Calentamiento Global
carolinaramirezf21 de Agosto de 2011
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CALENTAMIENTO GLOBAL
Mi presentación de hoy tiene lugar exactamente 20 años después de la declaración del científico de la NASA James Hansen, el 23 de junio de 1988, que alertaba al público de que el calentamiento global estaba en marcha. Entre aquella fecha y el presente existen sorprendentes semejanzas, pero una gran diferencia.
De nuevo, ha crecido la brecha entre lo que la comunidad científica relevante sabe acerca del calentamiento global y lo que saben los políticos y la población. Hoy como ayer, la evaluación franca de datos científicos lleva a conclusiones que conmocionan a la clase política. Al igual que ayer, puedo afirmar que dichas conclusiones tienen un grado de certeza superior al 99%.
La diferencia está en que, actualmente, hemos agotado el tiempo disponible para emprender las acciones necesarias que desactiven la bomba de relojería del calentamiento global. V desde este momento, el nuevo Presidente y el Congreso deberán trazar un plan en el que todos los países ejerzan el liderazgo correspondiente a nuestra responsabilidad en la peligrosa situación actual. De lo contrario, resultará inútil tratar de reducir el dióxido de carbono atmosférico a niveles que eviten que el sistema climático alcance un punto de inflexión más allá del cual se producirá una espiral de desastrosos cambios climáticos que escapará al control de la Humanidad.
En ese entonces la tierra mostraba una tendencia al calentamiento a largo plazo, y que ello se debía casi con toda seguridad a los gases de efecto invernadero provocados por el hombre. El calentamiento global potenciaba ambos extremos del ciclo hidrológico, es decir, incendios forestales y sequías más pertinaces por una parte, pero también lluvias más intensas e inundaciones. Sus testimonio fueron recibido con escepticismo hace dos décadas. Aunque el escepticismo es la savia de la ciencia, puede confundir a la gente.
Los estudios que se realizaron un tiempo después revelaron que “había llegado el momento de dejar la palabrería y empezar a actuar
Una sociedad cuando se desarrolla va perdiendo uniformidad y le van
surgiendo particularidades. Entonces las normas anteriormente aceptadas
van relajándose y desaparecen las certezas. Respecto al arte, el creador
del pasado no debatía cuestiones importantes, aceptaba el academicismo
de los maestros y repetía los temas de siempre sin aportar nada nuevo.
Pero la sociedad burguesa occidental posterior, con una conciencia
superior de crítica histórica, produjo la cultura de vanguardia. De esa
nueva conciencia intelectual progresista bebieron artistas y poetas.
Pero la vanguardia artística se declaró antiburguesa y abandonó los
mercados capitalistas, convirtiéndose en
bohemia. Los creadores se desinteresaron por la política. Pero las ideas
revolucionarias estaban en el ambiente. Querían aislarse de lo público,
para preservar el nivel de su arte, siendo este la expresión de un
absoluto ajeno a contenidos. Trabajaban el medio del oficio, así surge
el “arte por el arte” y la “poesía pura”, y se llega a la abstracción.
La obra no podía ser reducida más que a ella misma, y su validez estaba
intrínsicamente dentro de ella. Pero el artista consideraba unos valores
más importantes que otros, e invocaba a lo absoluto en nombre de los
valores estéticos, que al final son relativos. Lo abstracto, no podía
ser algo sin sentido, necesita alguna limitación o principio. La
limitación estaba en los procesos o disciplinas con los que el arte y la
literatura habían copiado la realidad. Ahora esos medios se convierten
en “el tema”. Por lo que si el arte y la literatura son imitación, lo
que se trabaja ahora es la imitación del proceso de imitar. Hay una
serie de pintores modernos que basan su inspiración en el medio que
utilizan. Su interés se focaliza en la creación y el ordenamiento de
espacios, superficies, formas, colores, etc, y rechazan lo que no tenga
que ver con esto. Hay una serie de poetas que crean poesía olvidando la
experiencia vivida y centrándose en la pura expresión, que resulta mucho
más importante que lo expresado. La cultura de vanguardia, consistente
en la imitación del imitar, mantiene algo de ese alejandrinismo que
desprecia. Pero el alejandrinismo permanece inmóvil, en cambio la
vanguardia se mueve.
