Alcoholismo

Desde la antigüedad el hombre ha consumido bebidas alcohólicas como un elemento indispensable de fiestas y rituales, así como también su consumo se ha asociado al bienestar del organismo. Estas bebidas contienen en distintas proporción alcohol etílico o etanol, el cual se obtiene por procesos de fermentación del azúcar presentes en frutas (manzanas, uvas) o granos (por ejemplo la cebada), papas o la caña de azúcar.

Actualmente en Argentina, como en el resto del mundo, el alcohol es considerado una droga “legal”, es decir, su consumo y comercialización masiva son socialmente aceptados, a pesar que su uso crea serios problemas de adicción en las personas.

ALCOHOLISMO

El alcoholismo es causado por el consumo descontrolado de bebidas alcohólicas. Las personas alcohólicas desarrollan una adicción al alcohol, lo que quiere decir que dependen tanto física como psicológicamente dice su consumo, lo que provoca efectos nocivos sobre su salud y también en su vida familiar y social.

Como el alcohol es una droga que actúa sobre el sistema nervioso central (SNC), su consumo prolongado puede llevar a la necesidad de seguir bebiendo. De esta forma quienes han desarrollado dependencia al alcohol experimentan lo que se conoce como tolerancia, que consiste en que cada vez se necesitan beber cantidades mayores de alcohol para lograr los efectos deseados y además, suspender su consumo sufren una serie de severos síntomas denominados síndrome de abstinencia entre los cuales se encuentran insomnio, ansiedad, sudoración, aumento de frecuencia cardiaca y de la presión arterial e, incluso, en algunos casos, convulsiones. La abstinencia se desarrolla por que el consumo prolongado de bebidas alcohólicas provoca que el cerebro se adapte a la presencia del alcohol y no puede funcionar correctamente en la ausencia de este.

FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL CONSUMO

El alcoholismo no tiene una única causa, sino que existen varias condiciones que pueden gatillar su desarrollo. Por ejemplo problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad o la baja autoestima pueden llevar a una persona a consumir grandes cantidades de alcohol por un tiempo prolongado como una forma de alivio; otros factores pueden ser de tipo social, por ejemplo la presión del ambiente que rodea al individuo, la disponibilidad inmediata de bebidas alcohólicas, y la influencia de los medios de comunicación. Además, diversas investigaciones sugieren que existen genes que predisponen al alcoholismo. Sin embargo, aun no es claro el modo de acción de estos genes. Finalmente, las personas que tienen una historia de alcoholismo familiar (madre y/o padre alcohólicos) tienen mayor riesgo de desarrollar alcoholismo que una persona que no ha pasado por esa situación.

Algunas situaciones pueden favorecer un consumo excesivo de alcohol. Es importante estar atento si se da alguna de estas situaciones:

• situación familiar en crisis

• rendimiento escolar y/o laboral deficiente

• dificultades en el uso del tiempo libre

• trastornos del comportamiento alimentario

• depresión

• ausencia de expectativas

• ausencia de responsabilidades

• dificultad para la comunicación y relación con otros

• actitudes consumistas

ALCOHOLEMIA

Al consumir bebidas alcohólicas, el etanol que contienen es absorbido directa y rápidamente en el estomago y en el intestino delgado. Esto ocurre debido a que el alcohol etílico no pasa por el proceso de digestión realizado por las enzimas de los jugos digestivos. Así el etanol pasa directamente a la sangre, que lo transporta a los diferentes tejidos del organismo.

La concentración de alcohol etílico en la sangre se denomina alcoholemia, y es directamente proporcional a la cantidad de alcohol digerido. El máximo nivel de alcohol en la sangre se alcanza después de 15 a 20 minutos de haber bebido el ultimo trago, dependiendo si la persona esta en ayunas o si ha comido algún tipo de alimento, respectivamente. El etanol que circula por la sangre es excretado del organismo solamente si es metabolizado por el hígado, es decir transformado en

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