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El Origen


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2013  •  Tesis  •  5.434 Palabras (22 Páginas)  •  361 Visitas

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El Origen

Imre Lakatos critica el tipo de falsacionismo que él denomina ingenuo, sin embargo su propósito no es atacarlo sino recoger y profundizar la heurística positiva de aquel, generando una nueva versión del falsacionismo que denomina sofisticado, haciéndose cargo –en su reconstrucción– de las refutaciones historiográficas que Kuhn opuso al programa de investigación falsacionista.

Lakatos examina las debilidades del falsacionismo, contrastando la lógica interna con la posible confirmación empírica que la podría apoyar; dicho examen lo conduce a formular un metacriterio para evaluar al falsacionismo, de acuerdo a la lógica del criterio popperiano de demarcación. El metacriterio consiste, entonces, en la autoaplicación cuasi empírica del criterio falsacionista, en virtud del cual –el racionalismo crítico– distingue la ciencia de la pseudociencia, y éste será cuasi–empírico porque sus instancias refutadoras serán provistas por la historiografía. Armado del referido metacriterio exigirá al falsacionismo que defina sus instancias falseadoras; es decir: demanda al falsacionismo popperiano que enuncie las instancias empíricas falsadoras de su teoría.

En otras palabras: exige al falsacionismo que defina las consecuencias empíricas de su teoría, que su teoría sería incapaz de resistir, y, coherente con su lógica, se auto–obligaría a abandonar su criterio de demarcación, si aquellas se presentaran.

Lakatos reflexiona sobre cuales podrían ser esas instancias que Popper, contraviniendo su metodología, no precisó. Sin embargo, considera un servicio de valor epistemológico dirimir el carácter falsable de la teoría de la ciencia de Popper, puesto que tal condición es necesaria para sostenerse dentro de la racionalidad científica. Lakatos, intentando razonar como lo haría Popper y respetando sus premisas, infiere que: "...una teoría de la racionalidad, o criterio de demarcación, ha de ser rechazada si es inconsistente con un "juicio de valor" básico y aceptado por la elite científica. Realmente esta regla metodológica (metafalsacionismo) parece corresponder con la regla metodológica (falsacionismo) de Popper, según la cual una teoría científica ha de ser rechazada si es inconsistente con un enunciado básico ("empírico") unánimemente aceptado por la comunidad científica. Toda la metodología de Popper reposa sobre la afirmación de que existen enunciados (relativamente) singulares sobre cuyos valores de verdad los científicos pueden alcanzar un acuerdo unánime: "sin tal acuerdo se crearía una nueva Babel y el soberbio edificio de la ciencias pronto se convertiría en ruinas" (1).

Al extender el criterio falsacionista a este segundo nivel metafalsacionista (que ahora se requiere para poder someter a falsación al falsacionismo) se necesitan acuerdos de la comunidad científica que van más allá de la legitimación de los enunciados básicos que confrontaran a las teorías en calidad de potenciales falsadores; es menester un acuerdo más fundamental sobre la forma de discernir el progreso de la ciencia que opera sobre esa plataforma de enunciados básicos; propone que esta ha de ser la instancia (cuasi empírica) de laevaluación básica ejecutada por la comunidad científica. Luego, el metacriterio que postula Lakatos se enunciará así: "...sí un criterio de demarcación es inconsistente con las evaluaciones básicas de la elite científica, debe ser rechazado" (2).

En consecuencia, la operatoria de la metafalsación será historiográfica porque lo que ahora corresponde hacer es revisar como han funcionadode hecho las evaluaciones de la comunidad científica con relación a las teorías que reunían méritos para ser falsadas y, por tanto, debían ser repudiadas por la comunidad científica; esa será la instancia básica cuasi–empírica que usará Lakatos en la evaluación metafalsacionista.

Ahora bien, si la evidencia histórica muestra que la manifiesta insuficiencia de una teoría condujo a la comunidad científica a declararla falsaday consiguientemente resultó excluida del corpus del conocimiento científico, entonces –en base a esa instancia básica– debe estimarse que el postulado falsacionista de Popper ha sido corroborado. Pero, si resulta que las teorías que reunían méritos para rechazarse continúan vigentes, contando con el beneplácito de la comunidad científica y, algunas de ellas, con el transcurso del tiempo, han llegado –incluso– a ser valoradas como auténtico progreso; entonces, de acuerdo a la confrontación con la base cuasi–empírica, todo indicaría que debería decretarse la falsación del falsacionismo y, paralelamente, su marginación de la racionalidad científica.

El examen historiográfico –afirma Lakatos– ha permitido comprobar que, la comunidad científica, ha evaluado como importantes progresos del conocimiento y la investigación a programas que presentaban serias inconsistencias en sus fundamentos. Popper –dice Lakatos– ingenuamente creía que los grandes científicos están dispuestos a abandonar sus teorías si estas son refutadas, pero esa creencia se debe a una concepción de la ciencia fundada en un antihistoricismo militante que no corresponde al desarrollo de la ciencia real y le impide –a Popper– aceptar que la racionalidad observada por los científicos, en muchos de los aspectos más impresionantes del crecimiento de la ciencia, es muy diferente de aquella prescrita en los manuales: "Popper desea reconstruir como racional (según sus términos) la aceptación provisional de teorías, se ve obligado a ignorar el hecho histórico de que las teorías más importantes nacen refutadas y que algunas leyes son reelaboradas y no rechazadas a pesar de los conocidos contra–ejemplos. Tiende a cerrar los ojos ante todas las anomalías conocidas con anterioridad a aquella que posteriormente es entronizada como experimento crucial" (3).

A juicio de Lakatos, en toda investigación científica se encuentran anomalías que bajo el prisma falsacionista ingenuo serían consideradas instancias refutadoras, pero, la actitud del científico, normalmente, es pasarlas por alto concentrándose en las posibilidades que le ofrece la heurística positiva de su investigación, confiando que más adelante, a la luz de nuevos descubrimientos, las incongruencias se aclararán.

Esta manera de actuar, juzgada desde el falsacionismo popperiano estricto, es una estrategia indebida, pero, sin duda, es la actitud que la mayoría de los científicos adoptan frente a las dificultades y, además, esta aceptada por la comunidad científica. Así, ha ocurrido que programas de investigación que han llegado a ser exitosos progresaron a través de un océano de anomalías y sobrevivieron, en muchas ocasiones, recurriendo

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