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Mirar A Quien Te Mira


Enviado por   •  18 de Enero de 2015  •  417 Palabras (2 Páginas)  •  141 Visitas

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Mirar a quien te mira

Jorge Torres ha muerto.

Quisiera escribir “se ha ido”, porque este eufemismo me abre la posibilidad de la esperanza, la esperanza de volverlo a ver. Ver como él lo hacía a través de la lente de su cámara, que no era más que la extensión mecánica –en tanto instrumento- de su alma.

Cuando lo conocí hace poco menos de diecisiete años, me parecía un hombre atemporal, con arrugas en el rostro que parecían encriptar no sólo el paso de los años, sino, y por sobre todo las heridas de la guerra de la vida.

Había estado, igual, muchos años en el PRI, como fotógrafo de batalla, de talacha, del día a día. En efecto le tocó retratar muchas campañas de candidatos a diputados, presidentes municipales, gobernadores. Pero cada uno de ellos, quería tener a su fotógrafo-pintor, que le acompañara a todas partes.

En ese tiempo tenía que fotografiar a Mario Marín, quien se estrenaba como dirigente, y como político de templete. Es muy difícil, me decía, no copera, es muy rígido, no puedo tomarle buenas fotos. Se quejaba, como sólo él sabía hacerlo. Con el rostro duro como roca, con el puño cerrado y el codo flexionado cual gatillo, dirigiéndose a mis partes blandas –como boxeador- en franca amenaza porque no le resolvía su inquietud. Su brazo se tensaba conteniendo una carcajada, que al final lograba soltar, y que me invitaba a compartir esa melodía estruendosa.

Llevaba también, me dijo, años sin tomar, pero los compensaba bien fumando, y repartiendo cigarros a quien se le acercaba con la amenza-ofrecimiento de: “fúmate un cigarro, no seas mamador”. Se reía de los políticos que con su sueldazos no se ruborizaban al pedirle-exigirle que les regalara un cigarro.

Marín invitó a Jorge a su campaña como candidato a la presidencia municipal de Puebla, y luego del triunfo, hizo lo propio para que se fuera a trabajar al ayuntamiento. Era la primera vez, en muchos años, que tendría un trabajo estable, que no tendría que preocuparse si esa quincena les pagarían o no, como a menudo ocurría en el partido. Tendría aguinaldo, seguridad social. Pero por sobre todas las cosas, este ofrecimiento representaba la oportunidad de ser mirado, por uno de los cientos que tuvo que mirar para tomarles fotografías empapadas de culto a la personalidad.

Alguien lo volteó a ver y le tomó la mejor fotografía de su vida, la de ser reconocido como sujeto.

Ojalá antes de partir haya podido decirle a alguien: “fúmate un cigarro, no seas mamador”.

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