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SIMON RODRIGUEZ

Sol MaielloDocumentos de Investigación21 de Noviembre de 2022

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Simón Rodriguez

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¿Quién fué Simón Rdriguez?

Simón Narciso Jesús Rodríguez fue un maestro, pensador, pionero de la educación y pedagogo venezolano, nacido en Caracas el 28 de octubre de 1769. Fue un hijo expósito, es decir "hijo natural", estos nacían en secreto y en secreto eran abandonados acompañados por una nota que indicaba su condición de blanco para que no perdiera su calidad social.

Inició su extensa carrera en la docencia en el año 1791, fue maestro y dirigió algunas escuelas. Él se encargó de la formación de Simón Bolívar “el Libertador” (militar y político venezolano que lideró las campañas que dieron la independencia a varias naciones americanas como Venezuela, Colombia y Ecuador, entre otras).

Para finales del año 1793, llegó a tener bajo su pupilaje a un grupo de 114 niños. Ese mismo año se casa con María de los Santos Ronco.

En el año 1794 presenta al Ayuntamiento[1] un escrito titulado: “Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento”. En este, Simón Rodríguez, señala la influencia perjudicial que ejercen muchos que se dedican por su cuenta a la enseñanza y los bajos e insuficientes sueldos que se asignan a los maestros de profesión. También propone crear nuevas escuelas, incorporar más alumnos a la educación, extenderla a todas las comunidades y defiende la inclusión de pardos y morenos en las escuelas de primeras letras.

Luego, en el año 1795, el Cabildo[2] aprueba, provisionalmente, su plan de reforma a la educación primaria pero la Real Audiencia lo rechaza. Es por esto que Simón Rodríguez renuncia a la escuela, dejando plasmado su pensamiento crítico sobre el estado de la educación y nuevas ideas para reformarla.  

En el año 1797, Simon salió de Venezuela, algunos() dicen que fue por el fracaso de una tentativa revolucionaria en la que se vio involucrado y que fue expulsado, y otros aseguran que se fue él por el descontento con el régimen español. Simón Rodriguez, o también conocido como Samuel Robinson (nombre que adoptó en el exilio para evitar ser apresado por los realistas), realizó innumerables viajes por Europa y América. Algunos países en los que vivió fueron: Jamaica, Estados Unidos y Francia. En este último abre una escuela para la enseñanza del español.

De acuerdo con todas las biografías de Rodríguez, en el año 1805, el maestro rescata a un Bolívar abatido por la pérdida de su esposa y juntos emprenden un largo viaje hasta Italia, cruzando a pie los Alpes. 

Para la tradición académica, el viaje de Rodríguez y Bolívar por el viejo continente es interpretado como un proceso iniciático en el que el viejo maestro ilustrado y republicano, pasa a su discípulo las ideas que más tarde materializa en el campo de batalla y en la gestión política en América. En Milán, ambos presenciaron la coronación de Napoleon Bonaparte como rey de Italia. Este viaje llega a su fin en Roma, en el año 1815 pero Rodriguez inicia otro viaje por Europa, donde pasó 17 años en soledad. Vivió en Italia, Alemania, Rusia, Polonia y Londres.

En Londres estudió sobre el sistema pedagógico lancasteriano e inventó un novedoso sistema de enseñanza destinado al buen aprendizaje y uso de la escritura.

Para el año 1823, Simón Rodríguez regresa a América, más precisamente a Colombia. En Bogotá, sus primeros pasos junto a Simón Bolívar se encaminaron a instalar una Casa de Industria Pública para habilitar maestros de todos los oficios. La escuela como una casa donde se produce y se crean pedagogías y trabajos. Sin embargo, el proyecto no fructificó por la falta de recursos económicos.

Luego, emprenden un viaje por Perú y Bolivia. En Lima, Rodríguez le presentó a Bolívar sus planes pedagógicos para implantarlos en las escuelas que ‘El Libertador’ ya trataba de fundar en toda América y que estarían bajo la dirección del educador.

El maestro organizó una casa de estudios; después fundó un colegio para varones en Cuzco y otro para niñas, un hospicio y una casa de refugio para discapacitados. De esta forma, Rodríguez quedó incorporado a su equipo de colaboradores ya que Bolívar lo nombró director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y Artes, y también director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana.

