HÉROE COBARDE

AGUASCALIENTES, AGS., A 29 DE AGOSTO DE 2013.

ESTIMADO COMPAÑERO O COMPAÑERA:

Espero que al recibir la presente carta te encuentres gozando de cabal salud al lado de tus alumnos.

El motivo de la presente es para compartir una vivencia personal, que de manera involuntaria me tocó vivir. Todo comienza el día 16 de agosto de 2013, cuando parecía un día normal compartiendo con ustedes la reunión de organización, algunos maestros completaban afanosamente los productos que pedía el curso de Consejo Técnico Escolar y de Escuela de Tiempo Completo, al finalizar compartimos el almuerzo con los compañeros de la D-I-59, algo tarde pero me tocó degustar un platillo de rico chicharrón con frijolitos refritos, al lado del ATP Rogelio, su hija, Marco y Nemesio con el cual hacía alguna plática que tal vez no recuerde, donde agradecía la solidaridad que tuvo con el maestro Emeterio al permitir que continuara en su salón. Hasta ese memento todo transcurría con normalidad, comenzaron los juegos donde no participé debido a que sí se completaron los equipos, pues yo solo juego cuando no hay suficientes jugadores, entonces decidí ordenar los trabajos para entregarlos ese mismo día al Mtro. Isabel, terminé y se me prendió ir a la escuela a distribuir los libros de texto a los salones, todo muy bien, llegaron las muchachas de la cooperativa a arreglar el local, unos despistados del IEA llegaron buscando a Ulises para acomodarle unos mingitorios, le hablé para ponerlos en contacto pensando que esa era mi obra buena del día ya que tanto Ulises como los trabajadores me lo agradecieron, escuchando la radio de mi celular el tiempo transcurrió sin sentirlo hasta que me dieron las cuatro de la tarde, aproximadamente, entonces ya fatigado fui al atorón haber sí veía aun por ahí a Nemesio, pero como ya no se vio por ningún lado me compré varios refrescos amargos y decidí tomar tres al terminarlas acudí a mi casa, como ordinariamente lo hago, una camioneta en doble fila como de mudanza invadía la acera de enfrente de mi domicilio, por lo que estacioné mi auto al lado de ese vehículo, abrí el portón metí mi mueble y cerré la hoja que va primero, cuando me disponía a cerrar la otra vi cómo pasaba al lado de mi banqueta un joven acholado en bicicleta, acto seguido el de la mudanza se arrima y le da al menos tres piquetes con una navaja…estuve tan cerca que pude jalar al herido para dentro de mi casa y emparejar el portón, te juro compañero que lo hice sin pensar, por humanidad, como pude atranqué la puerta, de suerte que no forcejeó el malhechor ya que mi portón cierra solo con llave, esa fue una suerte, pasé de inmediato al herido al fondo de mi casa, intenté abrirle una puerta para que escapara, mientras me agradecía el acto heroico, me dijo -¡Gracias por salvarme! Me picó a traición. Yo le respondí

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