¿CÓMO SE PROTEGE NUESTRO ORGANISMO?
AndreajosaEnsayo16 de Octubre de 2018
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¿CÓMO SE PROTEGE NUESTRO ORGANISMO?
Es interesante analizar que nuestro organismo no sólo presenta barreras de defensa frente a diversos microorganismos a los que está expuesto, si no que convive con ellos obteniendo un beneficio para los distintos procesos fisiológicos que se desarrollan. Al conjunto de microorganismos que colonizan normalmente piel y mucosas en el hombre se lo conoce como Flora microbiana normal o microbiota normal. Los más comunes son los Staphylococcus Aureus, Escherichia Coli, Candida Albicans, algunos de los cuales pueden causar enfermedades en casos especiales. Este conjunto de microorganismos puede clasificarse en:
1 - Microbiota autóctona: Engloba a aquellos microorganismos que colonizan al huésped durante un tiempo prolongado, pueden participar en las funciones fisiológicas y han evolucionado junto a la especie
2 - Microbiota alóctona: Que incluye a los microorganismos que se pueden encontrar en cualquier hábitat y en cualquier sistema, normalmente no contribuyen a la fisiología del huésped y están presentes de forma transitoria o latente.
Aunque también, según el tiempo de permanencia en el huésped pueden denominarse:
1 - Flora residente: Que son los microorganismos que preserva el huésped durante casi toda la vida, no presentan fluctuaciones mayores en su población y suelen tener actividad simbiótica con el huésped.
2 - Flora transitoria: Es aquella que presenta fluctuaciones continuas en su población y suele no ser indispensable para la supervivencia del huésped.
Por lo tanto, en toda la extensión de nuestra piel y en todas las mucosas que recubren a las cavidades con contacto al exterior (Tubo gastrointestinal, vías urinarias, vías respiratorias, conductos del aparato reproductor) hallamos esta flora o, mejor expresado, microbiota normal.
A su vez, nuestro organismo tiene todo un sistema de defensa contra agentes patógenos microbianos, el Sistema Inmunológico que cuenta con dos tipos de barreras o resistencias, una inespecífica y otra específica.
Las barreras inespecíficas son aquellas que tienen que ver con la defensa innata que posee el organismo humano y son de dos tipos:
1 - Primera línea de defensa: Piel y Mucosas (aquí intervienen varias respuestas mediadas por la flora bacteriana normal).
2 - Segunda línea de defensa: Proteínas antimicrobianas (Interferones, Sistema de Complemento, Transferrinas), células naturales killers, fagocitos, fiebre y respuesta inflamatoria (que se hace evidente en una infección por los signos de Calor, Rubor y Edema junto al síntoma de Dolor local y en algunos casos de lesiones más graves Impotencia funcional).
Las barreras específicas son aquellas en donde intervienen células que determinan la inmunidad que presenta el organismo frente a un determinado agente patógeno. Y también son de dos tipos:
1 - Inmunidad mediada por células: En la que intervienen linfocitos T para la destrucción de microorganismos.
2 - Inmunidad mediada por Anticuerpos: En la que intervienen linfocitos B en la generación de Inmunoglobulinas (anticuerpos) específicos que responderán de manera determinada frente a cada tipo de antígeno por poseer la característica de memoria inmunológica, que establecerá dos tipos de respuesta, primaria y secundaria. La Inmunidad puede ser activa, el huésped produce anticuerpos en respuesta a los antígenos naturales (microorganismos infecciosos) o artificiales (vacunas); o pasiva, el huésped recibe anticuerpos naturales (a través de la leche materna) o artificiales (por la inyección de inmunosuero) de otra fuente.
INTERACCIÓN DEL ORGANISMO CON EL ANTÍGENO EN EL MEDIO: TRÍADA ECOLÓGICA
Analizando el contexto en el que el organismo humano se ve expuesto a diversos microorganismos es que cabe explicar el concepto de Cadena epidemiológica.
La misma constituye una serie de pasos que sigue el antígeno para llegar al huésped y así provocar la enfermedad.
