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Historia del consumo de drogas

lesamenTrabajo3 de Abril de 2013

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INTRODUCCIÓN

El grupo familiar tiene un protagonismo importante en la vida de cada individuo. Desde que nacen, los niño/niñas reciben de este grupo las experiencias afectivas/emocionales más significativas y de mayor transcendencia para su vida futura. La necesidad de afecto llega a ser tan vital para el ser humano como el alimento. El individuo en formación aprende de las experiencias, por eso todo lo que ocurre en la dinámica familiar se torna en algo real para ellos. Sus padres o adultos significativos representan un punto de referencia clave para regular su conducta. En concordancia con lo antes expuesto, el entorno familiar puede ser en algunos casos el punto de partida para que un individuo llegue al consumo de droga, entendiendo que las drogas son un eficaz medio para la obtención inmediata de placer.

Este placer conseguido por el consumo de drogas, tarde o temprano, se transforma en un profundo dolor. La defunción del consumo de sustancias psicotrópicas, constituye un flagelo que ha motivado el deterioro de parte de la sociedad, donde se evidencia por el aumento creciente de la delincuencia, de la inseguridad, de trastornos físicos, psíquicos y sociales La sociedad está alarmada; los padres por los efectos de las drogas. Y, sin embargo, las drogas se siguen difundiendo. Este consumo drogas produce siempre numerosas consecuencias, muchas de ellas patológicas, es decir, es capaz de causar autenticas enfermedades, frente a las cuales, desgraciadamente, no siempre se cuenta con tratamientos eficaces.

No obstante, los factores de riesgos que se derivan en su gran mayoría del entorno familiar, como la sobreprotección, la falta de comunicación efectiva y afectiva, situaciones familiares conflictivas, dificultad de fijar límites en el seno familiar, el no fomento de la autonomía personal de los y las adolescentes, la falta de orientación. Por consiguiente vienen a ser elementos que conforman conductas conflictivas que llevan al consumo de drogas. A ello, se debe unir el modelo familiar actual, donde los hijos- hijas conviven menos tiempo con los padres, pero sus actividades desde edades muy tempranas se realizan fuera del ambiente familiar.

Por tanto permanecen y participan más con los amigos que en el mismo contexto familiar. En esta sociedad actual la familia está viviendo un momento de protagonismo social que probablemente no se la había conocido en épocas anteriores. Este protagonismo social que prestigia y revaloriza la importancia y el papel de la dinámica familiar resaltando su carácter mucho más democrático y su mayor importancia en el papel educativo, debido a que el marco familiar, es el primer o principal referente socio-afectivo.

En otro orden de ideas, los y las adolescentes consumidores de sustancias toxicas tienden a ser individuos más impulsivos, más interesados en nuevas experiencias; rebeldes con respecto a las normas establecidas; menos tolerantes de las frustraciones, menos interesados en evitar el daño a sí mismo, con mayor depresión y con una personalidad más intima. Estas son algunas de las características de individuos consumidores que han sido agredidos durante su infancia y por lo tanto son más propensos a desarrollar dependencia de las drogas. Durante la infancia, es el lugar al cual, el niño-niña acude en busca de afecto, apoyo, seguridad emocional y animo, en otras palabras es su lugar seguro.

Es obvio que la adolescencia se considera como un periodo difícil de la vida del individuo, porque en este momento se producen cambios significativos, tanto corporales, como emocionales e intelectuales, que por lo general alteran el comportamiento individual y social de los y las adolescentes. De allí que las relaciones entre padres e hijos precisan de una readaptación u orientación mostrando la mayor comprensión. El y la adolescente en esta etapa está susceptible a una serie de tentaciones o provocación propias de la edad, el cual constituyen una amenaza fuerte para su bienestar físico y mental, como es el caso del consumo de drogas.

1. Historia del consumo de drogas

Se pierde en el tiempo la tradición de consumir drogas - cada pueblo y cada cultura van teniendo las suyas. Unas veces, el hombre ha buscado en ellas la nutrición física, otras la cura para sus enfermedades, otras para alimentar sueños o alcanzar el transcendente, influenciar el humor, buscar la paz o la excitación, en fin, simplemente para abstraerse del mundo que lo rodea y lo perturba en cierto momento de su existencia (1). Y un cierto misterio que rodeaba el templo de Eleusis, desde el siglo IV A.C. hasta la edad helénica, donde dominaba el culto de los dioses Demetrio (con una amapola ornando sus estatuas), Dionisio y Orfeu, ha ido perdurando en una áurea mítica que ahora poco a poco se deshace en buena parte de los países...

