Aplicación de la teoría de diseño

Ya en los últimos años del siglo XX la palabra diseño adquirió una connotación poco menos que mágica: recordemos a la escuela Bauhaus, que aplicó las teorías del diseño con un sentido artístico a los objetos fabricados en serie. Se ha explotado su prestigio en manos de la comercialización desmedida, desde cigarrillos hasta sofisticados automóviles. El diseño pasó a ser una actividad que penetra en todos los aspectos de la vida cotidiana.

El diseño es entonces una disciplina fundamental; hoy no se concibe nada sin un diseño, sin un esfuerzo por pensar creativamente en la comodidad y estética de lo que se va a usar.

Dos preguntas son de suma importancia dentro del diseño, para empezar a trabajar en la dirección correcta:

¿Cómo distinguimos un acto creador?

¿Cómo establecemos si cumple su finalidad o no?

El diseño no es una isla respecto de los grandes cambios que generó el siglo pasado, y por tal razón no se concibe el trabajo sin la ayuda de la informática y su principal herramienta: la computadora. Diseño y computadora son hoy inseparables.

Para hablar de diseño debemos hacer hincapié en lo que se denomina arte digital, señalando esta disciplina como de aplicación artística.

Sabemos que al decir "arte digital" se están desatando posiciones encontradas y a menudo irreconciliables. Sólo las señalaremos. Por un lado:

se desestiman las nuevas tecnologías argumentando pérdida del oficio artístico (habilidad manual y técnica);

se les adjudica trivialidad, porque se simplifica la ejecución de la obra dejándola "a cargo" de un software "x";

se piensa que todo el proceso de creación práctica de la obra se ve "enfriado" por la utilización de una máquina, cuando debería tratarse de una cuestión más espiritual.

Y por otro lado se encuentran quienes sostienen que:

contribuyen a la ampliación, enriquecimiento y difusión de las obras y del conocimiento en general;

han producido un nuevo lenguaje estético por la posibilidad de fusionar el sonido, la animación, el video, la imagen, textura y color;

generan un espacio inconmensurable muy propicio para la difusión de la obra, gracias a las redes informáticas como internet;

se achican los tiempos en la concreción de la obra;

se ahorran materiales, incluso en los bocetos (diseño de la obra);

si la informática ha modificado las actividades del hombre, el arte, como fuente inagotable de creatividad de la sociedad, no puede ser una excepción.

Estamos presenciando una expansión en el conocimiento humano que nos hace, a la vez, más vulnerables al temor al cambio. No es sencillo dejar las aguas tranquilas de lo conocido para sumergirnos dentro del mar de lo nuevo, de lo desconocido, de la aventura. Pero no podemos dejar de señalar también una postura que está muy de moda en estos momentos: hay quienes consideran sólo la habilidad para manejar un determinado software de diseño pasando por alto la organización de las imágenes con un sentido artístico. No sirve de nada saber usar perfectamente un software si no se conocen los fundamentos del diseño.

Pero nos estamos olvidando de algo que esencialmente siempre coexistió dentro del arte, que fue de la mano de los avances tecnológicos. Lo que importa es el mensaje, o sea lo que se comunica. De nada sirve la tecnología en el arte si no va acompañada de algo para decir.

El artista genera nuevas visiones que le son útiles a la comunidad, crea nuevos mundos. Artista es aquel que puede ver lo que el común de la gente pasa por alto. Justamente lo que lo hace artista es la perspectiva o, mejor dicho la percepción que tenga para captar (al modo de

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