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El único Bombillo


Enviado por   •  15 de Junio de 2014  •  621 Palabras (3 Páginas)  •  339 Visitas

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EL UNICO BOMBILLO

Jadelso

No recuerdo exactamente la fecha que nos trasladamos a la casa de la Tía Canducha. Había permanecido cerrada desde la muerte de Tía Carlota, sobrina de tia Canducha y prima de mi mamá. Fue en el año 70, no se si a principios o a finales, pero fue una emoción indescriptible, llegábamos ávidos de tener un espacio donde no debíamos pagar alquiler y sobre todo, más amplio, y, en mi caso, con más historias. Al entrar a la gran sala, ahí estaba el ropero, tan antiguo como la casa misma, en su interior: papeles y más papeles, que tenían entre sus letras muchas historias atrapadas por los cajas de zapatos. El rostro de mi madre irradiaba alegría. ¡Tantos años de andar de casa en casa!, ¡Tanto aguantar desprecios por compartir espacios con otros!

La sala, un gran cajón, espacioso, con horcones, tapanco, una mesa grande, grande, a los lados dos puertas que daban acceso a dos cuartos, el del lado derecho de la entrada, sería nuestra habitación, el de la izquierda: Prohibido entrar. A un niño de ocho años, decirle eso, esa picarle más la curiosidad. Me asomé con miedo a mirar a través de la puerta, cuya parte superior media esta entretejida, con espacios para estar observando al otro lado. Mi mamá me dijo que en ese cuarto había muerto la Tía Canducha, en el 68. Me puse un poco asustado, corrí hacia el corredo, (casi cuarto, pues solamente un espacio daba claridad, alrededor había pared). El cuartito en el corredor, otro cuarto para misterio. Por último, la cocina, espaciosa, un color tizne en sus paredes le daba un toque especial de hogar. El poyetón, dos hornillas, la pilita, el pretil para poner los cántaros, y la olla grande de barro, (recipiente para tener suficiente agua).

Recién habían introducido la energía eléctrica, y la casa para donde nos estábamos trasladándonos no contaba con tal servicio. La primera noche, me acosté a la par de mamá, (¡qué rico se siente estar entre los brazos de la madre!, ¡cuánta confianza hay entre ellos!), ahí en ellos encontré seguridad, aunque por ratos despertaba y veía entre mis imaginaciones la puerta del cuarto prohibido, y cerraba fuertemente los ojos. No quería ver esa puerta, me asaltaba la duda qué cosas habrían allí, y más saber que en dicho cuarto había estado un muerto. Más con fuerza cerraba los ojos.

Un día vino tio Turo, hermano de mi mamá, y le dijo que él pagaría la instalación. ¡Qué bonita se veía la gran sala con el bombillo en el centro! ¡Era el único bombillo de la casa, con un cable que llegaba a la puerta del corredor!. Era una aventura cuando mamá sacaba la extensión hasta la puerta que daba al corredor, que belleza, las imágenes escondidas en las paredes salían a relucir, ver el napoleón en el patio alumbrado por la luz artificial, creaba un espacio maravilloso, digno de una obra

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