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La Buena Suerte


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2012  •  706 Palabras (3 Páginas)  •  632 Visitas

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Primera parte: El encuentro

Una hermosa tarde de primavera, Víctor, un hombre de aspecto elegante e informal, fue a sentarse al que era su banco preferido del mayor parque de aquella gran ciudad. Allí se sentía en paz, aflojaba el nudo de la corbata y apoyaba los pies descalzos sobre una mu¬llida alfombra de tréboles. A Víctor, que tenía sesenta y cuatro años y un pasado lleno de éxitos, le gustaba aquel lugar.

Pero esa tarde sería distinta de otras; algo inespe¬rado estaba a punto de ocurrir.

Se acercaba al mismo banco, con intención de sentarse, otro hombre, también en la sesentena, Da¬vid. Tenía un andar cansado, tal vez abatido. Se intuía en él a alguien triste, aunque conservaba, a su manera, un cierto aire de dignidad. David lo estaba pasando bastante mal en esos momentos. De hecho, lo había pasado mal durante los últimos años.

David se sentó junto a Víctor y sus miradas se cruzaron. Lo extraño fue que tanto uno como otro, los dos al mismo tiempo, pensaron que un vínculo los unía, algo conocido... muy lejano, pero íntimamente familiar.

—¿Tú eres Víctor? —preguntó David con precau¬ción.

—¿Y tú David? —contestó Víctor, ya seguro de que reconocía en aquella persona a su amigo.

—¡No puede ser!

—¡No me lo creo, después de tanto tiempo!

En ese instante se levantaron, se abrazaron y sol¬taron una sonora carcajada.

Víctor y David habían sido amigos íntimos en la infancia, desde los dos hasta los diez años. Eran veci¬nos en el modesto barrio donde vivieron sus primeros años.

—¡Te he reconocido por esos inconfundibles ojos azules! —le explicó Víctor.

—Y yo a ti por esa mirada tan limpia y sincera que tenías hace..., hace... ¡cincuenta y cuatro años! No ha cambiado en nada —le respondió David.

Recordaron y compartieron entonces anécdotas de la infancia y recuperaron lugares y personajes que creían olvidados. Finalmente, Víctor, que distinguía en la expresión de su amigo una sombra de tristeza, le dijo:

—Viejo amigo, cuéntame cómo te ha ido en esta vida...

David se encogió de hombros y suspiró.

—Mi vida ha sido un conjunto de despropósitos.

—¿Por qué?

—Recordarás que mi familia dejó el barrio en el que éramos vecinos cuando yo tenía diez años, que de¬saparecimos un día y nunca más se supo de nosotros. Resulta que mi padre heredó una inmensa fortuna de un tío lejano que no tenía descendencia. Nos fuimos sin decir nada a nadie. Mis padres no quisieron que se supiera que la suerte nos había favorecido. Cambia¬mos de hogar, de coche, de vecinos, de amigos. En ese momento tú y yo perdimos el contacto...

—¡Así que fue por eso! —exclamó Víctor—. Siempre nos preguntamos qué os había pasado... ¿Tanta fortuna recibisteis?

—Sí. Además, una parte importante de

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