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DEDO MEÑIQUE


Enviado por   •  15 de Enero de 2014  •  29.951 Palabras (120 Páginas)  •  369 Visitas

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ESTILO INTEGRAL

Cuando se habla de estilo en la mujer, por lo común se piensa en aquello relacionado exclusivamente con el ves¬tuario, peinado, maquillaje; es decir, la imagen física.

Sin restar importancia a estos factores, considero que aun cuando resultan influyentes, no lo son todo. Hay otros factores que contribuyen a crear la mejor impre¬sión de una mujer, para consolidar su estilo integral.

a) No hay límite, por ejemplo, cuando se trata de elevar el nivel intelectual. ¿Cómo? Leyendo, asistiendo a seminarios, conferencias, cursos formativos. Al me¬jorar su nivel intelectual habrá contribuido no solo al mayor rendimiento en su trabajo, a su mejor relación con la sociedad, sino que conquistará un más alto ni¬vel de realización de sí misma y un mejor y más flui¬do lenguaje para su comunicación con los demás.

b) Es posible que mejorar su nivel intelectual le permita ofrecer una contribución mayor de sí misma, sin te¬mor á mostrar su talento y ambiciones. Podrá usar todas las transparentes oportunidades de aprender y mejorar, buscando lo mejor que hay en usted y explo¬tándolo al máximo.

c) En su vida de relación, el crecimiento intelectual le permitirá expresar sus criterios con razones valede¬ras, sin alterarse pero con firmeza.

Defina su personalidad, aprovechando las experien¬cias adquiridas para evitar errores y mejorar sus relacio¬nes con los demás.

Parte de su estilo, por ejemplo, puede ser el uso y aplicación oportuna de algunos proverbios que compar¬to con usted:

1. “De nada vale la razón de un sabio si no sabe cómo expresarla”.

2. “La palabra es un instrumento de bien, no una arma de ataque”.

3. “Los términos rebuscados encierran pocas verdades”.

4. “Vale más una palabra sincera, que veinte hipócritas”.

5. “Los sabios esparcen sabiduría con sus labios; los ne¬gocios, con su mente hacen todo lo contrario”.

6. “Al que le gusta ofender, le gusta pelear: el fanfarrón provoca su propia ruina”.

Parte de su estilo integral es el reconocimiento de la puntualidad y responsabilidad. También será usted re¬conocida por la cortesía, urbanidad y buenas costum¬bres que exhibe a cada momento. Evite hacer el ridículo y haga uso de la discreción para mantener buena imagen, con sus amistades.

Al darse cuenta de su propio valor como ser humano, mejorará cada día las normas de conducta antes mencio¬nadas y habrá creado para usted un sello de individuali¬dad incomparable, un estilo de vida del que no escapará detalle alguno y ni que por ello hemos llamado integral.

IMPORTANCIA EN LA COMUNICACIÓN

Mientras más nos remontamos, mejor dispuesto para la conversación encontramos al ser humano en el tiempo. La comunicación oral fue, cuando no existía escritura, la única forma de transmitir la cultura de padres a hijos.

En la familia o el diálogo hogareño, se hallaba do placer espiritual; se disfrutaba de los enfoques y opinio¬nes ajenas, se revelaba el propio ingenio y los aportes de cada quien. Se acostumbraba realizar prolongadas y di¬vertidas sobremesas y veladas donde padres, abuelos, hijos y nietos disfrutaban en intercambiar ideas, comen¬tarios, anécdotas, vivencias propias, chistes y experien¬cias de todo tipo.

Recuerdo con mucha nostalgia aquellos tiempos en que las clases se (helaban con horario partido y en el colegio esperábamos con ansias la hora de salida a las doce del día, no solo por el rico almuerzo que nos espe¬raba. sino también porque nos reuníamos con nuestros padres. Éramos cuatro hermanos y con nuestro abuelos maternos ocho alrededor de una mesa larga donde todos contábamos nuestras experiencias y vivencias. ¡Resul¬taba un encuentro encantador!

Por eso siempre es grato observar algunos vestigios de esta costumbre tan interesante y provechosa, aunque fuera con matices europeos, al visitar las avenidas Lateo o Diagonal en Miraflores. En cafés al aire libre o en las aceras, mientras se bebe un delicioso café. La gente toda¬vía practica el arte de la conversación, sobre asuntos de negocios, política, vida social, o temas de interés general.

Afortunadamente, el diálogo, como expresión de las relaciones humanas, no ha muerto. Muchos entendidos y comunicadores en cambio afirman que el proceso no tarda en desaparecer, pues vivimos una cultura de la ima¬gen, light, sin profundidades.

Sigo sintiendo que no puede morir el intercambio de ideas mientras sea una necesidad para los seres humanos. Mi amigo Oswaldo Avilez me contaba, ante mi asombro, que tiene un grupo de amigos con los cuales se reúne todos los miércoles, antes de ir a trabajar, ¡desde hace 28 años! Han pasado tantos años y aún dialogan sobre un país me¬jor con optimismo y alegría... ¿el éxito de estas reunio¬nes?, simplemente el diálogo... la comunicación humana.

LA TV ¿LA INTRUSA EN LA CASA?

Todo iba bien para el buen conversador, deseoso de comunicar sus ideas y sentimientos, hasta que se inventan la radio y la TV: ¡sh! ¡ssh! “Silencio por favor, ahora empiezan las noticias”, se escuchaba allá por los años treinta y cuarenta, cuando la familia se reunía en la sala para la tertulia en la noche.

Llegaba la hora de escuchar el noticiero y era impor¬tante mantenerse al día con las noticias; para ello era preciso guardar silencio mientras el aparato de radio es¬taba encendido. Gracias a la maravilla de las ondas hertzianas se transmitían a cada familia las noticias des¬de una cabina ubicada a cientos o miles de kilómetros de distancia.

Allí recibió su primera herida de muerte el arte de conversar. Junto con el noticiero llegaron las radionovelas, los programas cómicos, el fútbol, los cua¬les requerían de silencio y atención de parte de los frus¬trados conversadores.

Pasaron los años y el avance tecnológico trae la tele¬visión al hogar y muchos jefes de familia pensaron que el mejor lugar para ubicar el receptor era la sala o el come¬dor; en muchos casos en los dos lugares. ¡Adiós a las ho¬ras felices de tertulia y amena charla! Pronto, el jefe de familia decidió que para evitar discusiones desagradables sobre el programa a elegir, se debería dar a Juan Carlos y a Jenny un televisor para cada uno. De esa manera acaba¬rían las riñas familiares que la intrusa había generado.

Y allí los tenemos ahora, cada quien en su habita¬ción

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