Ser Arqueólogo
KIKA541626 de Agosto de 2012
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DESENTERRANDO LA RISA:
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUEOLOGÍA Y EL HUMOR
Víctor M. Fernández Martínez~
RESUMEN.- Se presenta una sucinta historia de las teorías explicativas del humor, con especial acento en las
posiciones psicoanalíticas y lingiiísticas. jutlto con una revisión de algunos aspectos del humor en antropología.
Luego se clasifican los tipos de hu,nor más frecuentes detectados en arqueología: imagen del arqueólogo,
parodia de las modas teóricas, ficciones hwnorísricas. anacronis,nos y humor del pasado recuperado arqueológicamente.
Como conclusión se constata el poder critico del humor, defendiendo su introducción en la práctica
discursiva de los arqueólogos.
ABSTRACr.- A sitort itistorv of titeories ofhumour is presented, wirit a special empitasis on tite psvchoanalytic
and linguistic explanations, togetiter with a succincr revision ofsorne aspects ofantitropological itumour. Titen
a classification is attempted of tite tnost frequenr humour tvpes known in tite realm of archaeology: tite arcitaeologisr’s
ima ge, tite parody of titeoretical fashions, humorous fictional stories, anacitronisms and arcitaeologically
retrievable itumoar of tite pasr. As a conclusion, tite critical capacity ofitumoar is attested, and
a plea is madefor its use in tite intellectual practice ofarchaeologists.
PALABRAS CtAve: Teorías del humor, Humor antropológico, Humor arqueológico, Chiste arqueológico.
KEY WoRt,s: Humour titeories, Antitropological humoun Arcitacological humoun Arcitaeo/ogicaljoke.
1. INTRODUCCIÓN
La idea de este artículo surgió de la lectura
de un número especial de la revista de los estudiantes
de arqueología de Cambridge (Digging for a laugh,
“Excavando para hacer reír”; Sillar 1992a), que reunía
trabajos sobre el humor en arqueología de autores
íngleses y norteamericanos, algunos bien conocidos
por su actividad científica más “seria” (P. Bahn, C.
Gamble, D. Gifford-Gonzalez, P. Courbin, P. Rahtz,
etc.). La mayoría enfocaron el tema desde un punto
de vista exterior y analítico, pero algún otro cumplió
rigurosamente con los requerimientos del editor del
volumen y escribió una pieza humorística. Y fue la
lectura de una de ellas (Culture Clash in tite Greater
Southwest, “Conflicto cultural en el Más Grande Suroeste”),
escrito bajo pseudónimo (Dudley Prewpaw)
por Diane Gifford-González, lo que me convenció
del gran poder esclarecedor que la parodia y la ironía
podrían tener en la escena teórica actual de la arqueología,
simplemente superponiendo esas sanas actitudes
a los grandes paradigmas en conflicto.
Algunos meses después, en diciembre de
1995, el tema volvió a llamarme la atención cuando
uno de los muchos participantes de la lista Archaeo-
L de Internet, George McCluskey, de la ciudad hoy
bien conocida de Little Rock en Arkansas, inició un
“hilo” o “hebra” (titread) de discusión sobre el mismo,
con el título de “necesito reír [1 need a laugh],
¿sabe alguien por ahí un buen chiste arqueológico?”.
Durante varias semanas algunos contribuyentes, norteamericanos
en su mayoría, enviaron a la lista frases
ingeniosas y juegos de palabras, a veces leídas en camisetas
o en las ubicuas pegatinas de los coches, muchos
por desgracia de difícil traducción o directamente
intraducibles (chistes “verbales”, Cf. Attardo
1994: 95-6; Laurian 1992), como “la arqueología es
solo paleta y error” (trowel and error, muy parecido
a trial and error, prueba y error). Algunas, con todo,
tenían cierto valor trans-idiomático (chistes “referenciales”):
“los arqueólogos empiezan en lo más alto y
a partir de ahí van hacia abajo”, “el futuro de un arqueólogo
está todo en el pasado” (con las variantes
de “la carrera de un arqueólogo está en ¡las] ruinas”,
* Departamento de Prehistoria. Universidad Complutensede Madrid. Ciudad Universitaria, s/n. 28040 Madrid.
victormf@ cucroaz. sim~ucm es
336 VICTOR M. FERNÁNDEZ MARTíNEZ
‘los muertos son mi vida”, etc.).
