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Borges


Enviado por   •  12 de Agosto de 2014  •  Informes  •  1.328 Palabras (6 Páginas)  •  266 Visitas

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Tlön, Uqbar, Orbis Tertius es un cuento clave en Ficciones porque prefigura muchos de los temas que habrán de ser tratados en los demás relatos de esa colección. La estructura de la historia corresponde a la de una pesquisa, que se origina en el misterio de Uqbar. Una edición pirática de la Enciclopedia Británica, con la referencia aun país inexistente, es la primera pista que lleva al narrador al conocimiento de Tlön.

La historia de Tlön posee por lo menos dos avatares: por un lado, su aspecto visible, aquella laboriosa creación que ha seducido a la humanidad y que progresivamente sustituye a la realidad; por otro, su lado secreto, su origen conspirativo nacido de la voluntad de Buckley, un esclavista librepensador y, por tanto, una especie de monstruoso engendro ideológico. Que la sociedad fundada por él se llame Orbis Tertius nos hace pensar en, cuando menos, dos posibles interpretaciones: en una, Orbis Tertius es el tercer planeta, esto es, la Tierra, y así la sociedad señala su aspiración de construir un simulacro del universo humano; en otra, se trata del Tercer Reich, ideología parida sobre la base de una mezcla de mitología arcaica y razón instrumental de la modernidad (en paralelo a la extraña posición librepensadora y esclavista de Buckley).

Orbis Tertius ha planeado una conspiración textual: una serie de discursos que subyugan, gracias a su orden, a la humanidad. Nótese de qué manera el sometimiento se produce a través de las armas del lenguaje, lo que implica una perversion de la retórica:

“El contacto y el habito de Tlön han desintegrado este mundo. Encantada por su rigor, la humanidad olvida y torna a olvidar que es un rigor de ajedrecistas, no de ángeles. Ya ha penetrado en las escuelas el (conjetural) “idioma primitivo” de Tlön, ya la enseñanza de su historia armoniosa (y llena de episodios conmovedores) ha obliterado a la que presidió mi niñez; ya en las memorias un pasado ficticio ocupa el sitio del otro, del que nada sabemos con certidumbre – ni siquiera que es falso. Han sido reformadas la numismática, la farmacología y la arqueología. Entiendo que la biología y las matemáticas aguardan también su avatar… Una dispersa dinastía de solitarios prosigue. Si nuestras previsiones no erran, de aquí cien años alguien descubrira los cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlön.Entonces desapareceran el inglés y el francés y el mero español. El mundo sera Tlön” (34).

En esta clave de lectura, la desaparacion “del inglés, del francés y del español” parece ser una alusión al proyecto del Tercer Reich de destruir la heterogeneidad de la civilización a favor del predominio de una “raza” superior.Así, siguiendo las categorías de “outsiders” e “insiders” a las que recurre Frank Kermode en The genesis of secrecy, Orbis Tertius funda su fuerza en una doble narrativa: una para los “insiders”, para los conocedores de la verdadera naturaleza de la sociedad; otra para los “outsiders”, a quienes les es dado conocer los seductores discursos que esta sociedad produce. Los “outsiders” son, en este caso, la masa enceguecida por la demagogia que lee acríticamente, pasivamente, la falaz historia inventada por los conspiradores. Por tanto, la perversa sociedad se basa en un sutil ocultamiento, que recuerda al de “La carta robada”, de Edgar Allan Poe, en tanto que es irrelevante que sea evidente la artificialidad de creación; no importa que el narrador haya descubierto el secreto y lo divulgue: sólo una minoría entenderá la emergencia de una realidad siniestra; la masa prefiere creer en el mundo ordenado y encantador que sustituye a la realidad, la cual, a diferencia de Tlön, es compleja e inquietante. He allí la realidad atroz y banal que se anuncia al principio del relato.

Así pues, el narrador y sus pocos lectores sutiles, los “muy pocos lectores” (13) que anuncia al inicio del relato, son poseedores también de un secreto y, sin embargo, no pueden, a través de la revelación de la verdad, contraponerse a la ominosa fuerza del simulacro. Estos “muy pocos lectores” constituyen los lectores críticos, aquellos que anteponen a la seducción de la ficción una ética de la lectura.El rastreo

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