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Teleton Y Medios De Comunicacion


Enviado por   •  31 de Marzo de 2014  •  2.122 Palabras (9 Páginas)  •  483 Visitas

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Al ser la Teletón una importante institución social, no puede quedar al margen del interés de quienes se dedican al estudio y análisis de las relaciones sociales. En este sentido, la Sociología puede y debe aportar datos para el debate, el cual en este caso se centra en la influencia que ejercen los medios de comunicación de masas (televisión) sobre la sociedad chilena, apelando a la unidad nacional y a la solidaridad de esta para hacer posible la rehabilitación de los niños pertenecientes a dicha institución social.

No se trata de caer en el facilismo de criticar radicalmente, negando toda su acción. Los fines prácticos se cumplen enormemente: recibir cuantiosas donaciones para desarrollar una gestión benéfica que es sin duda eficiente, el rehabilitar niños y adultos con discapacidades.

Desde mi punto de vista, la crítica se dirige a la manera en que se consiguen esos fines y como se aborda el sentido de la discapacidad.

En primer lugar, la inmensa campaña publicitaria ligada a las empresas más grandes de nuestro país, que ofrecen sus productos vinculados a esta “acción de amor”, es desde ya cuestionable, porque si bien es cierto que esos fondos efectivamente llegan a la Teletón, el acto humanitario o de responsabilidad social, no es tan transparente, ya que esas empresas descuentan de impuestos esas donaciones, razón por la cual, sumando y restando, las empresas no pierden, no sufren ninguna pérdida de su patrimonio, lo recuperan todo, además de obtener considerables ganancias con el aumento en las ventas de aquellos productos vinculados a la campaña.

En segundo lugar, la sociedad chilena entra en un estado de solidaridad compulsiva, en el cual los medios de comunicación incentivan el afloramiento de los sentimientos más nobles del ser humano, pero también los más básicos; la compasión por el otro, por el que sufre, la piedad por el desvalido. Aunque el resto del año actuemos de manera indiferente, en las 27 horas de amor cumplimos con nuestra cuota de humanidad.

Por otra parte, la Teletón conduce al individualismo, la pasividad de la piedad, es decir, no se preocupa por incentivar la organización social de las personas con discapacidad ni de sus familias, por lo tanto no los empodera para exigir que se les reconozcan sus derechos inalienables. La Teletón hace caso omiso de que existe una convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad, aprobada por la asamblea general de naciones unidas el año 2006, que dice en su preámbulo “… El propósito de la presente convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente.”

Las políticas públicas siguen siendo limitadas e insuficientes y continúan teniendo un sesgo asistencialista y paternalista, de manera que la respuesta es reducida al no reconocer debidamente a las personas con discapacidad como ciudadanos empoderados de sus derechos.

La sociedad civil, las organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles deben asumir esta realidad, promover un dialogo amplio, sincero, sin descalificar las diversas opciones, pero poniendo como eje fundamental una mirada de derechos y no solo una visión de beneficencia o de caridad individual.

Es posible también criticar el rol ideológico-cultural que la Teletón ha jugado en nuestra historia. La apelación a la aprobación unánime e incuestionada que el drama de los niños lisiados normalmente despierta en la generalidad de las personas es una poderosa herramienta comunicacional, pues logra concitar la siempre tan anhelada “unidad nacional”. Esta capacidad de concitar la atención de las audiencias también sirve como un excelente factor de distracción y, en efecto, de poca reflexión crítica por parte de la sociedad, pues la Teletón absorbe vorazmente la agenda pública; ciertamente, con la ayuda decidida y deliberada de los propios medios de comunicación. Así lo señala Merton “En la medida en que los medios de comunicación han tenido una influencia sobre su público, esta ha surgido no solo de lo que se dice, sino, más importante, de lo que no se dice. Es que estos medios no solo afirman permanentemente el status quo sino que, en igual medida, omiten suscitar cuestiones esenciales sobre la estructura de la sociedad. Con ello, guiando hacia el conformismo y proporcionando muy poca base para alguna evaluación critica de la sociedad, los medios masivos de comunicación con patrocinio comercial traban de modo indirecto, pero eficaz, el sólido desarrollo de una perspectiva auténticamente critica.” De lo anterior, se desprende entonces que, aquello que se instala en la opinión pública no es una reflexión y cuestionamiento respecto de la precariedad del sistema de salud en Chile, sino que con guiones muy estudiados y pensados para lograr el objetivo de conmover, los videos que nutren la jornada hacen llorar, utilizan y manipulan hasta la obscenidad la cruda realidad de niños y niñas, que con la ingenua esperanza de ver solución a sus problemas, se prestan sin cuestionamientos al show donde creen ser los protagonistas. Sin embargo, no son más que victimas utilizadas por un sistema de consumo que, con una publicidad agresiva y engañosa, sumado al uso de la mujer como imagen sexual y publicitaria del que tanto gusta, logra el objetivo y supera la meta.

Pero, ¿de dónde emerge esta idea de “unidad nacional” como lema de la Teletón? Para responder esta pregunta, hay que contextualizar el inicio de esta actividad ya que, no es de extrañar que haya surgido y recibido respaldo oficial en uno de los momentos de nuestra historia en que el poder público carecía de factores de unidad y de sentimientos positivos por parte de la sociedad hacia sus élites. Después de todo, la primera Teletón se realiza en 1978, exactamente una semana después de que fueran descubiertos en los hornos de Lonquén los primeros restos pertenecientes a detenidos desaparecidos. Mientras los operativos de la dictadura llevaban a cabo la operación “retiro de televisores”, los televidentes chilenos año tras año empezaban a acostumbrarse a sintonizar sus aparatos para disfrutar de las 27 “horas de amor”.

Por tanto, el surgimiento y consolidación de la Teletón, sólo se explica a partir del contexto en el que se inició. En tal sentido, la gran popularidad de programas como “sábado gigante” o “el festival de la una” es posible entenderla en el contexto de la expansión de la televisión chilena, la inestable situación económica por la que atravesaba gran parte de la población y las limitaciones que el régimen impuso a

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