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LA BUENA SUERTE


Enviado por   •  20 de Abril de 2013  •  11.952 Palabras (48 Páginas)  •  488 Visitas

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“LA BUENA SUERTE”.

CLAVES DE LA PROSPERIDAD

De FERNANDO TRÍAS DE BES MINGOT y ÁLEX ROVIRA CELMA

LA LEYENDA DEL TRÉBOL MÁGICO

1ª Regla de la Buena Suerte.

La suerte no dura demasiado tiempo, porque no depende de ti.

La Buena Suerte la crea uno mismo, por eso dura para siempre.

Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano, un mago llamado Merlín reunió a todos los caballeros del lugar en los jardines del castillo real y les dijo:

— Hace tiempo que muchos de vosotros me pedís un reto. Algunos me habéis sugerido que organice una competencia entre todos los caballeros del reino. Otros habéis pedido que organice un concurso con la lanza y la espada. Sin embargo, voy a proponeros un reto diferente.

La expectación entre los caballeros era máxima. Merlín continuó:

— He sabido que en nuestro reino, en un plazo de siete noches, nacerá el Trébol Mágico.

Hubo entonces un revuelo, murmullos y exclamaciones entre los presentes. Algunos ya sabían a qué se refería; otros, no. Merlín puso orden.

— ¡Calma, calma! Dejadme que os explique qué es el Trébol Mágico: es un trébol de cuatro hojas único, que proporciona al que lo posee un poder también único: la suerte sin límites. Sin límite de tiempo ni límite de edad. Proporciona suerte en el combate, suerte en el comercio, suerte en el amor, suerte en las riquezas... ¡suerte ilimitada! Funciona con niños y niñas, jóvenes, adultos, papás y hasta con abuelitos.

Los caballeros hablaban y hablaban entre ellos con mucha alegría. Todos querían encontrar el Trébol Mágico de cuatro hojas. Algunos hasta se pusieron en pie, lanzaron gritos de victoria e invocaron a Dios. De nuevo, Merlín les pidió que lo escucharan y les dijo:

— ¡Silencio! Aún no lo he dicho todo. El Trébol Mágico de cuatro hojas nacerá muy lejos, lejísimos de aquí, en el Bosque Encantado, más allá de las doce colinas, detrás del Valle del Olvido. No sé en qué rincón será, pero nacerá en algún lugar de ese bosque.

La alegría se terminó. Primero se hizo el silencio y después, los suspiros de desánimo y desconsuelo sonaron por los jardines del castillo. Y es que el Bosque Encantado era muy grande, tan grande que no alcanzaban varios días para atravesarlo. Se trataba de miles y miles de kilómetros de espeso bosque. ¿Cómo encontrar un trebolito de cuatro hojas en un lugar tan grande? ¡Hubiera sido cien mil veces más fácil buscar una aguja en un pajar! Por lo menos, ese sería un reto posible.

Por ser muy difícil encontrar el trébol mágico, la mayoría de los caballeros se dieron la vuelta y se fueron, quejándose y protestando por lo difícil que estaba el concurso. Algunos se enojaron tanto que le dijeron a Merlín, cuando iban saliendo:

— Avísame cuando tengas algún concurso que se pueda ganar—le decía uno.

— Si hubiera sabido que se trataba de algo así, no me hubiera molestado en venir —dijo otro.

— ¡Vaya concurso! ¿Por qué no nos mandaste al desierto a buscar un grano de arena azul? ¡Hubiera sido más fácil! —le dijo otro, muy enojado.

Uno tras otro, casi todos los caballeros salieron del jardín, se montaron en sus caballos y se fueron. Sólo dos caballeros se quedaron con Merlín.

— ¿Bueno? —preguntó entonces el mago—. ¿Vosotros no os vais?

Uno de ellos, que se llamaba Nott y llevaba una capa negra, le dijo:

— De verdad está difícil. El Bosque Encantado es enorme. Pero sé a quién preguntar. Creo que podré encontrar el trébol que dices. Yo iré a buscar el Trébol Mágico de cuatro hojas y ese trébol, será para mí.

El otro, que se llamaba Sid y llevaba una capa blanca, se mantuvo en silencio hasta que Merlín le preguntó. Entonces dijo:

—Si tú dices que el Trébol Mágico de cuatro hojas, el trébol de la suerte ilimitada, va a nacer en el bosque, significa que así será. Creo en tu palabra. Por eso iré al bosque.

Así pues, los dos caballeros se fueron al Bosque Encantado. Nott, en su caballo negro, y Sid en su caballo blanco.

2ª Regla de la Buena Suerte

Muchos son los que quieren tener Buena Suerte,

pero pocos son los que deSiden ir por ella.

EL GNOMO, PRÍNCIPE DE LA TIERRA

El viaje por el reino hasta el Bosque Encantado era largo, y les llevó dos días. Por eso les quedaban sólo de cinco días para hallar el lugar donde nacería el Trébol Mágico. No había tiempo que perder. A pesar de ello, ambos caballeros deSidieron descansar toda la noche antes de empezar la búsqueda.

Los dos habían hecho el viaje por separado y no se juntaron en las breves paradas que hicieron para dar de beber a sus respectivos caballos. Así que ninguno sabía en qué lugar del bosque se encontraba el otro.

El Bosque Encantado era un lugar muy oscuro. Los inmensos y tupidos árboles no dejaban pasar los rayos del sol ni la luz de la luna ni la luz de las estrellas. Por eso, era oscuro durante la noche y oscuro también durante el día. Esa noche fue fría y silenciosa. Tal vez porque los habitantes del Bosque Encantado ya se habían dado cuenta de que había dos nuevos visitantes.

A la mañana siguiente, muy temprano, Nott, deSidido a encontrar el trébol, pensó: «El Trébol Mágico nacerá en el suelo. ¿Quién es el que mejor conoce cada pedacito de tierra del Bosque Encantado? Muy fácil: el Príncipe de la Tierra. Es decir, el Gnomo. El Gnomo vive bajo el suelo y ha construido pasillos y corredores subterráneos por cada uno de los rincones del Bosque Encantado. Él me dirá dónde nacerá el Trébol Mágico de cuatro hojas».

Así pues, Nott, el del caballo negro y capa negra, preguntó dónde podía hallar al Gnomo a todos los extraños seres que encontró por su camino, hasta que finalmente lo encontró.

— ¿Qué quieres? —le preguntó el Gnomo—. Me han dicho que llevas todo el día buscándome.

— Así es —dijo Nott, mientras se bajaba de su caballo—. He sabido que dentro de cinco noches nacerá en el bosque el Trébol Mágico de cuatro hojas. Un trébol solamente puede

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