BORRADOR-PRODUCCIÓN DE UN BIOFERTILIZANTE DE UN CAMPO AGRÍCOLA EN HILLO. SON
sammysitoDocumentos de Investigación26 de Agosto de 2022
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Autor: Ing. Eva Mizraim Alarcón Flores
Coordinadora de Orgánicos AGROFESA
Tel Cel. 6221223372 e-mail: amizraim@gmail.com
Hermosillo, Sonora, México
PRODUCCIÓN DE UN BIOFERTILIZANTE DE UN CAMPO AGRÍCOLA EN HILLO. SON.
I. MARCO REFERENCIAL
México consume el 1.2% de la producción mundial de fertilizantes, lo que lo posiciona en el lugar 15 en la lista de países consumidores (FIRA, 2010, en Aguado S. Gerardo A., 2013).
La información ofrecida por comercio exterior y la producción nacional de fertilizantes, en el 2017 mencionó una disponibilidad de 4.9 millones de toneladas de fertilizantes en México, de estos el 66.4% son nitrogenados, el 22.2% fosfatados, el 8.1% potásicos y el 3.3% son mezclas de los tres principales nutrientes que definen a los tipos de fertilizantes mencionados (nitrógeno, fósforo y potasio).
Los fertilizantes químicos fosfatados se obtienen a partir de fuentes no renovables, cuya reserva se estima perdurará de 23 a 100 años (Spångberg et al., 2011)
La fertilización química repone los nutrientes removidos del suelo a través de la cosecha de los cultivos, posibilitando el uso de variedades de alta productividad agrícola en suelos de nutrición relativamente pobre.
Por lo tanto “el uso de fertilizantes ha sido un componente crítico para el mejoramiento de la productividad agrícola en este tipo de suelos en los que la fertilización química ha contribuido con alrededor de un 30 a un 50% al incremento en la productividad de los cultivos” (Pelletier Nathan et al., 2011) en los últimos años.
La industria actual de fertilizantes nitrogenados es en principio la producción de amoniaco. Este se forma a partir del proceso Haber-Bosch, en el cual es empleado hidrogeno del gas natural para realizar una combinación con el nitrógeno atmosférico y dar como resultado amoniaco.
Los principales países productores de fertilizantes son China (22.4%), Estados Unidos (11.9%), India (9.4%), Canadá (8.7%) y Rusia (8.6%), de tal manera que la urea es el fertilizante de mayor uso a nivel mundial, y por ende para satisfacer la demanda de este fertilizante, la producción se incrementó en 6.6% (2007) para alcanzar 144 millones de toneladas.
Desafortunadamente, la producción de fertilizantes nitrogenados es dependiente de la energía obtenida de los combustibles de origen fósil, los cuales requieren del empleo del 1.2 % de la energía primaria global. (Aguado S. Armando, 2012).
Para 2019, los principales países de los que provienen las importaciones de urea, son Rusia, China, Irán y Egipto, que en conjunto representan el 80% de estas. (CEDRSSA, 2019)
Nuestro país cuenta con yacimientos de fosfatos, que le permiten producir fertilizantes fosfatados por lo que existe menor dependencia a importaciones, sin embargo en productos potásicos se tiene una total dependencia, pues se carecen de los yacimientos para poder producirlos. (idem).
El mercado actual de fertilizantes en México opera prácticamente sin regulaciones de precio y calidad, por lo que importadores, fabricantes y distribuidores son los que determinan los precios que rigen en el mercado, los cuales les permiten altos márgenes de ganancia.
El sistema agrícola Mexicano tiene dependencia de la utilización de fertilizantes como insumo básico, por las condiciones mismas de fertilidad de sus tierras, que hacen prácticamente su uso, hasta que se transite a tecnologías con menos dependencia a este tipo de fertilizantes sintéticos.
Según estimaciones del Sistema de Información Agropecuaria y Pesquera (SIAP) de SAGARPA, informa que de 22 millones de hectáreas cultivadas en el país, en 15 millones de estas se utilizan fertilizantes (68%).
En nuestro país existe un compromiso de contribuir a la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, implicando con ello realizar reconversiones tecnológicas en los sistemas agrícolas, que llevan a la reducción del uso de fertilizantes y plaguicidas de síntesis químicas, en este sentido AGROFESA tiene el compromiso con los objetivos de un desarrollo sostenible que promueva una agricultura sostenible en el país.
