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Gabriela Mistral


Enviado por   •  14 de Marzo de 2012  •  935 Palabras (4 Páginas)  •  1.073 Visitas

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GABRIELA MISTRAL

Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, conocida por su seudónimo Gabriela Mistral (Vicuña, 7 de abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una destacada poetisa, diplomática, feminista, y pedagoga chilena. Gabriela Mistral, una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera persona de América Latina en ganar el Premio Nobel de Literatura, que recibió en 1945.

Gabriela Mistral aspiraba a un nuevo desafío después de haber dirigido dos liceos de pésima calidad. Opositó y ganó el puesto prestigioso de directora del Liceo Nº6 de Santiago, pero los profesores no la recibieron bien, reprochándole su falta de estudios profesionales.

En 1923 se inaugura su estatua en México, se publica allí su libro Lectura para mujeres, aparece en Chile la segunda edición de Desolación con una tirada de 20.000 ejemplares y aparece en España la antología Las mejores poesías, con prólogo de Manuel de Montoliú.

Cuando Gabriela Mistral llegó a México en 1922, José Vasconcelos había echado a andar la gran máquina de la Secretaría de Educación -poca herramienta, en aquellos años, y mucho espíritu- y todos los jóvenes de entonces íbamos con él llenos de entusiasmo. Eramos su equipo de trabajo, las manos con las que él abría, alegremente, sendas nuevas en el ambiente de México.

El José Vasconcelos de aquel tiempo era un hombre no sé si muy joven, tal vez no tanto -debería andar por los 40-, pero tenía una alma más joven, más fuerte, más alegre y optimista que la de los muchachos de veinte años que, en aquel tiempo, lloraban en su poesía penas y melancolías literarias. El los dejaba llorar. Todo le parecía bien: el canto épico y el soneto sollozante. Lo estoy viendo reír, sentado delante de su escritorio en el despacho del segundo piso de la Secretaría de Educación, con aquella risa joven y dichosa que le ensanchaba la cara y que a todos nos hacía entrar en un clima de confianza y de alegría. Diego estaba, en esos momentos, pintando los admirables frescos del primer patio de la Secretaría. Que se pintara, que se hiciera poesía, que se hiciera música, que se hiciera teatro, que se leyera, que se bailara, que se hiciera todo lo que no se había hecho: todo se podía hacer ahora que había un gobierno revolucionario, que se había triunfado de la dictadura porfirista y del ejército sojuzgador y que Obregón era Presidente. Vasconcelos quería ver vivir a la gente en libertad y que los jóvenes, todos los jóvenes, dieran su fruto. Todo era necesario para el país después de 12 años de guerra. (La guerra no había acabado todavía: pero ya no era la guerra civil, era la última lucha, el rebote, la resaca de la Revolución que algunas facciones armadas hacían aún oír allá, en el Norte.) En la Capital, la Secretaría de Educación editaba los clásicos griegos,

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