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Monologo De Sherlock Holmes


Enviado por   •  19 de Octubre de 2012  •  1.055 Palabras (5 Páginas)  •  5.282 Visitas

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Monólogo De Sherlock Holmes

Sherlock Holmes:

Todo mi método portentoso se resume en un solo principio, una regla áurea que rige cada una de las investigaciones que emprendo: cuando todas las restantes posibilidades han sido descartadas, la última posibilidad restante, por improbable y asombrosa que sea, debe ser cierta. Como puede, verse; éste es un presupuesto lógico, no ético, una exigencia metodológica, no un imperativo moral; y, sin embargo, ¿no proviene de aquí también toda ética, junto con la más correcta perspectiva científica?

En mi caso, al menos, el rigor del raciocinio es inseparable de la energía justiciera del corazón... En efecto: creo que la virtud no es una gracia caída de lo alto a ciertos individuos piadosos o un dócil doblega miento ante una ley divina o humana, sino la única decisión posible en unas circunstancias dadas. Y cuando digo "única" me refiero a la única que permite triunfar, salir con bien, a la más fuerte, a la que comporta menos carga de muerte.

Lo mismo que en una investigación la última posibilidad que queda por examinar, aunque sea portentosa o desconcertante, es forzosamente más fuerte que todas las imposibilidades que puedan acumularse para explicar los hechos, así también en cada caso hay una línea de acción posible que, tras su apariencia quizá paradójica o cruel, es expresión viva de la auténtica virtud en marcha, de la moral más enérgica...

En los casos de mi archivo cuya crónica hizo pública el afectuoso celo de mi amigo el doctor Watson, hay numerosos ejemplos de la aplicación más extrema del citado principio, tanto en su faceta teórica como en su consecuencia ética. Y así verbigracia, mostré nítidamente que sólo un sabueso de carne y sangre pudo dejar huellas perceptibles en las sombrías alamedas de Baskerville, pese a que una mente más débil, menos inclinada a lo auténticamente fantástico como la mía, habría terminado por creer en un can espectral que cumplía una remota maldición; esta última solución; efectivamente, era en realidad la menos fantástica, la más vulgar también, aunque de modo aparatoso: creer en el fantasma era una forma de pereza intelectual reñida con la genuina fantasía, con esa fantasía emprendedora que me llevó a mí a capturar al sabueso real

y a volverlo contra su criminal hostigador.

Tales son los casos de mi especialidad: aquellos en que lo imposible parece lo único probable. Y tal es mi auténtica fuerza: conceder siempre más respeto a lo posible que a lo simplemente verosímil, a lo que el intelecto perezoso considera probable para huir de la auténtica y oculta posibilidad: Ahora bien, en materia moral este principio es de aplicación mucho menos evidente, mucho más litigiosa.

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