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Autoridad de los dirigentes


Enviado por   •  18 de Julio de 2017  •  Informes  •  3.911 Palabras (16 Páginas)  •  175 Visitas

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III. LA AUTORIDAD DE LOS DIRIGENTE

En este punto se habla  de dos hechos esenciales que parecen dominar la evolución de los partidos políticos, desde principios del siglo:

  • El aumento de la autoridad de los dirigentes (Crecimiento del poder).
  • Tendencia hacia formas personales de autoridad (Personalización del poder).        

Esta evolución parece establecer, el factor del crecimiento y personalización de la autoridad: ya que estos ya que estos corresponden a la llegada de las masas (aplicación de los principios democráticos).

EL CRECIMIENTO DEL PODER:

En 1910 Robert Michels observaba los progresos de la obediencia de los miembros, analizando la estructura de los partidos socialistas, en especial la social democracia alemana. Es desde este punto donde el autor dispone una posible respuesta a la siguiente interrogante:

¿Qué hubiera dicho Michels al ver a los partidos tipos modernos, comunistas o fascistas?

Habría observado no sólo que la obediencia de las masas se ha hecho más rigurosa y más precisa, sino que su naturaleza se ha transformado, que la docilidad mecánica ha cedido su lugar a la docilidad psicológica y que la adoctrinación se ha convertido en una de las bases fundamentales de la disciplina.

La llegada de los partidos autoritarios coincide con la llegada de los partidos de masas, pero desde luego esta coincidencia no es absoluta ya que hubo manifestaciones de fenómenos autoritarios, antes de la creación de estos partidos. Por ejemplo:

  • La exigida a los parlamentarios por los whips (diputado encargado de la disciplina del partido en el parlamento).
  • Las tendencias cuasi-dictatoriales de algunos bosses norteamericanos.
  • El caucus de Birmingham había tratado de perfeccionar el sistema, exigiendo una disciplina rigurosa, al mismo tiempo de los elegidos y de los electores. Con su célebre slogan: Vote como se le indica

Pero estos casos eran excepciones, porque en muchos casos no se daban como se dijo en los ejemplos. En otras partes, el partido tomaba el carácter de grupos de personalidades muy libres. La unidad de votación no desempeñaba casi ningún papel; los comités locales conservaban una gran independencia en relación con el Centro; los miembros de los comités eran demasiado poco numerosos como cuerpo y demasiado influyentes individualmente para que se tratara de someterlos a una disciplina rígida. Esto no correspondía sólo a la estructura orgánica de los partidos, sino a su composición social: formados por aristócratas y burgueses, profundamente individualistas y generalmente liberales.

La creación de los partidos socialistas modificó profundamente este sistema. Por diferentes razones como:

  • Razón Mecánica: En primer lugar, se trataba, en lo sucesivo, de encuadrar grandes masas y sólo la disciplina lo permitía. En un pequeño círculo de quince personas la anarquía puede ser amable; en una asamblea de diez mil se convierte en un peligroso desorden.
  • Razón Social: El factor mecánico iba acompañado de un factor Social, en lugar de reunir a “burgueses" individualistas, los partidos socialistas se abrían esencialmente a las masas obreras, inclinadas a las instituciones comunitarias y a la disciplina por su naturaleza misma.

Los partidos de masas tenían una tendencia natural a ser partidos disciplinados. Esta tendencia se vio reforzada por los dirigentes, que han actuado sistemáticamente para obtener de los miembros una obediencia lo más total posible. Dos motivos los llevaban por ese camino:

  • El gusto por el poder: Cualquiera que posea una parcela de autoridad se esfuerza siempre por desarrollarla. Este “Autoritarismo” natural parece, por otra parte, particularmente fuerte entre los dirigentes obreros. Un jefe salido de las masas es feralmente más autoritario que un jefe de origen aristocrático o burgués. El segundo se juzga superior a los que manda por su nacimiento, educación o fortuna; el primero se sabe su igual: sólo el mundo lo distingue. Para el jefe patricio, el poder es una consecuencia de su naturaleza superior; para el jefe plebeyo, la superioridad viene de su poder. El autoritarismo de los jefes plebeyos les viene de cierto complejo de inferioridad o, más bien, de igualdad.

 

  • La Eficacia: La disciplina no es sólo la fuerza principal de los ejércitos, sino también de los partidos. En el plano parlamentario, la homogeneidad de los grupos, que dirigen todos sus votos en el sentido indicado por los jefes del partido, constituía una ventaja considerable sobre la dispersión individual que fue por tanto tiempo la regla.

En el plano extraparlamentario, en los partidos nuevos, la disciplina se ha mostrado todavía más poderosa. Un partido que encuadra a una masa de miembros capaz de seguir ciegamente las directivas de sus jefes, de desencadenar una huelga porque ellos lo ordenan, de hacerla cesar porque ellos lo mandan; de organizar campañas y manifestaciones reivindicadoras por orden del centro y de ponerles fin, con idéntica unión, ante una contraorden; de desencadenar si es necesario sabotajes, desórdenes y motines, porque lo quieren los dirigentes, es un partido temible por su poder: incluso en la oposición, puede constituir un peso tan grande sobre la vida de un régimen como para destruirlo o transformarlo radicalmente.

En los partidos socialistas, sin embargo, una voluntad democrática sincera ha balanceado en cierta medida este aumento de la autoridad de los jefes.

Los procedimientos electorales: han conservado allí una influencia mayor que en ninguna otra parte. En ninguna parte están reglamentado con más minuciosidad, precisión y garantías; en ninguna parte, los miembros conservan, pues, un poder teórico de control y de revocación tan desarrollado. En algunos partidos socialistas, la representación proporcional de las “tendencias” en el seno de los comités directores asegura una vigilancia constante de los equipos en el poder por elementos minoritarios.

El sistema funcionó en Italia antes de 1914, y permitía consultar a los miembros sobre los puntos no reglamentados por el Congreso: en 1906, el problema de la adhesión a la francmasonería fue sometido a este procedimiento.

En el Partido Social-Demócrata Sueco, los estatutos actuales reconocen al referéndum el derecho de modificar o suprimir una decisión del Congreso, y no sólo de intervenir en un terreno no reglamentado por éste: el recurso al referéndum es decidido por la Dirección del partido; pero ésta está obligada a recurrir a él si el 5 % de los miembros lo piden.

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