La realidad de un niño.

La realidad de un niño

Vivimos en una deshumanización altamente preocupante, multitudes de niños deambulan por las calles desde tempranas edades, sucios, harapientos, menores que venden en medio de las pistas, lustran zapatos, lavan carros, mendigan o peor aún están envueltos en la compra y venta de drogas, y la prostitución infantil. Se estima que en todo el mundo hay 150 millones de niños que trabajan o viven en las calles pero ¿cuál es la verdadera historia de los niños de la calle?

En el Perú, son muchos los motivos por el cual un niño está en la calle, por ejemplo, los problemas familiares (padres alcohólicos que constantemente maltratan a sus esposas e hijos) también existen los padres que explotan a sus hijos violentándolos a trabajar día y noche para llevar unos centavos al hogar, niños que quedan huérfanos de padre y madre a la edad de 8 años, forzándolos a buscar un nuevo hogar y una familia de su misma condición (más niños sin padres), otro ejemplo son los niños de la mala influencia social, niños que prefieren meterse al mundo de las drogas y vivir un mundo “alucinante” llenos de odio a la sociedad y rencor a sus padres.

Cada día más del 50% de los nacimientos en el mundo  es de un niño de un barrio marginal, donde no existe luz ni agua potable. Niños que desde el inicio, para algunos “sobran” o si no mueren de alguna enfermedad previsible, niños destinados a trabajar desde muy pequeños. Quizá terminen la escuela primaria, casi con seguridad no asistirán al colegio, ni mucho menos a la universidad  y tendrán que dedicarse al mundo del comerciante, ambulante o fabricante de alucinógenos.

Su trabajo será en las calles, sin la supervisión de sus padres, descalificados por la sociedad, “llamados pirañitas”, siempre en situaciones de riesgo social, con dinámicas violentas, con antecedentes de alcoholismo y con historias delincuenciales.

Gran parte de la crisis se encuentra en la misma sociedad, la cual es la familia, ésta es la raíz donde provienen todos los males sociales que agobia al ser humano y lejos de mirar esta raíz, nos preocupamos en cosas superficiales que no contribuyen a un avance positivo de valores, un claro ejemplo son las clases sociales que solo busca la “cultura del cemento” o más bien dicho la “selva de cemento” viendo como mejoran la infraestructura de la ciudad, con puentes, pistas, parques, y la parte vital que es reconstruir la vida familiar siempre queda de lado.

Yo no quiero gritar “la familia está llegando a su fin”, yo creo que los valores pueden renacer y la esperanza  de muchos niños por abrazar a sus padres, de tener una educación y una vida prospera siempre va a estar cerca.

Nuestro anhelo no solo es cuestionar  estos problemas, sino mostrar una salida para acabar con esta cruda realidad, recordemos que “pobreza no solo es falta de dinero sino falta de amor”

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