Experimentos con animales, ¿mal necesario?
olgalzm8 de Abril de 2015
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Experimentos con animales, ¿mal necesario?
Guillermo Cárdenas Guzmán
Las pruebas en especies no humanas estimulan la investigación científica, pero también las protestas de defensores de la fauna, que denuncian trato inequitativo y sufrimiento de los animales. ¿Es posible evitar estas pruebas?
Para continuar con sus investigaciones, en 2008 el inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo, quien desarrolló la primera vacuna contra la malaria, estableció en su país natal una colonia de monos nocturnos (Aotus nancymaae) procedentes de Perú y Brasil. Con esos primates, que tienen un sistema inmunitario similar al humano, el científico, ganador del Premio Príncipe de Asturias en 1994, pretendía probar vacunas sintéticas contra esa enfermedad para la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, que él estableció y dirige hasta la fecha. Pero un tribunal administrativo con sede en Cundinamarca le revocó en 2012 los permisos para capturar a esos animales. El tribunal alegó violación de controles de estudio, caza e importación de especies, así como de normas locales sobre fauna silvestre.
El dilema de Elkin es expresión de una tendencia que va cobrando vigor en el mundo: la pugna para poner punto final a la experimentación con animales vivos no humanos, impulsada por grupos ecologistas pro fauna y por muchos científicos. ¿Se pueden parar los experimentos con animales? Y de ser así, ¿existen alternativas?
Del corral al espacio
Es sabido que los médicos de la antigüedad, como Erasístrato (siglo III a. C.) y Galeno (siglo II d. C.), estudiaban la anatomía de cerdos y cabras —entre otras especies— a partir de vivisecciones. Pero el origen de los ensayos con animales podría remontarse a la prehistoria, según el patólogo e inmunólogo Ruy Pérez Tamayo. En su artículo "La investigación médica en seres humanos", publicado en la revista Medicina Universitaria en 2008, el profesor emérito de la Facultad de Medicina de la UNAM recuerda que los animales eran domesticados y aprovechados para diversas tareas o como alimento. Sin embargo, un ejemplar enfermo "no servía para tales propósitos, por lo que había que curarlo con los medios disponibles, y cada vez que esto ocurría se estaba realizando un experimento médico".
Modelos de estudio
No se sabe con certeza cuántos animales son usados hoy en la experimentación. El Consejo de Bioética Nuffield (organismo independiente con sede en el Reino Unido que reporta y examina casos en biología y medicina) calcula que podrían ser entre 50 y 100 millones cada año. La cifra incluye desde peces hasta primates no humanos, aunque la mayoría son ratas y ratones. "El 90% de la investigación científica en animales hoy se hace con roedores. Ha bajado el número de gatos, perros y ovejas, al tiempo que ha aumentado el de otras especies, como peces", dice la maestra en ciencias María Isabel Gracia Mora, del bioterio de la Facultad de Química de la UNAM. Jorge Fernández Hernández, jefe de la Unidad de Producción y Experimentación de Animales del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) coincide: "más del 90% de los ejemplares usados en ensayos científicos son roedores, los mismos que a veces tenemos que matar porque invaden nuestra casa. La diferencia es que éstos son especialmente criados para ese propósito".
Comparado con el número de animales que anualmente se producen para la alimentación humana (según la organización iberoamericana AnimaNaturalis, cada año se sacrifican 53 000 millones), la cifra de entre 50 y 10 millones no parece tan alta. Pero más que un asunto de cantidad, lo que está en juego es la calidad de la investigación científica. "Si el día de mañana dejáramos de usar animales para probar vacunas o medicamentos, estos productos no tendrían un control adecuado. El hombre saldría
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