Primero debemos tener presente cuál es el antígeno a estudiar en el desarrollo de determinada enfermedad. Los agentes causales pueden ser de tipo físicos (calor, radiaciones, frío), químicos (ácidos, tóxicos), biológicos (bacterias, virus, hongos, parásitos) y psicológicos (angustia, miedo, frustraciones).
Luego hay que analizar cuál es el reservorio para dicho antígeno. El reservorio es el organismo o lugar donde vive y se multiplica el antígeno, pudiendo ser el hombre, animales, el suelo, el aire, el agua, alimentos, elementos u objetos.
El siguiente paso en la cadena es la puerta de salida que utiliza el antígeno desde el reservorio. Las principales son: respiratoria (tos, estornudos, expectoraciones), genitourinarias (mala higiene, relaciones sexuales sin protección), intestinal y piel (heridas superficiales, picaduras, perforaciones por aguja).
Así determinamos vías de transmisión, o sea, el medio de transporte que utiliza el antígeno para llegar al huésped. Estas pueden ser:
1 - Transmisión directa: Transferencia inmediata de los microorganismos por contacto estrecho entre el reservorio y el huésped (besos, tos, mordeduras). Este método supone una vía rápida de transmisión.
2 - Transmisión indirecta: en este tipo de vías se encuentra un intermediario entre reservorio y huésped que puede ser un vector, animales voladores o reptantes que sirven de vía para transportar el antígeno (como el depósito de heces de la vinchuca en la transmisión del Chagas) o un vehículo, toda sustancia que sirva para transportar e introducir el agente infeccioso a un huésped sensible por una puerta de entrada idónea (como objetos contaminados).
3 - Transmisión aérea: depende de las gotitas respiratorias y el polvo (como las gotitas de flugde de un paciente con tuberculosis).
A su vez, encontramos en el huésped una puerta de entrada, que por lo general son del mismo tipo que las empleadas por el agente para salir del reservorio.
Y así, finalmente se llega al último eslabón de la cadena que es el huésped (el hombre).
Debido a esta cadena, en la que el huésped está en permanente interacción con su medio y los agentes infecciosos, es que se pueden determinar factores que contribuyen o aumentan la sensibilidad de éste a las infecciones. Entre ellos aparecen, la edad, debido a que el organismo en edades límites (recién nacidos y ancianos) presenta menos defensas frente a las infecciones. Los recién nacidos tienen un sistema inmunológico inmaduro, sólo están protegidos los 3 primeros meses de vida con la transferencias de anticuerpos de la madre pero después comienzan a generar los propios, proceso que lleva su tiempo y que los deja expuestos a infecciones que de no ser rápidamente atendidas pueden ser mortales. El Sistema inmune del anciano se ve debilitado con los años, lo que lo hace más susceptible a infecciones.
La herencia influye en la aparición de infecciones debido a que algunas personas presentan una predisposición genética frente a ciertas infecciones.
El estrés es actualmente uno de los factores que más importancia alcanzó estos últimos años en la sociedad moderna, debido a que es causante y exacerba muchas de las enfermedades que presenta hoy el hombre. El estrés eleva el cortisol en sangre lo que reduce la respuesta antiinflamatoria, disminuye los depósitos de energía, induce a un estado de agotamiento, y merma la resistencia contra la infección.
El correcto estado nutricional mantiene un adecuado nivel de resistencia a las infecciones, ya que con la alimentación incorporamos proteínas que conforman anticuerpos y son reserva de energía para el correcto funcionamiento de la homeostasis de todo le organismo.
A su vez, es importante tener en cuenta que ciertos tratamientos médicos predisponen a las infecciones, como ser procedimientos diagnósticos que sean invasivos para el organismo o la quimioterapia – radioterapia contra el cáncer que no sólo atacan a las células alteradas sino también a las sanas. Algunos medicamentos aumentan la sensibilidad a infecciones (antineoplásicos, glucocorticoides, antibióticos).
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