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Aspectos Sociales Dle Niño Con SIDA

ivetterj23 de Septiembre de 2012

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ASPECTOS SOCIALES DEL NIÑO CON SIDA.

Estamos seguros que el SIDA no solamente es una enfermedad actual, sino que es un gran problema de salud pública y una preocupación social. A principios de la década de 1980 el SIDA estuvo vinculado a la población masculina de homosexuales y, poco después, se denominaron a otras minorías como "grupos de riesgo" (prostitutas, drogadictos intravenosos, etc.). Hoy, todavía la sociedad continúa en esta estigmatización de grupos y personas que tienen el infortunio de la infección VIIU SIDA, no obstante que el padecimiento se ha difundido entre las más diversas escalas y grupos sociales. En 1987 la relación de enfermos era de una mujer por cada 23 hombres. En 1990 esta relación fue de 1 por 7 y para los últimos reportes obtenidos en México a la fecha de que ésto se escribe es de 1 por 6 en adultos y 1 a 2-3, entre los niños. Lo anterior pone de manifiesto que no sólo las llamadas "prácticas de riesgo" son importantes para la trasmisión de la infección, sino que ésta ha alcanzado sectores de la población otrora considerados "a salvo", es decir mujeres monógamas y niños.

Entre junio de 1991 y mayo de 1992 el Colegio de México, coordinado por el área de estudios psicológicos creó "El programa de investigación social de SIDA en México" a fin de reconocer la vinculación de la mujer con el padecimiento y la problemática particular en la población femenina. Desde la aparición de los primeros casos de VIH/SIDA, los medios masivos de comunicación han dedicado espacios no siempre objetivos a la enfermedad; habiéndole denominado "la enfermedad del siglo", su abordaje va desde el carácter puramente informativo hasta la exposición de juicios condenatorios y prejuicios morales. En el estudio mencionado se sustenta que existe un bajo nivel de conciencia en las mujeres respecto al riesgo de contraer la infección, al parecer, el poseer información de la enfermedad, sus vías de contagio y formas de prevenirlo, no implica necesariamente la adquisición de conciencia y la adopción de un comportamiento preventivo.

El histórico periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA, de junio de 2001, se celebró para reunir al mundo con miras a adoptar un plan integral para derrotar la epidemia de VIH/SIDA. En consecuencia, los Estados Miembros adoptaron la Declaración de Compromiso sobre el VIH/SIDA”: el primer plan de trabajo mundial contra el SIDA.

La Declaración es un marco para asociaciones amplias y un instrumento para la aplicación de estrategias específicas que involucren a los gobiernos y a todas las comunidades, incluidos los jóvenes y las personas que viven con el VIH/SIDA.

En un mundo donde 11,7 millones de niños y jóvenes están viviendo con el VIH/SIDA, la Declaración centra una atención especial en sus necesidades y sus derechos. Fija metas claras para prevenir la transmisión maternoinfantil, para dispensar asistencia a los niños afectados por el SIDA y para proteger a los niños contra la epidemia, así como para establecer calendarios para la consecución de esas metas decisivas.

La vinculación del SIDA con la sexualidad que, si bien resulta una realidad imposible de negar, se ha cargado de matices no siempre apega dos a la misma y que dificulta el enfrentamiento femenino con el tema inmerso en múltiples significados morales; "la enfermedad ha sido considerada como calamidad que uno mismo se ha buscado", como un mal no sólo debido al exceso sexual sino a la perversión sexual. Se ha supuesto que la adquisición sexual de la infección se contrae voluntariamente y por consiguiente más reprobablemente. "Sexo, SIDA y muerte es una amalgama central en la vida conformando una amenaza real que no se puede negar".

Por otra parte, el incremento del número de mujeres infectadas por el VIH, independientemente si pertenecen a grupos de riesgo o no, conlleva implícita la posibilidad de la transmisión a la descendencia a través de la vía perinatal. Con base en las experiencias reportadas y hasta antes de los primeros esfuerzos por disminuir los porcentajes de transmisión con el uso preventivo de antirretrovirales durante la gestación, se estimaba que en México uno de cada cuatro niños hijos de mujeres infectadas, adquirirían de ellas la infección; sin embargo, de generalizarse esta práctica preventiva la tasa esperada no sería mayor a uno de cada diez de los hijos expuestos. Esta situación nos obliga a razonar la necesidad de que el feto contemplara una conformación legal y adquiriera un derecho a la vida y la salud, al establecer un escrutinio obligado en toda mujer embarazada en búsqueda de anticuerpos contra el VIH e inicio de tratamiento preventivo, en la que se identificara como positiva, pensamiento que se contrapone a lo establecido actualmente en relación al derecho de decisión informada y confidencialidad para la realización de este examen diagnóstico.