El primer día del año 1826 comenzó a funcionar la llamada Escuela Modelo, que en apenas unos meses ya tenía 200 alumnos. El plan de enseñanza diseñado por Simón Rodríguez era muy original: se agrupaba a los alumnos y se mezclaba la técnica y el espíritu. Los niños, entregados por entero a las tareas de aprendizaje, incluso en los ratos de ocio, eran observados por personal facultativo para identificar las inclinaciones de cada alumno. Pero aquellos métodos no eran comprendidos ni aceptados al ser excesiva la inversión que se necesitaba, por lo que Rodríguez acabó renunciando a su cargo y, muy decepcionado, escribió una carta a Bolívar en la que se quejaba amargamente de la incomprensión que había padecido.

En 1828 publicó su primera obra, titulada “Sociedades americanas en 1828; cómo son y cómo deberían ser en los siglos venideros”. En ella defendía el derecho de cada persona a recibir educación por su importancia para el desarrollo político y social de los nuevos estados americanos.

En su obra distingue educar de instruir. Para Rodríguez la educación es un trabajo que exige crítica y comprensión de lo aprendido. A diferencia de Lancaster, la enseñanza excede ampliamente al trabajo memorístico y repetitivo de los alumnos. La comprensión y reflexión de lo enseñado es un elemento central en su propuesta. Por ello sostiene que enseñar “Es hacer comprender. Es emplear el entendimiento, no hacer trabajar la memoria” (Rodríguez, 1999, TI, p. 399). El proyecto político-pedagógico de Rodríguez es la educación popular: educación que implica la existencia de un “estado educador” (Roig, 1976, p. 179). Frente a las escuelas de la colonia, propone la creación de escuelas para la Patria, de escuelas para las “Nuevas Repúblicas” (Rodríguez, Tomo I, 1988, p. 333), ya que es necesario que el gobierno establezca “una Escuela en que se enseñe lógica, Idioma y Cálculo” (p. 401). La tarea es pedagógica y política. Por lo tanto, el maestro de niños “debe ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad”

En el año 1830, la intención pedagógica de su método quedó señalada en el escrito “El libertador del Mediodía de América”, aquí plantea que la intención no era llenar el país de artesanos rivales o miserables, sino instruir y acostumbrar al trabajo, para hacer hombres útiles, asignarles tierra y auxiliarlos en su establecimiento; en otras palabras, se trataba de colonizar al país con sus propios habitantes. De esta manera, hacía visible a la población que hasta ahora había sido excluida de las políticas de gobierno y revalorizaba los mal llamados oficios bajos, invitando a la mayoría de los marginados a aprender bien su labor.

De Lima se trasladó, en 1834, a Chile, invitado por el intendente de la ciudad de Concepción para llevar a cabo “el mejor plan posible de educación científica” en el Instituto Libertario de Concepción. Allí publicó su libro “Luces y virtudes sociales”. Seguidamente editó en la misma ciudad el “Informe sobre Concepción después del terremoto de febrero de 1835”. Aquel terremoto acabó con todo, incluyendo la estancia de Simón Rodríguez en esa ciudad. Se marchó a Santiago de Chile y tuvo un reencuentro con Andrés Bello, del cual surgiría el impulso de la universidad fundada por el humanista.

También estuvo en Valparaíso, ciudad en la que también se dedicó a la enseñanza, aunque con un método bastante original para la época en la clase de anatomía, ya que se desnudaba y caminaba por el salón para que los alumnos se hicieran una idea del cuerpo humano. Por supuesto, esta didáctica también fracasó y sufrió el rechazo de la sociedad, volviendo a terminar arruinado.

Su situación personal y, sobre todo profesional, con los continuos fracasos, le hicieron temer por sus ideas y sus obras, hasta tal punto que en 1842 escribió: “- La experiencia y el estudio me suministran luces, pero necesito un candelero donde colocarlas: ese candelero es la imprenta. Ando paseando mis manuscritos como los italianos sus Titirimundis. Soy viejo y, aunque robusto, temo dejar, de un día para otro, un baúl lleno de ideas para pasto de un gacetillero que no las entienda. Si muriera, yo habría perdido un poco de gloria, pero los americanos habrían perdido algo más”.

En Lima reeditó la obra “Sociedades americanas” y de ahí viajó a Ecuador. Fue acogido por un sacerdote, quien se empeñó en que fuera maestro de Agricultura en el Colegio de San Vicente. Sin embargo, terminó siendo profesor de Botánica en el centro escolar.

No le bastaba con dictar clases, así que también fundó una fábrica de pólvora y publicó un folleto sobre la ‘Fabricación de pólvora y armas con otras enseñanzas generales’, en cuyo prólogo escribió que “la pólvora es aquí el pretexto para tratar de la educación del pueblo”. Más tarde partió a Quito y fundó otra fábrica de velas, antes de regresar a Colombia y, desde ahí, nuevamente a Quito en el año 1853.

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