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Gnosis.

KevinoviodeferInforme6 de Julio de 2015

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El nombre de “gnóstico” viene de la palabra griega

“gnosis” que significa conocimiento; gnóstico es por

tanto quien adquiere un conocimiento especial y vive

según él. El término “gnosis” no tiene por tanto

sentido peyorativo. Algunos Santos Padres como

Clemente de Alejandría y San Ireneo hablan de la

gnosis en el sentido del conocimiento de Jesucristo

obtenido por la fe: “la verdadera gnosis -escribe san

Ireneo- es la doctrina de los Apóstoles” (AdvHaer IV

33).

El término “gnóstico” adquirió sentido peyorativo

cuando fue aplicado por los mismos Padres a ciertos

herejes que tuvieron notable relieve entre los siglos II

y IV. El primero en designarlos así fue San Ireneo que

ve su origen en la herejía de Simón el samaritano (Hch

8,9-24), y dice que sus seguidores se propagaron por

Alejandría, Asia Menor y Roma dando lugar a “una

multitud de gnósticos que emergen del suelo como si

de hongos se tratara” (AdvHaer. I.29.1). De ellos,

continua diciendo San Ireneo, derivan los

valentinianos que son a los que él combate

directamente. Explica tal abundancia y diversidad de

sectas diciendo que “la mayoría de sus fautores -en

realidad, todos- quieren ser maestros; se van de la

secta que abrazaron y urden una enseñanza a partir de

otra doctrina, y luego a partir de ésta surge todavía

otra, mas todos insisten en ser originales y en haber

hallado por sí mismos las doctrinas que de hecho se

limitaron a compaginar” (AdvHaer. 1.28.1).

El nombre de

“gnóstico” viene de la

palabra griega “gnosis”

que significa

conocimiento; gnóstico

es por tanto quien

adquiere un

conocimiento especial

y vive según él.

De esas informaciones de Ireneo y de las de otros

Padres que también tuvieron que combatir a aquellos

herejes (especialmente San Hipólito de Roma y San

Epifanio de Salamina), se deduce que fue tal la

cantidad de grupúsculos (simonianos, nicolaítas, ofitas,

naasenos, setianos, peratas, basilidianos,

carpocratianos, valentinianos, marcosianos) y maestros

(Simón, Cerinto, Basílides, Carpócrates, Cerdón,

Valentín, Tolomeo, Teodoto, Heracleón,

Bardesanes…), que cayeron bajo la designación de

“gnósticos”, y que sólo de manera muy genérica se les

puede agrupar bajo un calificativo. De las obras

heréticas “gnósticas” descubiertas en 1945 en Nag

Hammadi (alto Egipto), en torno a unas cuarenta, se

saca una impresión parecida; cada obra contiene su

propia orientación doctrinal herética.

El término “gnóstico”

adquirió sentido peyorativo

cuando fue aplicado por los

mismos Padres a ciertos

herejes que tuvieron notable

relieve entre los siglos II y

IV. El primero en

designarlos así fue San

Ireneo.

Dentro de esa diversidad descrita los mejor

conocidos son los gnósticos valentinianos, y también

los que más influencia ejercieron. Actuaban dentro de

la Iglesia como “una fiera agazapada”, dice San

Ireneo. Tenían las mismas Sagradas Escrituras que la

Iglesia, pero las interpretaban en sentido contrario. El

Dios verdadero, según ellos, no era el Creador del

Antiguo Testamento; distinguían diversos Cristos entre

los seres del mundo celeste (eones); estimaban que la

salvación se obtiene por el conocimiento de uno

mismo como chispa divina encerrada en la materia;

que la redención de Cristo consiste en despertarnos

...

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