Como se ha planteado a lo largo de este capítulo, la adolescencia enmarca y supone un énfasis en las dinámicas de la sexualidad,

Como se ha planteado a lo largo de este capítulo, la adolescencia enmarca y supone un énfasis en las dinámicas de la sexualidad, respecto a este énfasis surge una hipótesis que podría ubicar de cierto modo la explicación a los actos cometidos por adolescentes, esta explicación  se haya precisamente en lo que sucede durante este periodo, tal y como menciona (Pareña, 2001, 27) “la separación entre sexualidad y vida, esa quiebra del ciclo vital no introduce simplemente la finitud frente al vector circular, sino que introduce la quiebra misma, la destrucción de la vida”, lo que se puede observar en lo planteado por Pareña gira en torno al parecer hacia la pulsión de vida por un lado, versus la pulsión de muerte por otro, ante esto (Jacobo, 2010) haciendo una lectura a Freud menciona y distingue dos clases de pulsiones: “las que aspiran a conducir la vida a la muerte y las que anhelan la renovación de la vida y la llevan a consecución, estas últimas relacionadas con lo sexual”.

Es precisamente en la separación entre las pulsiones mencionadas por Freud y en relación con los eternos retornos ^[1] donde podría hallarse un vacío en el adolescente que le lleva a girar en torno a la agresión, a la destrucción, en tales dinámicas la pulsión de muerte más que dirigida hacia el exterior, hacia el otro, se encuentran dirigida a la propia destrucción, en este sentido su acto hasta entonces por fuera de la norma, evidencia un no reconocimiento del otro. Ese no reconocimiento del otro suele malentenderse, ya que el acto cometido por el sujeto entre 12 y 18 años como se menciona en el código de infancia y adolescencia, independiente de ser o no permitido, legal o ilegal es tomado desde lo jurídico-criminalista, esta forma de entender el acto, muestra el posible origen del vacío mencionado anteriormente, ante esto surgen varias preguntas: ¿se tiene en cuenta que la agresión presentada por un adolescente a nivel subjetivo tal vez se encuentre disfrazando dinámicas invisibles al ojo criminalista?, ¿se toman los actos repetitivos de los adolescentes como actos latentes, llenos de significado? La respuesta es no, los actos son obviados al no tener evidencias manifiestas.

A continuación, se mostrara un poco más a cerca de la concepción del adolescente desde la norma, teniendo en cuenta lo mencionado hasta ahora en el capítulo es posible afirmar que el adolescente es más que la suma de sus actos, es decir, estos no se dan de forma espontánea

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