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Escritores Salvadoreños


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2014  •  39.863 Palabras (160 Páginas)  •  803 Visitas

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Introducción.

En el presente libro se han presentado 70 biografías de escritores salvadoreños y algunos argumentos y poemas más famosos de ellos, entre ellos está Melitón Barba, un escritor y médico salvadoreño que es la primer biografía presentada en este libro, siguiéndole Horacio castellanos Moya y el argumento de su libro “El Asco”, luego tenemos a José Roberto Cea, Waldo Chávez Velasco, Jacinta Escudos, Salvador Salazar Arrué mejor conocido como “Salarrué”, Mauricio Vallejo, Ricardo Lindo Fuentes, Ítalo López Vallecillos, Matilde Elena López, Alberto Masferrer, Vicente Acosta, Luis Alvarenga, Manlio Argueta, Roberto Armijo, Roberto Cabrera Martínez, Juan José Cañas, Quino Caso, Juan Cotto, Roque Dalton, Mercedes Durand, David Escobar Galindo, Oswaldo Escobar Velado, Francisco Andrés Escobar, Alfredo Espino, Orlando Fresedo, Jorge Galán, Carlos Ernesto García, Rafael Góchez Sosa, Jorge Ismael Corleto, entre otros más.

La función principal de este libro es dar a conocer parte de la vida de estos escritores y conocer sus obras y poemas más representativos, así como para crear en la población salvadoreña un interés mayor hacia la poesía de nuestro país.

En este libro se presentan de todo tipo de libros, escritos por salvadoreños con un don para crear tales libros y poemas.

1. Melitón Barba

El Doctor Melitón Barba Camacho (San Salvador, El Salvador, 26 de octubre de 1925 - id. 29 de junio de 2001) fue un escritor y médico salvadoreño.

Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador. Realizó estudios de postgrado en las áreas de ortopedia y traumatología en Italia y Argentina. También se interesó en el estudio científico de la acupuntura, la homeopatía y otras formas de medicina alternativa. En la década de 1960 ejerció como catedrático universitario de la Universidad de El Salvador (UES). Por su ideología de izquierda y su oposición a los gobiernos militares tuvo que exiliarse en varias ocasiones. Residió en México (1965 y 1976-1977) y Nicaragua (1980-1988).

Sus cuentos se enmarcan dentro de la corriente de la narrativa regionalista. Muchos de sus relatos abordan temas relacionados con la profesión médica y con sus convicciones políticas. En su juventud publicó sobre todo trabajos de investigación médica. Comenzó a publicar cuentos, cuando tenía casi 60 años con la edición de la colección de cuentos Todo tiro a Jon (Managua, 1984).

Cuentos

Cuenta la leyenda que (Managua, 1985), Olor a muerto (San Salvador, 1986), Puta vieja (San Salvador, 1988), Cartas marcadas (San Salvador, 1989), La sombra del ahorcado (San Salvador, 1994), Alquimia para hacer el amor (San Salvador, 1997), En un pequeño motel (San Salvador, 2000)

Ensayos y trabajos médicos

El Juramento Hipocrático y la responsabilidad social del médico (San Salvador, 1963)

Apuntes de Ortopedia y traumatología (San Salvador, 1971)

Control de la Natalidad en El Salvador (San Salvador, 1996)

La otra medicina (San Salvador, 1999)

Las pasiones y las enfermedades (San Salvador, 2000)

Diente por diente.

El gordo se quitó la dentadura y la metió en el vaso con agua a medio llenar. Su mujer se le quedó viendo con asco y por enésima vez dijo:

-No sea puerco, no ve que los vasos de vidrio son para tomar agua, para eso le compré el de plástico.

El gordo se hacía el desentendido, y al dar ella la espalda aprovechó para rascarse los hongos de los pies. Este gordo, de nombre Humberto, había sido policía torturador, razón por la cual le dieron la baja.

Humberto tuvo en un tiempo una linda dentadura, pero la perdió en una riña callejera, al estrellar su cara contra la cuneta. Desde entonces buscó al culpable para matarlo. Al ingresar a la policía pensó que podría conseguir la venganza con impunidad, pero el de la zancadilla huyó espantado. Se fue para Alaska jurando no regresar jamás pero ni en otra vida. Buscando cómo descargar su odio, empezó a acabar con las vidas de otros: ladrones, pordioseros, sindicalistas, subversivos...

Su mujer, al descubrir su conducta, decidió abandonarlo. Le dejó la nota siguiente: Me voy, no trate de buscarme, si sé que me anda persiguiendo voy a contar quién es usted y lo que hace. Ese mismo día el gordo agarró la parranda. En medio de la borrachera rumiando su crueldad en la soledad del cuarto, se quitaba las prótesis dentales y se miraba en el espejo. Al aparecer los vacíos en la tenebrosa caverna, lloraba como huérfano y entonces tomaba fuerza aquel odio cerril que parecía venir de lo profundo del túnel que se perdía en la garganta. Surgía en el espejo la cara de Sigifredo Bengoechea, y Bocasola, desquiciado, lo hacía volar en mil pedazos, sólo para ver en cada uno de los mil fragmentos diseminados por el piso, las mil caras sonrientes del hombre que tanto odiaba... Afuera, los vendedores ambulantes de espejos lo esperaban para hacer negocio.

Cierta mañana, al pasar por una iglesia, descubre un coro de niños cantando. Vio en cada carita infantil la de su enemigo mayor: Sigifredo. Fue a su casa a traer una granada y volvió a la iglesia.

Agitado se asomó al balcón de la iglesia. Los niños seguían cantando. Haló de la argolla y la lanzó con ímpetu. Estalló. Siete niños murieron en el atentado y otros tantos quedaron heridos y mutilados. Los medios dieron la información y el crimen lo atribuyeron a los que combatían al gobierno con armas.

Pero hubo una investigación. Una importante niña, hija de un funcionario aún más importante, ciudadano de un importante país, había muerto.

El cadáver de Bocasola apareció con la cara aplastada en el patio del cuerpo de seguridad. Nunca se supo si se tiró o lo tiraron.

2. Horacio Castellanos Moya

Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, Honduras 21 de noviembre de 1957) es un escritor y periodista salvadoreño.

Aunque nacido en Honduras, su familia era de El Salvador, país al que regresaron en la infancia del escritor.

Castellanos realizó sus estudios de primaria y secundaria en el marista Liceo Salvadoreño

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