Error O Incertidumbre De Escala.
alexshodan9 de Febrero de 2014
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Cada aparato o instrumento de medida tiene una determinada precisión, o cifras decimales que nos puede proporcionar, y es completamente imposible obtener más cifras decimales con ese aparato. Por ejemplo con una regla solo podemos precisar la medida hasta los milímetros y nos resulta imposible medir décimas de milímetro, o medir micras. Con un reloj de pulsera precisar hasta los segundos, pero no las milésimas de segundo o los nanosegundos. Siempre puede uno tener la esperanza de poder emplear instrumentos de mayor precisión, pero aun así, nunca llegaremos a ser capaces de determinar las infinitas cifras decimales que en principio posee todo número real.
Siempre existe y existirá un límite a la precisión con que podemos efectuar nuestras medidas. Resulta pues inevitable en toda medida tener un error en las cifras decimales inferiores a la precisión del aparato. Aunque todo el proceso de medición se realice correctamente, el valor medido que hemos obtenido tiene al menos una cota de error dada por la precisión del instrumento empleado. Por eso, a este tipo de error es preferible denominarlo incertidumbre, porque no se está haciendo nada mal, no nos estamos equivocando en nada. Se trata de algo inevitable, ya que nos resulta imposible determinar el valor exacto de una magnitud con todas las cifras decimales que queramos.
Nuestro proceso de medición puede ser directo o indirecto. Llamamos medida directa a la que se efectúa simplemente comparando la magnitud a medir con una magnitud unidad del mismo tipo. Por ejemplo cundo medimos distancias con una regla, estamos comparando directamente la distancia a medir, con la distancia existente entre las rayas de la regla. También realizamos medidas directas cuando medimos masas con una balanza, o tiempos con un reloj, ya que estamos comparando la masa a medir con la masa de unas pesas calibradas, o comparando la duración temporal de un suceso con la duración de un cierto número de oscilaciones, mecánicas o eléctricas, que han ocurrido internamente en el mecanismo del reloj. La precisión que podemos alcanzar en nuestros aparatos de medida directa, depende de nuestra capacidad para hacer y distinguir rayas en la regla cada vez más juntas, o de hacer pesas cada vez más pequeñas y que no se confundan con motas de polvo, o de provocar en algún medio oscilaciones de duración fija y constante extremadamente rápidas, y ser capaces de contarlas.
Otros instrumentos realizan lo que llamaremos medidas indirectas. Se basan en el empleo de un fenómeno que en principio es distinto, pero que depende de la magnitud que queremos medir. Por ejemplo cuando medimos temperaturas basándonos en la dilatación térmica del mercurio. En realidad cuando usamos un termómetro de mercurio estamos midiendo longitudes, pero sabemos que esa longitud de dilatación es proporcional a la temperatura, y una vez que tenemos el termómetro convenientemente calibrado, podemos expresar el resultado en grados centígrados. Otros ejemplos de medida indirecta podrían ser una báscula mecánica, donde medimos las masas por la deformación que provocan en un resorte, una báscula electrónica, donde en realidad se mide la diferencia de potencial eléctrico que genera un cristal de cuarzo al ser oprimido, o un termómetro de termopar, donde también lo que se mide es un voltaje eléctrico que en este caso aparece en los contactos entre dos metales, voltaje cuyo valor que depende de la temperatura.
En este tipo de instrumentos para realizar medidas indirectas, la precisión que podemos alcanzar en la medida, depende de la sensibilidad del fenómeno en que se basa, con respecto a la magnitud que queremos medir. Por ejemplo, pensemos en la medida de temperaturas a partir de las dilataciones térmicas producidas. Una barra de metal sería un instrumento muy poco sensible, ya que solo se dilata unas micras por grado, mientras
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