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Movimientos


Enviado por   •  15 de Octubre de 2014  •  2.246 Palabras (9 Páginas)  •  189 Visitas

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MOVIMIENTO INQUILINARIO DE PANAMA EN 1925

El año 1925 marca un hito para la historia de las reivindicaciones populares. Ese año estalló el Movimiento inquilinario. Se blandía amenazante un “precio de arrendamiento desorbitado”. Pero la situación de los inquilinos panameños subió su temperatura cuando se activó una ley para reformar el Código Fiscal, con la que se disponía gravar la propiedad urbana de manera sobredimensionada. “Los arrendadores alzaron inmediatamente su voz de protesta, alegando que se les estaba imponiendo una carga onerosa e injusta”. Se erizaron huelgas.

-- ¡No al alza de los arrendamientos!, gritaron unos.

-- ¡No a las reformas fiscales!, secundaron otros.

Demetrio Porras, quien, como veremos, fundó el Partido Socialista, expuso su versión: “Este movimiento tuvo sus orígenes conocidos hacia el año 1925, cuando el alto costo de la vivienda obligó al pueblo a una protesta que se manifestó por las calles. Alarmado el Presidente Chiari ante la magnitud del problema llamó para aplacarle a las tropas americanas acantonadas en la Zona del Canal, las que mataron más de veinticinco inquilinos pobres e hirieron a muchos más, por el solo delito de pedir la rebaja de los alquileres”.

El intelectual Álvaro Menéndez Franco, en un escrito elaborado bajo el título “Origen, auge y decadencia del comunismo en Panamá”, lo describe así: “En mayo de 1925 un grupo de revolucionarios de diversas confesiones ideológicas fundaron la liga inquilinos y subsistencias de Panamá en la calle 12 de octubre del barrio de Marañón en el cuarto inquilinario de Pedro Regalado Castillo, obrero de ideas comunistas. Junto a él estuvieron Luz de la C. Castillo, Feliciano Lara, José Lisímaco Castillo, Fermín Jaén y José Camarena. Paralela a esta organización social en la calle 13 oeste, barrio de Santa Ana, se formó un “grupo comunista” presidido por el poeta, educador y ex soldado español José María Blásquez de Pedro. Este personaje se definía como “comunista libertario” o sea anarquista, pues se oponía a todos los partidos políticos y pregonaba la acción directa. Pero en el grupo militaban otros que estaban en favor de la fundación del Partido Comunista de Panamá”. Añade que: “Acompañaron a la Liga varios socialistas que habían fundado el organismo llamado “Los Rotarios de Santa Ana”. Entre estos socialistas se pueden citar a Diógenes de la Rosa, Gavino Sierra Gutiérrez, Lucío Rodríguez, José Brower y Carlos Sucre”.

Desarrollo de los hechos del movimiento inquilinario de panamá en 1925

He titulado el capítulo en esta forma, porque considero que son ellos, los hechos, los que se constituyen en esencia y acicate de esta pequeña aportación histórica. Y son esos hechos o una gran mayoría de ellos los que, traspasando las dimensiones del tiempo y las mistificaciones de los historiadores, nos impelen hoy a que los plasmemos en un sitio seguro donde puedan hacer fluir, libremente, toda la verdad en ellos contenida. Quizás sea, en este aparte, donde posiblemente se encuentre la satisfacción a ciertas interrogantes que algunas generaciones panameñas se han venido planteando en tomo al Movimiento Inquilinario. Interrogantes para las cuales no se encuentran todavía, en la actualidad, respuestas aceptables en nuestro vasto campo historiográfico. Iniciamos, pues, este importante y esclarecedor capítulo.

Las causas de este movimiento

El problema Inquilinario en la década del veinte no fue un problema exclusivo de nuestro país; ya sus vientos soplaban en forma amenazadora en otros lares, haciendo tambalear la estructura económico social de países como Chile (Antofagasta, Valparaíso y Santiago), España (Madrid y Bilbao), y México. Y tanto allá como acá el problema presentaba sus eternas características: un precio de arrendamiento desorbitado concomitante a una habitación huérfana de sanidad, luz y aire. No otra cosa se desprende del siguiente párrafo de un artículo que elaboró, en marzo de 1925, el periódico chileno "El Mercurio", donde criticaba crudamente la actitud de indiferencia que el gobierno de su país prodigaba al problema inquilinario. Textualmente decía dicho párrafo que:

"Se edifica muy poco para la clase obrera y para la clase media de empleados que es la que más sufre con el elevado alquiler de habitaciones deficientes en cuanto a higiene y comodidad"

Pero la situación de los inquilinos de esos países palidecía ante la situación que confrontaban, por esa misma época, los inquilinos panameños. A estos últimos, la susodicha situación se les tornó crítica y asfixiante al arribar el año de 1925. Porque es en este año, precisamente, cuando se pone en vigencia la Ley destinada a hacer reformas y adiciones profundas al Código Fiscal. Dicha Ley fue, la 29 de 1925 (Véase Apéndice Documental), la cual, disponía gravar la propiedad urbana en un cinco por mil (5 x 1000), sobre el valor catastral de la propiedad, en vez del impuesto del 2% sobre la renta bruta probable anual, que era la que se había cobrado hasta la fecha. La mencionada Ley, creación del Dr. Eusebio A. Morales, quien por esa época estaba a cargo de la Secretaría de Hacienda del Gobierno Chiarista (Rodolfo), alteraba ostensiblemente el sistema tributario que regía sobre la propiedad urbana y rural. Los arrendadores alzaron inmediatamente su voz de protesta, alegando que se les estaba imponiendo una carga onerosa e injusta. Aunque, en el fondo, dicha protesta nacía y se alimentaba de la merma inevitable que produciría en sus ingresos la justa y plausible Ley. Para impedir esto, había que tomar una decisión, y la tomaron. Y esta fue la tradicional e inhumana de siempre: hacer recaer el peso del nuevo impuesto sobre la masa de inquilinos pobres, y crear así, una situación conflictiva que pondría de manifiesto ante el Ejecutivo la no-viabilidad del contenido de la Ley. Se produce así, en las ciudades de Panamá y Colón, un alza violenta e insólita del arriendo. Tan exagerado fue éste que Tomlinson nos dice que:

"... excedió de un 25 a un 50% sobre el precio de las habitaciones vigentes entonces" .

Esto, como era natural, produce un impacto tremendo en las masas inquilinarias. A pesar de que la situación económica para ellas no era todavía difícil, porque las construcciones que por esos días estaban muy activas absorbían la mayoría de sus integrantes.

Pero la actitud de los arrendadores no era sólo expoliadora, sino también, deshonesta. Expoliadora porque, como ya lo he señalado, se trocaba en un golpe directo y hasta

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