El problema es que muchos de los que antes disfrutaban del arte lo están
abandonando, porque la especialización de la vanguardia se hace difícil
de entender, incluso por la élite intelectual. Y como esa clase
dirigente es la que “mantiene” económicamente la cultura, está en
peligro la cultura. La vanguardia conoce el riesgo de continuar con sus
principios, por eso gira hacia el academicismo y comercialismo,
intentando sobrevivir. Pero entonces esto ya no sería vanguardia.
*II*
Paralelamente a la vanguardia, surgía en el mundo occidental
industrializado, otro fenómeno cultural: el kitsch. Esto era un arte y
una literatura populares y comerciales, producto de la revolución
industrial, y favorecido por la amplia alfabetización de la población.
Los receptores de la cultura formal eran las personas cultas que tenían
el ocio y confort necesarios para dedicarle al arte su tiempo. En cambio
los proletarios y pequeños burgueses demandaban una cultura facilona, y
el kitsch les satisfizo. El kitsch deriva de la cultura genuina,
ofreciendo simulacros, degradados y academicismo, de forma mecánica, con
fórmulas establecidas, sin evolucionar. El kitsch necesita de la
tradición cultural para copiar sus procedimientos y formas. Lo kitsch es
académico y lo académico es kitsch. El kitsch se fabrica mecánicamente y
produce mucho dinero. Esos beneficios económicos perturban a la
vanguardia, que flaquea en su pureza. El kitsch ha destruido también la
cultura popular de los pueblos. Se está convirtiendo en la cultura
universal a base de extenderse por toda geografía y cultura, y al ser
más barato que el producto indígena y con más prestigio por ser
occidental, está derrotándolo.
Tanto Dwight Macdonald como Kart London, responsabilizan a la educación
que ofrecen los regímenes políticos, de haber convertido el kitsch en la
cultura dominante. London habla de las preferencias de los rusos hacia
Repin frente a Picasso, y sostiene que esto es debido a una manipulación
política. También piensa que el problema está en que se prefiere lo
viejo antes que lo nuevo. En cambio Greenberg considera que, en
realidad, se prefiere lo viejo de mala calidad realizado ahora, antes
que lo genuinamente nuevo. Y sostiene que las directrices de los
gobiernos no explican la potencia que tiene el kirsch.
Existe un acuerdo general entre las personas con cultura acerca de lo
que es arte bueno y arte malo. Hay un extendido consenso respecto a qué
valores están en el verdadero arte y cuales no. El kitsch, con su modo
de trabajar racional que extrae de la ciencia y la industria, ha
matizado esta distinción. Pone como ejemplo la pintura de Repin, en la
que lo pintado es tan parecido a la vida real que no hay discontinuidad
entre arte y vida. Los valores de esta pintura son precisamente ese
parecido a la realidad. Parece milagroso como Repin consigue que todo
sea evidente y que el espectador comprenda con facilidad el cuadro.
Además de esto, el cuadro cuenta una historia de forma dramática, cosa
que satisface al espectador. El público culto obtiene la misma
satisfacción de las obras de Picasso; en cambio a los espectadores más
populares, Picasso y los iconos resultan austeros y áridos. Los valores
que aparecen en la obra de Picasso, surgen de un segundo nivel de
reflexión, que supera la impresión inmediata de los valores plásticos.
El espectador culto es capaz de reaccionar ante las cualidades plásticas
de la obra que pertenecen al efecto “reflejado”. Picasso pinta la causa,
en cambio Repin pinta el efecto. Repin hace un arte facilón, es un arte
sintético. Y al hablar de Repin, en todo momento el autor está hablando
del arte Kitsch.
Todo lo dicho, sería aplicable a la literatura kitsch, que ofrece una
satisfacción a sus clientes gracias a su inmediatez, al contrario que la
ficción seria.
*III*
La vanguardia imita los procesos del arte y el kitsch sus efectos. Esta
gran diferencia de concepto del arte se ve reflejada también en los
destinatarios del arte. Están, por un lado, la minoría de poderosos y
cultivados que saben disfrutar del arte con mayúsculas, y por otro, está
la mayoría de pobres e ignorantes que les gusta la cultura popular o kitsch.
En una sociedad estable la dicotomía cultural aparece atenuada. Existe
un cierto reconocimiento mutuo. Hasta el siglo XVII el artista no elegía
el tema de su arte, tampoco la técnica, el artista
...