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¿Es El Psicoanálisis Una Cosmovisión?


Enviado por   •  12 de Junio de 2015  •  1.785 Palabras (8 Páginas)  •  888 Visitas

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En su 35ª conferencia, “En Torno a una Cosmovisión”, Sigmund Freud nos aproxima a una definición de cosmovisión sobre la cual comenta que ésta es parecida a una ideología o paradigma que tiene por objetivo dar una explicación a cada fenómeno de la existencia bajo su sistema. Así pues, en ella se encontrarían englobadas todas las respuestas a las preguntas del hombre sobre él mismo y sobre el mundo. Dicho esto, Freud encuentra bastante comprensible que el adoptar una cosmovisión se encuentre entre los ideales máximos de los hombres porque así podría “colocar sus afectos1 y sus intereses de la manera más acorde al fin” (Freud, 1989: 146).

En otras palabras, para llenar los vacíos de sentido del hombre y consolar su impotencia ante algunos conocimientos y verdades que le son inasequibles, necesita guiar su vida y su pensamiento con base en una cosmovisión que no le depare un desamparo total ante las incertidumbres e inseguridades que le implican dirigirse en el mundo. Al contrastar la forma, naturaleza, función y propósito de una cosmovisión con el psicoanálisis (si ambas son entendidas correctamente), nos vemos en la necesidad de afirmar que el psicoanálisis no comparte las características anteriores con una cosmovisión. Este escrito pretende argumentar por qué bajo los criterios y guías de la propia conferencia que Freud impartió en 1935

el psicoanálisis no es una cosmovisión, no inaugura una nueva ni se comporta como una.

El primer señalamiento que Freud hace sobre la incapacidad del psicoanálisis para lograr ser una cosmovisión es que no puede por ella misma constituir una cosmovisión sin aceptar la de la ciencia. Sin embargo, esto ya no lo considera posible sin hacer modificaciones porque si bien comparten la noción de unicidad de la explicación del mundo, la ciencia impone demasiados límites sobre lo que se puede conocer y lo que no se puede conocer o lo que es relevante o no lo es. Preferencia a la investigación rígida y comprobable y en cambio desdeña y censura todo lo que provenga de otros métodos de conocimiento menos rigurosos y estrictos que prestan poca atención a

1Afecto: Palabra tomada por el psicoanálisis de la terminología psicológica alemana y que designa todo estado afectivo, penoso o agradable, vago o preciso, ya se presente en forma de una descarga masiva, ya como una tonalidad general. Según Freud, toda pulsión se manifiesta en los dos registros del afecto y de la representación. El afecto es la expresión cualitativa de la cantidad de energía pulsional y de sus variaciones (Laplanche y Pontalis, 1996: 11).

las necesidades humanas. El psicoanálisis por lo tanto debe absorber la responsabilidad de explicar y defender la validez del estudio del alma del hombre como objeto de investigación, ya que “su contribución a la ciencia consiste, justamente, en haber extendido la investigación del ámbito anímico. Por lo demás, la ciencia quedaría muy incompleta sin una psicología de esta clase” (Freud, 1989: 147). De esta forma, el psicoanálisis completa las carencias de la cosmovisión científica sin reemplazar o sustituir ningún método o saber, sino más bien como una ampliación de sus empeños, encargándose además de justificar la inclusión de estas consideraciones de índole emocional e intelectual que son igualmente preponderantes. Esto lo expresa, sin embargo, sin dejar de ejercer un punto de vista crítico en el que la verdad permanece como prioridad en la realidad antes que la mera satisfacción inmoderada de deseos y necesidades. De esta forma, el psicoanálisis apoya y adopta la empresa crítica de cosmovisión científica que simplemente permite más objetos de estudio y sostiene su relevancia.

Freud se encarga de revisar las cosmovisiones del arte, la filosofía, la religión y los de “ismos” ideológicos. Expresa que el poder del arte es permisible por ser indiferente a la ciencia y que el poder de la filosofía tiene métodos similares, pero que trabajan en torno a el objetivo ilusorio e ingenuo de brindar una imagen congruente e inamovible del universo sin más espacio para nuevos conocimientos o bien nuevos vacíos de conocimiento. Termina por considerarla hasta cierto punto poco amenazante porque sólo es asequible para un puñado de expertos.

Lo que sí le preocupa es la religión como amenaza a una cosmovisión científica por su capacidad de alcanzar a las masas sin tener otro método válido que el de manipular las necesidades, deseos y emociones más profundas de los seres humanos para ofrecer servicio de protección, sensación de conocimiento y sabiduría al mismo tiempo que los prohíbe y limita y, finalmente, seguridad y consuelo sobre su destino. Sin embargo, su costo es significativo, ya que supone un control no sólo inhumano, sino también acientífico: “Las seguridades de protección y beatitud están más íntimamente enlazadas con las demandas éticas. Son el premio por el cumplimiento de esos mandamientos; sólo quien los acate puede esperar esos beneficios, al desobediente le aguardan castigos” (Freud, 1989: 150).

Freud somete a la cosmovisión de la religión a una perspectiva psicoanalítica en la que optar por adoptarla es un proceso paralelo a un desvalimiento infantil en el que el hombre acude a un Dios aún en la adultez (gracias a la huella mnésica de la infancia idealizada trasladada a su realidad adulta) que se asemeja a una figura del padre cuya figura ambivalente representa a simultáneamente vivir en la eterna protección de un mundo externo incierto y peligroso y en la eterna castración producida por los límites éticos, morales y de pensamiento. Con ella, Freud contrasta el pensamiento animista del psicoanálisis al menos en

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