De igual forma, si el componente psicosocial en la mujer infectada por el VIH es complejo, el panorama del hijo infectado no es nada halagador; diversos estudios han demostrado un importante número de trastornos psicosociales que el paciente pediátrico hijo de una mujer embarazada está destinado a sufrir, tanto desde el punto de vista clínico como psicológico, con implicaciones de carácter tanto éticas como de salud pública.

Con relación al aspecto clínico en el niño infectado conforme progresa la misma, es conocido como dato cardinal el retraso del desarrollo psicomotriz, con disminución paulatina pero constante de las esferas cognoscitivas y de lenguaje.

El retraso del desarrollo se marca principalmente en el área de las habilidades motoras finas y gruesas, mismas que se incrementan de acuerdo al avance del daño al sistema nervioso central; de igual forma el curso del deterioro del área cognoscitiva puede ser variable, con la presencia de fases estáticas o fases de deterioro súbito y progresivo con pérdida de los puntos de referencias, con una evolución final a la declinación.

Por otra parte, en niños escolares con la infección se han determinado patrones depresivos, caracterizados por apatía, automarginación social y anorexia. Aunque no está bien establecida la causa de la misma, se considera que el SIDA por ser una enfermedad crónica y debilitante, favorece la instalación de cuadros de dependencia patológica del paciente; si a ésto se le suma el dolor, el aislamiento y la disyunción familiar el efecto depresivo se sinergiza.

De igual manera que en el adulto, las fases finales de demencia y psicosis encontradas en la encefalopatía demencial por el VIH, han sido reportadas en niños de 12 años, con presencia de crisis psicóticas asociadas a alucinaciones visuales y desorientación.

Quizás el mayor impacto psicosocial es observado en la familia con la desintegración paulatina de la misma; no es raro encontrar casos de padres infectados que cursan su enfermedad en forma concomitante con el hijo, donde los padres enfermos, con dificultad podrán atender las necesidades tanto de salud como emocionales de su hijo infectado, en especial porque un gran número de estas familias en México forman parte de grupos económicamente marginados y que subsisten con un mínimo de recursos, lo que sumado en gran parte al bajo nivel cultural encontrado, contribuye a la pobre respuesta de los programas preventivos de salud.

Rubro aparte juega el niño no infectado pero hijo de padres infectados, quien enfrentará en un futuro no muy largo, la posible pérdida de sus padres biológicos con la marginación social que este estigma establece.

Toda esta problemática, alrededor del niño infectado o hijo de padres infectados, nos obliga a buscar la integración total del manejo multidisciplinario, donde grupos de apoyo psicológico y de trabajo social se involucren en el soporte terapéutico de éstos, lo que nos permitirá no sólo conocer mejor la enfermedad, sino establecer una mayor estructura para ofrecer una mejor calidad de vida a estos pacientes.

Los jóvenes se encuentran en el centro de la epidemia de VIH/SIDA. Su comportamiento, el grado de protección de sus derechos y los servicios e información que reciban pueden ayudar a determinar la calidad de vida de millones de personas. Los jóvenes son particularmente sensibles a la infección por el VIH, y también soportan la carga de cuidar a sus familiares que viven con el VIH/SIDA. En todo el mundo, el SIDA está minando las oportunidades de que los jóvenes tengan una vida adulta sana. Sin embargo, son los jóvenes quienes brindan la mayor esperanza de cambiar el curso de la epidemia.

EXTRACTO DE LA DECLARACIÓN DE COMPROMISO SOBRE EL VIH/SIDA.

Para 2003, asegurar el establecimiento y la ejecución de estrategias y planes de financiación nacionales multisectoriales para luchar contra el VIH/SIDA que: se refieran a la epidemia en términos directos; hagan frente al estigma, el silencio y la negación de la realidad; tengan en cuenta las dimensiones de género y de edad de la epidemia; eliminen la discriminación y la marginación; entrañen la colaboración con la sociedad civil y el sector empresarial y la plena participación de las personas que viven con VIH/SIDA, las que pertenezcan a grupos vulnerables y las que se encuentren más expuestas, especialmente las mujeres y los jóvenes; se financien en la medida de lo posible con cargo a los presupuestos nacionales sin exclusión de otras fuentes, la cooperación internacional entre ellas; promuevan y protejan plenamente todos los derechos humanos y libertades fundamentales, incluido el derecho al más alto nivel posible de salud física y mental; incorporen una perspectiva

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