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Contaminación

karinafdezxd31 de Agosto de 2014

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Aunque la preocupación por la degradación del ambiente se manifestó de diferentes formas a lo largo de la historia de la humanidad, los actuales ecológicos comienzan a tomar forma en 1869 cuando el biólogo alemán Ernst Haeckel define a la ecología (oikos = casa; logos = tratado, conocimiento) como el estudio de la economía de la Naturaleza y la investigación de las relaciones de las plantas y de los animales con los ambientes orgánico e inorgánico en que viven; el hombre, como todos los demás seres vivos, también mantiene relaciones con el medio, formando parte de los estudios ecológicos.

Sólo en la delgada capa de aire, agua y tierra denominada biósfera (esfera de vida) se reúnen las condiciones fisicoquímicas que posibilitan la vida sobre la Tierra y en ella se presentan todos los ecosistemas posibles que, en conjunto, poseen cierta capacidad de autorregulación o búsqueda del equilibrio; cuando éste es perturbado por ataques muy fuertes o repetidos por parte del hombre, se produce una peligrosa modificación del sistema, que puede afectar incluso el equilibrio ecológico del planeta.

Actualmente, las modificaciones de los ecosistemas naturales y la contaminación son causa de honda preocupación; este cambio de actitud hacia el mejoramiento y conservación del ambiente comenzó en los países ricos, extendiéndose lentamente a los menos desarrollados, a medida que los gobiernos empezaron a comprender que interesarse tanto en el aspecto global como también en los problemas ambientales internos de cada país, conducirá a una utilización racional de los recursos naturales y de la energía, redundando en el mantenimiento del equilibrio terrestre.

El estudio de los ecosistemas y sus alteraciones diríamos que se inicia con el “Programa Biológico Internacional” llevado a cabo entre 1966 y 1972 y particularmente el programa de la UNESCO “El hombre y la biósfera” que comprende catorce proyectos de investigación de los ecosistemas, entre ellos las selvas tropicales, la región mediterránea, las zonas templadas y la ecología de las grandes ciudades. En Abril de 1968 se fundó el Club de Roma, cuyo objetivo era alcanzar y difundir un conocimiento real de los problemas económicos y del ambiente y encontrarles soluciones; su primera iniciativa consistió en encomendar a científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) la elaboración de un “modelo” de las fuerzas complejas e interdependientes que influyen en el crecimiento económico.

El informe fue publicado en 1972 con el título de “Los límites del crecimiento” e incluye cinco variables como limitantes del mismo: la población en continuo aumento; la producción industrial; la producción agrícola; la contaminación y el consumo de los recursos naturales. Las conclusiones del trabajo plantearon la necesidad de renunciar a la idea de que el proceso de crecimiento económico podía continuar de manera indefinida e ilimitada.

El problema de la contaminación

El hombre, para satisfacer sus necesidades, ha utilizado los recursos de la Naturaleza, modificándola. La aparición de la agricultura, el crecimiento de la población y el desarrollo industrial han producido alteraciones en el ambiente, situación que se ha agravado como consecuencia del aumento de nuestros niveles de consumo, de la cantidad de energía que necesitamos, de la magnitud de los recursos que generamos y de las tecnologías que elegimos para llevar adelante nuestras diversas actividades, rompiendo el equilibrio entre los organismos, nosotros y el entorno.

Infinidad de actividades humanas son capaces de producir contaminación, y esta problemática actualmente ha trascendido el nivel meramente científico para constituir una prioridad política y social, en especial debido a que la dirección de los procesos productivos sigue una tendencia hacia un mayor deterioro del planeta, con lo que peligra la vida de muchas de las especies, incluida la humana.

Así, anualmente seis millones de hectáreas de tierra productiva se convierten en desierto estéril; también se destruyen más de veinte millones de hectáreas de bosques por año, las que en gran parte se convierten en tierras de cultivo de calidad inferior, incapaces de alimentar a los agricultores que las trabajan. Las lluvias ácidas eliminan bosques y lagos y dañan el patrimonio artístico y arquitectónico de las naciones, hasta el punto en que vastas extensiones de tierra acidificada ya no podrán recuperarse.

