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Edward Gein


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2014  •  1.216 Palabras (5 Páginas)  •  290 Visitas

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Edward Theodore Gein

Ed Gein, “El carnicero de Plainfield” nació el 27 de agosto de 1906, hijo de madre austera y fanática religiosa que despreciaba a su débil y borracho marido. Cuando ambos discutían, que solían hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y pegaba a sus dos hijos. Gein no tuvo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Así durante treinta y nueve años hasta que la mujer moría víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendía.

Ed vivió solo desde la muerte de su madre en 1945, haciendo diversos trabajos para todo el pueblo, sobre todo en el aserradero. Anteriormente (y como suele suceder en estos casos) había sufrido malos tratos de su padre, que se emborrachaba y desencadenaba grandes peleas en la familia.

Pero el caso (criminológicamente hablando) comienza en 1954, cuando un

granjero de Plainfield (Wisconsin) entró en la taberna de los Hogan, topándose

con la gran sorpresa de que el suelo de madera estaba encharcado de algo que parecía ser sangre. Mary Hogan, la propietaria, había desaparecido.

Cuando el sheriff llegó al lugar, comenzaron los interrogantes. Para empezar,

la caja registradora estaba llena, por lo que no se trataba de un robo. Además,

no había señales de lucha como podrían indicar vasos rotos, o taburetes por el

suelo. Cuando unos días más tarde, Ed Gein se acerca al aserradero, el

propietario de este le comenta a Gein que habían raptado a Mary Hogan, y que

estaba desaparecida, este respondió: “No está desaparecida, la tengo en mi

granja”. Sin embargo, no lo tomó en serio ya que Ed Gein era una persona excéntrica que solía contestar a todo con ironías y salidas de tono. El sábado 16 de noviembre de 1957, cuando Bernice Worden se dispuso a abrir la ferretería del pueblo, de la que era propietaria, no sabía que su vida cambiaría. Ed Gein, el vecino del que nadie sospecharía, entró por la puerta y pidió un anticongelante. Bernice lo apuntó en el libro de contabilidad, se introdujo en el almacén para buscar dicho material, cuando salió solo fue consciente de una cosa. Ed Gein la apuntaba con su viejo rifle de caza. Y sin tener tiempo para gritar o pedir auxilio, la bala salió del cañón y quedó incrustada en la cabeza de Bernice Worden.

Ed Gein se metió en el mostrador, cargó con el cuerpo de la propietaria y lo

metió rápidamente en su furgoneta, tratando de no ser vista por ningún testigo.

Entonces se marchó del lugar. Pero su astucia de lobo quedó nublada por el error que cometió. En el libro de contabilidad quedaba constancia de que él había sido el último cliente. El auténtico terror comienza entonces para los dos oficiales de policía que realizan un registro en la casa del asesino, mientras otros dos se encargan de arrestarlo y llevárselo del lugar.

Cuando uno de los policías entra en la casa, queda marcado para siempre por

lo que ve y siente en ese lugar. Desde el primer momento un olor horrible

acompaña a estos dos agentes. Además, una cantidad exagerada de moscas rompe el silencio de la casa. Cuando uno de los dos policías continúa avanzando, siente cómo algo choca contra su hombro. Y al darse la vuelta, al girar sobre sus pasos, se arrepentiría para siempre de haber entrado en el lugar ya que colgado de un gancho del techo por los pies, decapitado y abierto en canal yacía el cadáver de quien posteriormente sería reconocida como Bernice Worden, propietaria de la ferretería, y última víctima de Ed Gein.

Los

...

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