Ensayo De Buho
aracely10004 de Mayo de 2014
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Desde un conocimiento biológico actualizado no es posible fundar la certeza a partir de los sentidos. Nuestra biología no se puede garantizarnos contra el riesgo de confundir la ilusión con la certeza en nuestras percepciones sensoriales. Luego de más de tres siglos, este argumento ha vuelto a plantearse directamente desde la propia biología. Es importante reconocer, por lo tanto, la genial capacidad anticipatoria de Descartes.
Desde la perspectiva del pensamiento teológico, la concepción planteada por Descartes representa un giro decisivo en la medida en que significa un abandono del transcendentalismo y una clara opción a favor de lo que el pensamiento medieval define como inmanentismo. A pesar de que Descartes incorpora a Dios en su sistema, lo hace, tal como fuera planteado anteriormente, desde la duda y no desde la fe, desde el hombre y no desde Dios, desde un yo individual que se interroga en duda y no desde la gracia concedida por el Espíritu Santo. La polis terrenal tiene prioridad frente a la ciudad de Dios. Esta opción representará uno de los rasgos fundamentales del pensamiento moderno.
En el trayecto filosófico seguido por Descartes luego de haber afirmado la existencia del yo pensante se procede a demostrar la existencia de Dios y, desde allí, concurrir a la demostración de la existencia del mundo físico. Esas tres fases sustancias fundamentales que distingue Descartes: la res cogitans (pensante), que corresponde al alma; la res infinita, a Dios; y a la res extensa, al cuerpo y al mundo físico.
Descartes ofrece tres pruebas diferentes que, de acuerdo a su entender, demuestran racionalmente la existencia de Dios. Mientras Anselmo proponía su célebre argumento desde una perspectiva negativa, procurando demostrar la necedad de pretender probar la inexistencia de Dios, Descartes se apoya en esencial en la misma argumentación desde una perspectiva positiva, para demostrar que Dios existe. Para Anselmo que parte de la fe, el problema es objetar la argumentación del escéptico. Para Descartes, en cambio, que parte de la duda y, por consiguiente, de la afirmación de un momento escéptico, el problema es la reposición de la afirmación de Dios, que la duda ha puesto en tela de juicio. Para Descartes la demostración que descansa en la afirmación de que Dios nos ha dado la inclinación de creer en la existencia de las cosas naturales y en la aseveración complementaria de que, dada la naturaleza de Dios, no es posible que nos engañe.
En ello se pone nuevamente de manifiesto el carácter radicalmente racionalista de la epistemología cartesiana y el rechazo de cualquier otro recurso que no sea la razón. Incluso la demostración de la existencia del mundo material prescinde de cualquier forma de conocimiento sensorial.
Esta postura conduce a Descartes al innatismo, a la afirmación de la existencia de verdades innatas, en la medida, precisamente, en que tales verdades, como las matemáticas, existen y que ellas prescinden por completo del conocimiento sensible. Para el cartesianismo los sentidos quedan rechazados como fuente de conocimiento. En su Meditaciones metafísicas (1647), Descartes argumenta, a partir de un ejemplo, que la sensación de dolor en un pie resulta de la contracción de los nervios del pie a través de los cuales esté está unido, como con cuerdas, al cerebro. Dado que estos nervios deben atravesar por buena parte del cuerpo, puede suceder que los sentimos como dolor en el pie esté provocado por alguna intervención en cualquier punto del trayecto, lo que para el cerebro es equivalente a la sensación de dolor en el pie. Esta misma posibilidad de interferencia se aplica, según Descartes, a cualquier forma de percepción sensorial. A lo que vemos, a lo que oímos, etcétera. Los sentido, por lo tanto, no son capaces de asegurarnos el acceso a la verdad.
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