El uso de combustibles fósiles arroja a la atmósfera enormes cantidades de dióxido de carbono que causan un calentamiento gradual del planeta. Este “efecto de invernadero” puede llegar a elevar hacia principios del siglo próximo la temperatura media de la Tierra lo suficiente como para desplazar zonas de producción agrícola, aumentar el nivel de los mares que inundará áreas y ciudades costeras y trastornará las economías nacionales.

Otros gases industriales amenazan con agotar la capa de ozono que protege el planeta hasta un punto tal que podrán aumentar drásticamente los casos de cáncer en hombres y en animales y se perturbará la cadena alimentaria de los océanos. La industria y la agricultura introducen tal cantidad de sustancias tóxicas en la cadena alimentaria humana y en los niveles freáticos que en muchos casos resultará imposible purificarlos.

Entre los principales agentes de contaminación se encuentran los derivados del carbono, del azufre, del nitrógeno y del fósforo, los hidrocarburos, los plaguicidas, la radiación nuclear, el flúor y el cloro y los metales pesados, especialmente el mercurio y el plomo.

La importancia de la contaminación o polución atmosférica adquiere su mayor trascendencia en las últimas décadas, y fue definida por el Consejo de Europa en 1967 de la siguiente forma: "Hay polución del aire cuando la presencia de una sustancia extraña o la variación importante en la proporción de sus constituyentes, es susceptible de provocar efectos perjudiciales o de crear molestias, teniendo en cuenta el estado de los conocimientos científicos del momento".

Esas sustancias extrañas constituyen los agentes contaminantes de la atmósfera y pueden dividirse en biológicos, físicos, químicos y partículas. si bien muchos de ellos existen en la naturaleza, la actividad humana puede ocasionar una multiplicación de esos agentes. Entre las principales fuentes donde se origina la contaminación, se encuentran los medios de transporte, los procesos industrales, la producción de energía y las actividades de las áreas urbanas. La importancia de cada una de estas fuentes está relacionada con la concentración de los agentes emitidos y de las condiciones meteorológicas locales, en particular la presencia de vientos y el grado de humedad.

Los efectos más espectaculares de la contaminación del aire se observan en el efecto "invernadero", la "lluvia ácida" y en la aparición del agujero de ozono. Por el efecto invernadero, resultado principalmente del aumento del dióxido de carbono y la deforestación, se produce un aumento de la temperatura del planeta, cuyos primeros efectos son las inundaciones descontroladas. Se ha comprobado una elevación de 0,18° C en la temperatura promedio mundial, desde comienzos del siglo hasta ahora; si las emisiones de gases invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y clorofluorocarbonos) continúan creciendo de acuerdo a los índices actuales, los modelos climáticos sugieren que las temperaturas globales se elevarán de 1,5 a 4,5° C hacia el año 2050 y que los niveles del mar subirán de 0,8 a 1,8 metros durante el próximo siglo.

La lluvia ácida es consecuencia de las emisiones de óxido de nitrógeno y dióxido de azufre que se acumulan en la atmósfera y regresan a la superficie terrestre en forma de polvo ácido, o mezclados con la humedad atmosférica precipitan con la lluvia y la nieve como ácidos nítrico y sulfúrico, en el fenómeno denominado lluvia que provoca la muerte de plantas y peces, erosión de edificios, acidulación de suelos y contaminación de alimentos.

En cuanto al agujero de ozono, descubierto en 1984 y cuya superficie alcanzaba en 1991 los 21 millones de km², el mismo es provocado por la disminución de este gas en la tropósfera y estratósfera, fenómeno que se presenta en forma natural en primavera en las regiones polares, especialmente en la Antártida. Este gas tiene como función principal la de proteger la vida terrestre de los nocivos efectos de la radiación ultravioleta de onda corta, absorbiéndola. El hombre contribuye en la disminución del ozono, mediante la emisión de óxidos de nitrógeno, metano y clorofluorocarbonados.

Dentro del grupo de los contaminantes físicos de la atmósfera, se encuentra el ruido que ha adquirido cada vez mayor importancia con el desarrollo de la civilización industrial y urbana. Sus principales fuentes se encuentran

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