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¿Cómo Nos Protege La Capacidad De Pensar?


Enviado por   •  21 de Junio de 2015  •  1.953 Palabras (8 Páginas)  •  244 Visitas

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¿Cómo nos protege la capacidad de pensar?

LAS enormes olas del mar son causa de admiración para la mayoría de nosotros, pero para los marineros suponen un peligro, pues se arriesgan a perder la vida en las embravecidas aguas.

Así mismo, es posible que los siervos de Dios afronten crecientes presiones que amenacen con ahogarlos. Seguramente usted se ha dado cuenta de que las oleadas de pruebas y tentaciones agobian a los cristianos, y sin duda desea presentar una contundente resistencia, ya que está decidido a no naufragar en sentido espiritual (1 Timoteo 1:19). Una parte fundamental de su defensa es la capacidad de pensar. Ahora bien, ¿qué es esta facultad y cómo se cultiva?

El término hebreo que se traduce “capacidad de pensar”, mezim•máh, se deriva de una raíz que significa “planear o maquinar” (Proverbios 1:4). Por eso, algunas versiones de la Biblia lo vierten “prudencia” o “reflexión”. Los biblistas Jamieson, Fausset y Brown definen mezim•máh como “la astucia para evitar el mal y hallar el bien”, lo que implica reflexionar sobre las consecuencias inmediatas y a largo plazo de nuestros actos. Si tenemos capacidad de pensar, antes de actuar sopesaremos las opciones con las que contemos, máxime cuando hayamos de tomar decisiones importantes.

A la hora de decidir sobre el futuro o sobre una situación presente, el hombre reflexivo analiza primero los posibles peligros o escollos. Una vez identificados, piensa cómo sortearlos, sin olvidar la influencia del entorno y de las amistades. Así puede trazarse un rumbo que le proporcione buenos resultados y quizá hasta bendiciones de parte de Dios.

Cuidémonos de la trampa de la inmoralidad sexual

Cuando el viento levanta fuertes olas contra la parte frontal del barco, se dice que hay mar de proa. A menos que los marineros maniobren y encaren el oleaje de frente, corren el riesgo de zozobrar.

Nosotros afrontamos una situación semejante en el mundo en que vivimos, obsesionado con el sexo. Todos los días recibimos oleadas de ideas e imágenes sensuales, y no podemos pasar por alto su posible efecto en nuestros deseos sexuales normales. Debemos emplear la capacidad de pensar y enfrentarnos con decisión a las tentaciones, en vez de dejarnos arrastrar hacia situaciones comprometedoras.

Por ejemplo, los varones cristianos suelen trabajar con otros hombres que respetan muy poco a las mujeres, ya que las consideran meros objetos sexuales. Es probable que los compañeros de trabajo salpiquen sus conversaciones con chistes obscenos e insinuaciones sexuales, lo que crea un ambiente que podría sembrar ideas inmorales en la mente del cristiano.

Tal vez una cristiana también tenga que trabajar y, por ello, se vea expuesta a diversos peligros. Posiblemente se relacione en el empleo con hombres y mujeres que no tienen sus mismas normas morales. Puede que uno de sus compañeros le demuestre cierto interés. Al principio, quizá sea considerado con ella y hasta la respete por las creencias religiosas de ella. Su constante atención y la proximidad física podrían llevarla a desear una relación más estrecha con él.

¿Cómo nos protege a los cristianos la capacidad de pensar en tales circunstancias? En primer lugar, alertándonos de los peligros espirituales y, en segundo lugar, impulsándonos a planear un proceder apropiado (Proverbios 3:21-23). En situaciones como estas, quizá tengamos que decirles claramente a los compañeros de trabajo que nuestras normas de conducta son diferentes porque están basadas en las Escrituras (1 Corintios 6:18). La forma de hablar y actuar añadirá peso a nuestras palabras. Además, tal vez veamos conveniente limitar el trato con algunos de ellos.

Sin embargo, las presiones para cometer inmoralidad no se circunscriben al lugar de trabajo, sino que también pueden surgir si un matrimonio permite que los problemas socaven su unión. Cierto ministro viajante observó: “Las rupturas matrimoniales no ocurren de la noche a la mañana. A veces los cónyuges se van distanciando poco a poco, pues casi nunca conversan o pasan tiempo juntos. Quizá vayan en pos de bienes materiales para llenar el vacío que encuentran en su relación. Y como rara vez se expresan afecto, corren el riesgo de sentirse atraídos a otras personas del sexo opuesto”.

Este cristiano experimentado agregó: “Cada cierto tiempo, los cónyuges deberían sentarse y analizar si hay algo que esté perjudicando su relación. Deberían planear cómo estudiar, orar y predicar juntos. Se beneficiarían muchísimo si conversaran ‘en la casa, en el camino, al acostarse y al levantarse’, igual que hacen los padres con los hijos” (Deuteronomio 6:7-9).

Cómo hacer frente a la conducta no cristiana

Aparte de ayudarnos a superar las tentaciones en el ámbito moral, la capacidad de pensar nos permite resolver problemas en los que están involucrados hermanos cristianos. Cuando el viento empuja las olas contra la parte trasera del barco, produce lo que se llama mar de popa. El oleaje es capaz de levantar la popa y arrastrarla de lado, lo que deja a la nave dando el costado a las olas, en una posición muy vulnerable.

Nosotros también podríamos ser vulnerables a peligros procedentes de fuentes insospechadas. Servimos a Jehová “hombro a hombro” junto con un sinfín de hermanos fieles (Sofonías 3:9). Si uno de ellos actúa de una forma poco cristiana, quizá nos parezca que ha abusado de nuestra confianza y esto nos cause mucha angustia. ¿Cómo podría la capacidad de pensar evitar que tal situación nos desequilibrara y nos afectara en exceso?

Recordemos que “no hay hombre que no peque” (1 Reyes 8:46). Por tanto, no debería sorprendernos que algún hermano cristiano nos irritara o nos ofendiera de vez en cuando. Conocedores de esta realidad, debemos prepararnos para ello y planificar nuestra reacción. ¿Cómo respondió el apóstol Pablo cuando algunos de sus hermanos cristianos hablaron de él de manera hiriente y despectiva? En vez de perder el equilibrio espiritual, llegó a la conclusión de que es más importante ganarse el favor de Jehová que el de los hombres (2 Corintios 10:10-18). Cultivar una actitud semejante nos ayudará a no reaccionar precipitadamente cuando

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