la personalidad o estudios psiquiátricos sobre las personalidades psicopáticas; estudios de moral sobre la dignidad de la persona humana o investigaciones sociológicas acerca de las personas jurídicas. La filosofía por su lado, sin emplear muchas veces el vocablo, hace de la persona tema de sus reflexiones: cómo el hombre se va haciendo persona a lo largo de su vida. Y hasta la teología, prolongando las reflexiones de siglos pasados acerca de la persona de Cristo, vuelve a colocar hoy en primer plano el problema de la persona. Por donde quiera que se mire, se descubre el tema de la persona como uno ele los problemas capitales del pensamiento actual.

En estas lecciones vamos a tratar el asunto filosóficamente, no para eliminar los otros aspectos de la cuestión, sino justamente al revés, para darles su centro {6} de gravedad, y fundamentarlos en una noción clara y precisa de lo que es ser persona.

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Para ello es menester proceder paso a paso. El problema de la persona tiene facetas distintas que vamos a examinar tratando de tres cuestiones centrales:

1.o Cuáles son las realidades personales. Es decir, hemos de determinar con cierto rigor la índole de la realidad humana, de la cual decimos, y con verdad, que es personal.

2.o En qué consiste ser persona. Una vez estudiada la índole del hombre, habremos de averiguar cuál es su momento formalmente personal, es decir, en qué estriba formalmente la persona en cuanto persona.

3.o Cuáles son las diversas maneras como se es persona. Son tres cuestiones perfectamente distintas. Vamos a dedicar esta lección a la cuestión primera: cuáles son las realidades personales.

Para ello comparemos por contraposición el hombre con aquella realidad que le es más próxima, la realidad del animal Como toda oposición, se halla montada sobre una línea previa que es común a los términos contrapuestos; donde no hubiera nada de común, no podría haber ni tan siquiera contraposición. ¿Cuál es la dimensión común en la que se contraponen el hombre y el animal? Evidentemente, el hecho de que ambos son seres vivos. Si queremos. pues, aprehender de una manera concreta la esencia del hombre contraponiéndola a la del animal, será menester precisar previamente la índole esencial de todo ser vivo.

{7} Los seres vivos se hallan caracterizados por una cierta sustantividad. De momento no insisto demasiado sobre este concepto; volveremos sobre él en esta misma lección. La sustantividad del viviente tiene dos vertientes: de un lado posee una cierta independencia respecto del medio, y de otro un cierto control especifico sobre él. Una cierta independencia respecto del medio, dentro de limites más o menos amplios. Esta independencia se refiere no sólo a lo que pudiéramos llamar la vida propia del viviente, sus vicisitudes propias, sino que se extiende a la conformación de sus estructuras propias, y hasta a la elaboración de los materiales que las componen. Es verdad que se toman los materiales de fuera, pero el viviente los somete en amplia medida a una transformación peculiar para que puedan servir de piezas inmediatas en la edificación de sus estructuras bioquímicas. Estar vivo significa ante todo tener esta actividad propia. El viviente tiene además un cierto control específico sobre el medio: sistemas de defensa, adaptaciones, movimientos de persecución y de huida, etcétera; control además sobre los tipos de «cosas» que constituyen su medio vital. Sin ello el viviente habría desaparecido rápidamente, víctima de la colisión con ese medio. La unidad de estas dos vertientes constituye la sustantividad biológica.

Esta sustantividad tiene distintos estratos en profundidad. Hay, en primer lugar, el estrato más aprehensible: la sustantividad en las acciones que ejecuta el viviente. Claro está, el curso de estas acciones tiene carácter cíclico; por tanto no puede en rigor hablarse de comienzo y final del proceso accional del viviente; pero el análisis, por ser forzosamente lineal, obliga a. expresarse así; estando prevenido no hay riesgo de error.

{8} El viviente se halla «entre» cosas, externas unas e internas otras, que le mantienen en una actividad no sólo constante, sino primaria. En su virtud se halla en un determinado estado de equilibrio no estático sino dinámico, en una especie de estado estacionario, que dirían los físicos; no una quietud sino una quiescencia. Ese estado tiene una cualidad interna esencial, lo que llamamos el tono vital. En ese estado se halla «entre» las cosas. Y este «entre» tiene dos caracteres. Uno de instalación: el viviente se halla colocado entre las cosas, tiene su locus determinado entre ellas. Otro modal: el viviente así colocado está dispuesto o situado en determinada forma frente a ellas, tiene su situs. La categoría del situs, que no desempeñó ningún papel en la filosofía de Aristóteles, muestra su portentosa originalidad c importancia en el tema de la vida. Colocación y situación, locus y situs, tomados en toda su amplitud y no sólo en sentido espacial, son los dos conceptos radicales en este punto. No son dos conceptos independientes. El situs se funda en el locus; no hay situación sin colocación. Pero no se identifican; una misma colocación puede dar lugar a situaciones muy diversas. Ahora bien, si una nueva cosa actúa sobre el viviente, esta actuación recae sobre su estado y lo altera. Las cosas no son las que inician la actividad del viviente, sino que la modifican; modifican la actividad en que previamente se hallaba y en la que es recibida la actuación de las cosas. Por esta actuación se ha quebrantado el equilibrio dinámico del viviente, y en su virtud, éste se encuentra movido a ejecutar una nueva acción. Este momento por el que las cosas modifican el estado vital y mueven a una acción es lo que llamo suscitación. Lo propio de las cosas para los efectos de la vida es suscitar un acto vital. Empleo este vocablo porque el concepto por él designado es mucho mas amplio y comprensivo que otros, tal como el de excitación: la {9} excitación tiene, en efecto, un sentido sumamente preciso en fisiología, por ejemplo, cuando se contrapone la excitación eléctrica del nervio a su período refractario. El viviente, al encontrarse movido por la suscitación

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