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Sobre La Sustentabilidad


Enviado por   •  6 de Abril de 2014  •  3.872 Palabras (16 Páginas)  •  194 Visitas

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Bibliografías

32 Véase I. Sachs, 1974, “Ambiente y estilos de desarrollo”, Comercio Exterior, 24 (4): 363.

En el momento en que la noción de espacio surge en el discurso teórico de la arquitectura ─a partir de la teoría del arte y la psicología empírica─, es precisamente cuando esta noción de espacio homogéneo, vacío, euclidiano, interior y tridimensional, es puesta en crisis por la teoría de la relatividad que lo ligaba indisolublemente al tiempo y al movimiento. A comienzos del siglo XX, las vanguardias artísticas introdujeron la noción de espacio-tiempo en sus propuestas para un nuevo arte y una nueva sociedad.

A partir de aquí se genera una importante crítica al espacio abstracto, alegando que el espacio del habitar no es geométrico ni puramente visual, sino existencial y ligado a una experiencia concreta en un lugar y tiempo específicos. Las experiencias espaciales promovidas por el movimiento moderno son denunciadas como inventos de laboratorio que respondían solo a condiciones utópicas generales, basándose es un sujeto universal, estándar y unitario (el hombre moderno), un lugar abstracto (el nuevo espacio, la nueva sociedad) y un tiempo ideal (el futuro, la utopía).

No debemos olvidar que el espacio abstracto pertenece a la tradición cartesiana, la que planteaba como uno de sus postulados que el conocimiento debe demostrar ser verdadero y no fundado sobre tradiciones, mitos o prejuicios, es decir, el saber debía tener un rol fundacional, racional y universal, debía ser nuevo y válido, escrito sobre una tabula rasa que no dejara lugar a tradiciones infundadas.28 Como afirma Josep Maria Montaner, para los arquitectos del movimiento moderno, el lugar era un dato meramente cuantitativo o alusivo, cuando mas un receptáculo físico-neutral donde finalmente posar la obra de arquitectura, intrínsecamente esencial y autónoma. La misma idea que representa

De hecho, no hace falta excavar muy profundo para darnos cuenta de que las obras más representativas del Proyecto Moderno están llenas metáforas con respecto a su relación con el lugar (con el mundo y con la realidad): hemos visto como los “pilotis” y las “plataformas suspendidas” remarcan su

separación con respeto a la tierra ─su acción fundacional y su “ruptura” con el pasado se encuentran sintetizadas simbólicamente en este tipo de operaciones. Pero también las apariencias de ingravidez, las metáforas náuticas y maquinistas, la “desmaterialización” de las fachadas, las superficies planas y sin atributos, etc., todas ellas manifiestan el deseo inconsciente de desligarse de todo lo anterior a ellos, de toda obstinada tradición, de toda realidad que no fuera la realidad de su utopía redentora.

Finalmente la autoproclamada ruptura con el pasado se hace coextensiva a una ruptura con el lugar, el tiempo y mas radicalmente a una ruptura con la realidad ─representada por la idealización del presente y su “escape” a un futuro emancipado, perfecto, puro y acabado. Todos estos gestos no pueden ser ingenuamente vistos como estéticas en sí mismas, o como operaciones puramente formales, técnicas o constructivas ─como con frecuencia se analizan estos cambios o como, también con frecuencia, se utilizan los mismos procedimientos irreflexivamente hoy en día, como si estuvieran exentos de toda ideología.

Pero hay una filiación que aun no hemos revisado entre la matriz ideológica desarrollada por el Proyecto Moderno y el espacio abstracto, y que tiene que ver con su carácter instrumental y político. Esta característica nos posibilitará entender las contradicciones no explicitadas al interior de este espacio.

Generalmente la noción de espacio abstracto en la arquitectura es entendido de una manera bastante pobre, es decir es tomado pasivamente de las definiciones de los historiadores sin someterlo a juicio crítico alguno. Prueba de esto son las interpretaciones de Maria Montaner con respecto al tema. Este autor caracteriza al espacio abstracto en términos parecidos a los que hemos venido nombrando ─geométrico, visual, puro, etc.─, pero la diferencia es que al ligar la definición platónica del espacio a la introducida por el Proyecto Moderno, al parecer olvida completamente que ambas nociones fueron artificialmente construidas y en función de intereses muy distintos, así afirma:

Los conceptos de espacio y de lugar, por lo tanto, se pueden diferenciar claramente. El primero tiene una condición ideal teórica, genérica e indefinida, y el segundo posee un carácter concreto, empírico, existencial, articulado, definido hasta los detalles.29

29 A.A.V.V. Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales. Ed. UPC, Barcelona, 2000. pp. 101

No hay nada de claro o simple en la distinción entre espacio y lugar: primero porque dentro de los discursos de la arquitectura ambas nociones son en realidad dos maneras de abordar un problema en común ─el modo de relación entre la arquitectura y la realidad─; segundo porque no sacamos nada con buscar “lo esencial” de estos conceptos a partir de definiciones que en sí mismas se autoproclamaban como esenciales y demostraron no serlo; y por último, porque son dos conceptos distinguibles pero inseparables y de ninguna manera opuestos, uno es constantemente medido en relación al otro, no es posible pensar el uno sin el otro. Lo que Maria Montaner define como espacio en la arquitectura, no es más que una de las representaciones del espacio que han existido ─la del espacio abstracto─ y esto debería bastar para dejar de considerar que el espacio en sí mismo es abstracto, ideal, general, etc.

Esta y otras perspectivas de la misma orientación (Giedion, Zevi) nos presentan al espacio abstracto como algo ideal y libre de cualquier compromiso material, como algo originado en la filosofía, la lógica, las matemáticas y la geometría, y solo llevado

al ámbito material en un sentido metafórico (Funcionalismo, Bauhaus, Neoplasticismo, etc.).

Lo cierto es que el espacio abstracto no tiene nada de etéreo, de homogéneo o incluso de inmaterial. Su grandiosa y a la vez violenta capacidad de abstracción es solo un medio, un instrumento, pero ¿un instrumento para qué? Para llevar a cabo su no menos heroico plan “maestro”: el de hacer coincidir completamente la realidad socialmente vivida con un simplista y excluyente modelo de esa realidad, un modelo concebido para reducir todas las contradicciones y conflictos que ponen en tela de juicio su validez, un modelo al servicio del poder ─del estado, económico, religioso, moral, etc.

Si es cierto que la lógica de este espacio es solo un instrumento para

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