En el período de los imperios coloniales, las drogas han sido usadas predominantemente como moneda de cambio, con una completa indiferencia por las consecuencias del uso para fines distintos de los medicinales o de mediación en los contactos con el trascendente.

Detengámonos un poco sobre las tres principales drogas de origen natural: la planta del cannabis, el arbusto de la coca y la amapola del opio.

1.1 Al mirar la planta del cannabis, cuya cuna habrá sido en las estepas de Asia central, donde continúa a crecer de modo salvaje, por ejemplo en Kazakhstan y Kirguistán - se observa hoy que su autodestrucción masiva puede pelear con aspectos ecológicos de recuperación de áreas desérticas – se constata que la historia de su difusión se confunde con la de sus migraciones.

Cultivada a causa de sus fibras, del aceite extraído de sus granos y como forraje para los animales, temprano ( 2.700 A.C. ) se le reconocen propiedades psicoactivas, como sedativo para tratamiento de la alineación mental en la farmacopea del emperador Chen-nong. Los poderes estimulantes y euforizantes del cáñamo han sido elogiados en uno de los cuatro libros santos indo-arianos (1.300 A.C. ). Después de ser secadas y reducidas a polvo, las sumidades floridas son mezcladas en los alimentos o bebidas. Un papiro egipcio del siglo VI A.C. cita la planta entre las drogas sagradas del farao. En el siglo IX A.C. es utilizada en la Asiria como incenso.

El gran historiador griego Herodoto nos da cuenta de la presencia de la planta al norte del mar del Negro, entre los ríos Don y Danubio, llamando la atención sobre las aparecencias entre este cáñamo y el liño y de su uso para vestimientos. Cuenta como los pueblos nómadas que habitan la región tomaban baños de vapor provocado por el lanzamiento de sus semillas sobre piedras incandescentes. Y, curiosamente, acrecienta: «Es el único baño que conocen pues jamás lavan el cuerpo con agua.»

Su cultura en Europa occidental es conocida en los siglos I y II, pues los romanos la utilizan en los cordales de sus navíos, la importan de Galia donde crece con abundancia.

Utilizada como euforizante en los banquetes, alertaba todavía, el médico Galien contra el abuso de la droga en la pastelería pues perjudicaría el cerebro cuando tomada en exceso.

Considerada como la hierba de la mediación con los dioses – el Bhang – se torna indisociable de la casta sacerdotal de los brahmanes (religión hindú). Aún en el seno de las religiones, una leyenda dice que el propio Buda, durante las siete etapas que lo conducirán a la iluminación, ha vivido de un gran de cáñamo al día.

Para no escapar a esta atracción, también el Islamismo desde el siglo XII contribuyó a la propagación del Cannabis, conocido a partir del siglo XIV con el nombre de Haxixe, esto es, hierba en Arabe.

De mala fama, al creer en el testimonio de Marco Polo, en los siglos XII a XIII, en la Persia septentrional, Iraque y Siria, fue la seta de los «haschischans», quienes practicaban el asesinato político contra el poder sunita de Bagdad, después de beber una bebida que provenía del cannabis.

El viaje de la planta por África empieza por Egipto, a finales del siglo XII, donde su uso recreativo toca a todas las clases sociales, y después de ser llevada a todo el mundo musulmán, se extiende por la África negra, a través de comerciantes que van colocando interpuestos por la costa oriental, apareciendo en África del Sur a mediados del siglo XV, ahora con el nombre de Dagga.

Habrán sido probablemente los portuguéses, a través de los esclavos africanos idos de Angola para el Brasil, que habrán introducido cáñamo en América (liamba en Angola, riamba o marimba en el Brasil). Sin embargo, há sido en Jamaica, por la mano de los ingleses, que su cultura (con la asignación de ganjah) se intensificó para la adquisición de fibras. De Caraibes a México há sido un salto, donde esta rebaptizada con el nombre mas vulgar – la marijuana.

De este paseo del cannabis por el mundo habrá que acentuar lo que se designa por las dos caras de la planta, y que ha llevado los botánicos a suponer por mucho tiempo que se trataban de dos especies – la cannabis y el cáñamo. En las zonas temperadas sale la planta de las fibras, estratégicamente en las cuerdas, velas, bien como en la pintura y barniz de los navíos que parten a la descubierta del mundo. En otras partes se perfila la otra cara de la planta droga. Y aquí de nuevo una doble cara: la de las propiedades terapéuticas como analgésico, somnífero, anti-tussico, antineurastenico; la otra, la de sus propiedades recreativas, hedonísticas y místicas.

Es suficiente tener en atención, como ejemplo lo que se hace hoy en Europa y America del Norte, para concluir que la situación tiene semejanzas, en sus aspectos distintos.

En realidad, la

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