El Anillo De Giges
4 de Diciembre de 2012
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JOAQUÍN GARCÍA-HUIDOBRO
EL ANILLO DE GIGES
UNA INTRODUCCIÓN
A LA TRADICIÓN CENTRAL DE LA ÉTICA
2007
© Poner el nombre de la Editorial .
Dirección de la Editorial.
© 2007. Joaquín García-Huidobro.
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García-Huidobro Correa, Joaquín.
El anillo de Giges. Una introducción a la tradición central de la ética / Joaquín García-Huidobro.
Incluye bibliografía e índice.
Incluye notas bibliográficas.
1.- Ética.- 2.- Antropología Filosófica.- I.- t.
CDD 22
170 2007 RCA2
Imprime poner el nombre.
Impreso en España / Printed in Spain
“Vivir no merece la pena
para quien no tiene ni siquiera un buen amigo”
Demócrito
A Regina y Ulrich Schipp
ÍNDICE
Prólogo a la edición española 9
Prólogo 11
I. El desafío del relativismo ético y el origen de la filosofía moral 19
II. El conocimiento en la ética 45
III. ¿Existe un fin del hombre? 63
IV. Las virtudes morales 75
V. ¿Es posible hablar todavía de vicios? 93
VI. Las virtudes y la racionalidad humana 107
VII. Las virtudes y la corporeidad humana 135
VIII. El problema de las normas morales 159
IX. Las normas jurídico-positivas 193
X. Conciencia y moralidad 213
XI. Los criterios de la moralidad 225
XII. Ética y naturaleza 251
XIII. Dios en la ética 273
XIV. La herencia ética de la Tradición Central 289
Guía bibliográfica 303
Índice analítico 321
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
Las discusiones más importantes de buena parte del siglo XX fueron de carácter político, si bien muchas veces se llevaron a cabo con métodos muy ajenos a los que son propios de la política. Hoy, en cambio, ya nadie piensa que “todo es política”, se escribe más que nunca sobre ética y buena parte de la discusión pública se refiere a temas morales. Así, por ejemplo, la cuestión del aborto parece ser cada vez más importante en las elecciones presidenciales norteamericanas y asuntos como la corrupción están a la orden del día en cualquier debate político de todos los países. Este fenómeno, que ya se había apreciado en las naciones anglosajones, llegó con notable fuerza a España e Hispanoamérica, donde se repiten muchos de los debates que tienen lugar en otros países, si bien con modalidades propias.
El interés por la ética es en sí mismo positivo. Con todo, gran parte de los debates parecen no tener solución, ya que los interlocutores no hacen explícitas las bases filosóficas desde las cuales discuten. Este libro pretende proporcionar al lector no iniciado algunos elementos que lo lleven a entender un poco mejor las categorías que están en juego en estas discusiones. Para hacerlo, pretende mostrar el núcleo de las convicciones morales fundamentales de nuestra cultura. Hoy no todos comparten esas convicciones, pero sin conocerlas, sea para negarlas o para desarrollarlas y aplicarlas a las nuevas y complejas situaciones que nos preocupan, el diálogo se hace muy difícil. Esta obra pretende situarse en un nivel intermedio entre la complejidad de los tratados de ética y lo que enseñan las obras de divulgación, que son muy necesarias pero insuficientes para el lector que se pregunta por los fundamentos de la praxis. Su destinatario natural es un público de nivel universitario, aunque no esté versado en materias filosóficas.
Para el autor es muy significativo que este libro se publique ahora en la tierra de buena parte de sus antepasados. Es un buen motivo para estar agradecido a Editorial Rialp por esta edición.
Santiago de Chile, 7 de abril de 2007
PRÓLOGO
En la República de Platón se cuenta la historia de Giges, un pastor que servía al rey de Lidia.
“Un día sobrevino una gran tormenta y un terremoto que rasgó la tierra y produjo un abismo en el lugar en que Giges llevaba el ganado a pastorear. Asombrado al ver esto, descendió al abismo y halló, entre otras maravillas que narran los mitos, un caballo de bronce, hueco y con ventanillas, a través de las cuales divisó adentro un cadáver de tamaño más grande que el de un hombre, según parecía, y que no tenía nada excepto un anillo de oro en la mano. Giges le quitó el anillo y salió del abismo”.
Al poco tiempo descubrió que, al moverlo de determinada manera, se tornaba invisible, de modo que sus compañeros hablaban de él como si no estuviese presente. No tardó en advertir el poder que le otorgaba esa capacidad de volverse invisible. Se introdujo en la corte, sedujo a la reina, mató al rey con su ayuda y terminó por transformarse en tirano.
Esta historia no está recogida por casualidad. Si Giges es un modelo envidiable, la ética está de más, o es únicamente un pretexto para mantener a raya a los fuertes. En el fondo, sólo se necesitaría una buena cantidad de leyes y policías, además de la confianza en que nadie encuentre un anillo semejante. En cambio, si la actuación de Giges no es razonable, si tenemos buenos argumentos para no usar el anillo de esa forma, aunque lo encontremos, entonces hay lugar para la ética. Y podremos pensar, por tanto, que hombres como Giges pueden hacer muchas cosas, menos la más importante: lograr que su vida tenga un sentido.
Es probable que todo lo fundamental que había que decir acerca de la ética se haya escrito hace ya muchos siglos, en la Ética a Nicómaco. Allí explica Aristóteles que sus lecciones tienen por destinatarias a personas razonables, es decir, a la gente que procura comportarse bien. Pero ese tipo de hombres son precisamente los que no necesitan acudir a clases de ética. Son otros los individuos que deberían asistir: aquellos que suelen encontrarse en lugares de mala muerte y no en un curso de filosofía de la moral. Con todo, Aristóteles dictó esas lecciones, y lo hizo ante ese público de ciudadanos virtuosos. Al hacerlo, nos mostró que su interés no era tanto evitar que la gente se comportara mal, sino más bien producir una reflexión acerca de la excelencia humana, cosa que sí interesa a ese público de buenas personas.
Aunque, como señalé, en la Ética a Nicómaco ya se ha escrito lo más importante, los profesores siempre creemos que puede ser de utilidad para los alumnos contar con una introducción a estos temas. Quienes hayan intentado escribir una, se habrán dado cuenta de que probablemente eso no es verdad. En todo caso, lo que me movió a escribir estas páginas es que había algunos libros introductorios muy buenos (como el de Lorda), pero que, por diversas razones, no tocaban algunas materias importantes. El lector advertirá que, si aquí se tocan esos temas, es en la misma medida en que se dejan otros en silencio. No todos tenemos las mismas ideas acerca de qué es importante, y es bueno que así sea: de lo contrario no necesitaríamos del diálogo.
Existen muchas éticas. En las páginas que siguen se muestra una de ellas. En sentido amplio, podríamos decir que es aquella representada por la Tradición Central de Occidente. Prefiero no darle ningún nombre determinado, aunque el título “Tradición Central” no sea muy atractivo en estos tiempos y varios lectores del manuscrito hayan sugerido cambiarlo. En todo caso, este es un libro escrito por lo que C. S. Lewis llamaba an old Western man, es decir, por un hombre que piensa que la herencia ética de Occidente es importante y no resulta sensato despedirse de ella, menos cuando ni siquiera se la conoce, como sucede con muchos que la dan por superada. Si nuestros contemporáneos leyeran a Chesterton, aparte de gozar con una pluma ingeniosa, podrían descubrir que el ideal democrático de nuestros tiempos no excluye, sino que exige, tomarse muy en serio la tradición, que “no es más que la democracia proyectada en el tiempo”:
“Aceptar
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