TATUAJE EN MEXICO

Los tatuajes, más que signo de rebeldía, hoy son una moda. Para algunos, forma de expresión personal; para otros, un nuevo modo de ser libres, «dime qué te tatúas y te diré quién eres». Nadie puede afirmar que un tatuaje altere lo esencial de la persona o indique que tenga menos capacidades, pero no hay que perder de vista el sentido común, su significado en cada cultura bajo los criterios sociales.

Por mucho tiempo los tatuajes se han asociado a valores negativos en una sociedad que privilegia la higiene, como reflejo de la “honorabilidad” de una persona. Prejuiciosamente, tener tatuajes se remite a un comportamiento propio de clases de delincuentes y miembros de sectas secretas que poco o nada aportan al progreso de la humanidad, un pensamiento que sin duda suena conservador pero que, en países como México, tiene una sorprendente importancia.

Hablando del mundo laboral, el principal problema es que la sociedad da por hecho que las personas tatuadas no tienen la capacidad de realizar las mismas tareas que la gente sin tatuar. Con este prejuicio, se les niega las oportunidades, haciendo a un lado la capacidad y la destreza del individuo. Se les juzga por su aspecto físico.

Hoy en día el tatuaje ha adquirido diversos significados, ha cobrado la importancia que tuvo en su momento original y se encuentra en su mayor auge. Se ha convertido en un arte, al nivel de la escultura, la pintura, el cine o la fotografía.

Pero al lado de su inmensa creatividad, aún hay discriminación. Su desprecio no se origina en el dibujo o en la persona que lo porta, sino en la ignorancia de la gente.

Es por estas razones que el tatuaje se ha posicionado en limitados sectores, como un medio idóneo, íntimo y original para expresarse. Aunque se piense lo contrario, entre las personas tatuadas hay gente con una gran creatividad y capacidad, sedientas de expresar cosas “inefables”, ideas que no pueden ser trasmitidas de otro modo, sino por el convencimiento absoluto de algo que se lleva “en la piel”.

El 36% de la población entre 18 y 25 años tienen al menos un tatuaje, el porcentaje crece hasta el 40% entre la población de 25 y 40 años y baja al 10% entre los mexicanos de 41 y 64 años. El 44% de las personas que se hicieron un tatuaje lo hizo para sentirse diferente; el 33% para sentirse independiente y el 28% para destacar alguna experiencia de sus vidas.

Actualmente existen leyes en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos que se estipularon con el fin de que esta discriminación disminuyera.

Desde el año 2011 fue aprobada por la Asamblea Legislativa la ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación en el DF, y la cual señala en uno de sus puntos, que la gente que tenga perforaciones o tatuajes no podrá ser discriminada, por lo que las empresas que tienen esas políticas ya no tendrán pretextos para no contratar a estas personas.

Según

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