Con el tiempo me fui animando a revisar algunos
aspectos de las relaciones entre arqueología y
humor, que al principio parecían más bien escasas y
ocultas, y de ahí la razón del titulo del trabajo. Antes
aproveché la ocasión para leer las obras clásicas sobre
la naturaleza de la risa y los chistes, comenzando
por las de Henri Bergson y Sigmund Freud —fuentes
en sí mismas de risa y placer, en especial la del segundo—,
y terminando por algunos análisis recientes
sobre el tema, todo lo cual he resumido en el apartado
segundo del trabajo. Posteriormente intenté analizar,
ayudado por esas perspectivas teóricas, pero sin
perder de vista el placer que proporcionan (figura 1),
aquellos textos y chistes que había ido seleccionando
según mi gusto personal durante estos años, más
otros que algunas buenas amigas y amigos me facilitaron
amablemente. El resultado de todo ello viene a
continuación, y espero que les divierta.
2. HUMOR EN SENTIDO GENERAL:
PENSAR EN REÍR
Haría falta el espacio de varios artículos como
éste para resumir todas las distintas definiciones
que se han ofrecido del humor, de las que ninguna
pudo abarcar su espléndida variedad. Tal vez la más
simple sea la conductista que recogió Arthur Koestier
en su artículo sobre el tema de 1973 —resumiendo su
libro de 1964 sobre la creación en general— que la
Encyclopedia Britannica ha mantenido en todas sus
posteriores ediciones hasta hoy: humor es lo que estimuía
la risa, es decir el movimiento reflejo de unos
quince músculos faciales unido a una alteración respiratoria.
Al contrario que otros, este reflejo mecánico
no tiene una finalidad biológica clara, salvo relajar
la tensión, y su altísima función (es un reflejo “de
lujo”) proviene de estar originado en procesos mentales
altamente complejos, lo que supone una paradoja
que ha sorprendido a los filósofos desde Platón.
A Platón se recurre también para situar el
origen de una de las dos principales corrientes explicativas
del humor (expuesta en Filebus), que lo ve
como una actitud intrínsecamente agresiva, que se ríe
de lo feo y lo ridículo. De hecho, la expresión más
parecida a la risa entre los chimpancés aparece asociada
a actitudes de amenaza colectiva contra un enemigo
común (Eibl-Eibesfeldt 1993: 158). En el mismo
sentido, un análisis del humor en la Grecia clásica
muestra que en la mayoría de los casos se basaba
en obscenidades, insultos y otros ejemplos de mal
gusto (David 1989), aunque también fue allí donde
surgió la unión del humor y el arte, alcanzando la ci-
Figura 1.- Analizando el humor (Dibujo de Gary Larson en lo
.veorcit of tite Par 8/de).
ma en las comedias de Aristófanes. Esa teoría, llamada
“de la hostilidad” (Attardo 1994: 49-50), y el tipo
de humor a ella asociado, continúa hasta hoy, con algunos
añadidos como el de Hobbes, que vio el origen
del humor en un sentimiento de superioridad de
quien lo expresa (el reidor siente una “gloria súbita”).
Tal vez esta clase, también llamada “excluyente”,
corresponda a la idea más extendida de humor, o
al modelo más frecuentemente utilizado, y así lo veremos
a lo largo de este articulo; Koestler (1973: 6)
cita una investigación psicológica, realizada con jóvenes
entre 8 y 15 años, que mostraba cómo las burlas
y bromas entre compañeros provocaban la risa en
muchas más ocasiones que los ejemplos de humor ingenioso.
Como uno de los últimos ejemplos ilustres
de la corriente anterior se suele incluir al filósofo
Henri Bergson ([1899J 1943), quien afirma en varias
ocasiones la función social de la risa como correctivo
de los comportamientos antisociales, para vengarse
“de las libertades que con ella [la sociedadl se han
tomado”, aunque “a menudo castiga porque ama
(Ibid.: 145). Con todo, la mayor parte del libro de
Bergson, que toma ejemplos de la comedia clásica
francesa, se refiere a los mecanismos internos del hu-
Inor, que él basa en la contradicción, la que aparece
entre el cuerpo humano como algo vivo o como un
simple mecanismo, o entre los aspectos morales y físicos
del hombre, como cuando recuerda la perspicaDESENTERRANDO
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cia de Napoleón al afirmar que por el solo hecho de
sentarse un personaje teatral se pasaba de la tragedia
a la comedia (Ibid.: 46).
Con esa interpretación, Bergson se coloca en
la larga serie de defensores de la otra gran teoría explicativa
del humor, a veces llamada “de la incongruencia”
(Attardo 1994: 47-49), que también pudo
empezar con el mismo Platón cuando dijo que en la
risa entraba tanto el placer de
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