El objetivo básico es lograr un uso más eficiente de los fertilizantes y suprimirlos por una opción que proporciona la agroecología, así como nos señala el estudio que realizó CEDRSSA sobre biofertilizantes. (CEDRSSA, 2019)
La factibilidad de emplear en México microorganismos promotores de crecimiento como una opción tecnológica viable para reducir costos asociados a la fertilización química manteniendo, o aún incrementando, la productividad de los cultivos ha resurgido nuevamente en virtud de la problemática actual en torno a los precios del petróleo.
Agricultura Orgánica
El término agricultura orgánica describe sistemas alternativos de producción agrícola, y se considera como sinónimo de agricultura biológica, ecológica, o alternativa, aunque estos engloban términos diferentes.
El término "agricultura orgánica", para ciertos investigadores lo relacionan con la utilización de estiércol animal y otros insumos naturales, lo que implícitamente deja fuera la utilización de fertilizantes y plaguicidas sintéticos o químicos.
Para otros, esta denominación significa una relación con sus principios, ya que este es un sistema que sigue la lógica de un organismo, en el cual todos los elementos (suelo, plantas, animales, insectos, agricultor, etc.) están unidos íntimamente, y cada uno de ellos tiene un efecto sobre los demás elementos.
El término "agricultura biológica" está relacionado con el aprovechamiento de los mecanismos de productividad y resistencia de los seres vivos en contraposición con los recursos químicos.
Por otra parte, la "agricultura ecológica" integra la producción agropecuaria al ecosistema, cuya contaminación y destrucción se quiere evitar.
Y Finalmente, la "agricultura alternativa" propone opciones a los sistemas convencionales; sin embargo, no se describe su contenido.
Es posible encontrarse con el término agroecología, el cual ha sido utilizado a menudo como sinónimo de agricultura orgánica. No obstante, no describe un sistema de producción, sino que incorpora ideas sobre un enfoque de la agricultura más ligado al medio ambiente y más sensible socialmente, centrada no sólo en la producción sino también en la sostenibilidad ecológica del sistema de producción. (Céspedes L. M Cecilia; 2005)
La agricultura Orgánica no es un sistema rígido que se debe aplicar a las condiciones de cualquier lugar, sino que trata de una pauta ambiciosa con pretensiones de desarrollo de formas de producción agropecuarias altamente eficientes que puedan aprovechar todas las potencialidades naturales y culturales del sitio, sin destruir el suelo, agua, aire, los organismos que viven en el lugar y alrededor de él. (Idem, 2005)
Resultado de esto podemos considerar diferencias entre algunos sistemas de producción orgánica de otros, por las prácticas utilizadas en cada uno de ellos se deben de adaptar a las necesidades del ambiente y económicas de cada lugar, en donde se combinan técnicas agrícolas conservadoras tradicionales con tecnologías modernas.
Para proteger a los consumidores de orgánicos, se debe asegurar que lo que se adquiere es efectivamente un producto producido con métodos orgánicos, por lo que se ha desarrollado unos sistemas de certificación.
Con ello se elaboraron reglamentos en donde se establecen normas generales de producción, se restringe y prohíbe la mayor parte de los insumos sintéticos, tanto si se ha de fertilizar para control de plagas y enfermedades, como manejo de suelos, con la mirada a mantener y mejorar su fertilidad y estructura que es la base de una producción orgánica. (Ibidem, 2005)
En la búsqueda de una estrategia mejorada y de menor costo la investigación experimental está centrada en la demanda de agricultores que están enfrentando nuevos desafíos productivos y comerciales.
Es por eso de máximo interés incorporar innovaciones agroindustriales sobre productos de origen biológico destinado a la promoción del crecimiento y protección vegetal mediante acciones microbianas dado su mínimo riesgo e impacto sobre el ambiente productivo debido a que su utilización redunda en un beneficio productivo y es económicamente viable, está socialmente aceptado y es ambientalmente sostenible.
(https://inta.gob.ar/sites/default/files/desarrollo de un biofertilizante para la producción sustentable)
En la antigüedad no se conocían la existencia de bacterias, fue hasta que en 1683 que Von Leewenhoek describió su utilización para estimular el crecimiento de las plantas. Teofrasto (287 a.C.) y Virgilio (30 a.C.) recomiendan mezclar el suelo donde se había cultivado leguminosa con suelo donde no se había cultivado, para remediar sus defectos y adicionarle fuerza. (Tisdale, S. L. and Nelson, W. L.; 1975)
Desde el siglo XVIII se inocularon hongos en plántulas de encino para incrementar la producción de trufas, que son hongos que tienen alto valor económico por su enorme importancia gastronómica. Estas se colocaban en los “cajetes” donde las plántulas de los encinos eran sembradas. Esto ocurre mucho antes de que se usara el vocablo “micorriza” (Smith, S. E. and Read, D. J. 1997).
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