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INTERVENCIÓN EDUCATIVA PARA FOMENTAR LA LACTANCIA MATERNA EN MADRES DE LACTANTES MENORES DE 1 AÑO DE LA COMUNIDAD DE ANARO, PERIODO ABRIL 2017-AGOSTO 2017

mariet2138Tesis10 de Septiembre de 2018

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MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA SALUD

SERVICIO AUTÓNOMO INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS

“DR. ARNOLDO GABALDON”

TITULO: INTERVENCIÓN EDUCATIVA PARA FOMENTAR LA LACTANCIA MATERNA EN MADRES DE LACTANTES MENORES DE 1 AÑO DE LA COMUNIDAD DE ANARO, PERIODO ABRIL 2017-AGOSTO 2017

Proyecto de Trabajo Especial de Grado presentado como Requisito Parcial para Optar al Título de Especialista en Medicina General Integral

AUTOR: Dra./ Katerine Padilla 

Residente de Primer Año en Medicina General Integral.

TUTOR: Dra./ Mileida Contreras

Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral

Pedraza, noviembre de 2017

INTRODUCCION

Cada mamífero ha desarrollado por milenios una leche única para sus necesidades. Somos mamíferos, animales que alimentan a sus crías con su leche, por lo que todas las madres son capaces de amamantar a sus hijos. Durante unos 40.000 años la lactancia materna ha permitido la supervivencia y el crecimiento de un recién nacido en durísimas circunstancias. Aunque desde las civilizaciones más antiguas las clases altas utilizaron nodrizas para criar a sus hijos. La lactancia es un proceso fisiológico normal, consecuencia natural del embarazo. (M.ª Jesús Geijo. 2007).

En la actualidad, en las naciones donde existe mayor pobreza, es decir, en el mundo subdesarrollado, la imposibilidad de una madre de lactar, puede condenar a muerte a su hijo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), recomienda amamantar los seis primeros meses de forma exclusiva, sin el agregado de agua ni otro tipo de líquido o sólido y luego complementada con otros alimentos hasta los 2 años o más especialmente en los países en vías de desarrollo, lo que constituye un valioso ahorro de recursos, tanto para las familias como para los países. (OMS, UNICEF. 2009).

(UNICEF, 2007) menciona que si todas las madres amamantaran a sus hijos desde el nacimiento se podrían salvar alrededor de 1,5 millones de vida y además mejorar su calidad de vida durante todo el crecimiento.

La lactancia materna es la primera experiencia que comparte un recién nacido con su madre, y de que esta práctica sea confortable y satisfactoria depende el bienestar emocional de madre e hijo. Además, a través de la lactancia, la madre no sólo se transmite emocionalmente a su hijo, sino que también le da los requerimientos necesarios para mantener su metabolismo y el crecimiento normal. (Hernández M, Salinas PJ. 2010)

La lactancia materna es la mejor fuente de alimentación por sus ventajas fisiológicas, inmunológicas, higiénicas y psicológicas, suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales de niños hasta los seis meses de edad. El amplio abandono de la alimentación al seno materno es una característica del siglo veinte. Hoy en día existe una marcada variación en la incidencia de lactancia materna, así como en la edad del destete. (Vandale-Toney S, Rivera. 2009).

Se puede establecer que existen factores socioeconómicos y culturales que favorecen el abandono de la lactancia: la industrialización y urbanización de las poblaciones, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, la cultura del biberón, la aparente insuficiencia o falta de producción de leche por la madre, el rechazo, también aparente del bebé, las enfermedades maternas (la madre operada de cesárea se considera enferma), la hospitalización de la madre para atenderle su parto en un sitio donde ni se promueve ni se apoya la lactancia; optándose por la separación del binomio, la falta de acceso a guarderías para los hijos de las madres trabajadoras, entre otros. (Fuenmayor, J. y Álvarez, T. 2004-2011).

Estudios extensivos sugieren que la lactancia materna no solo juega un papel importante en la reducción de la obesidad, sino que también que ayuda a prevenir la diabetes dependiente de insulina, altos niveles de colesterol y muchas otras. Todas estas condiciones aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas. (American Academy of Pediatrics. 2009)

La lactancia materna sigue proporcionando ventajas prácticas y psicológicas que la madre debe tener en cuenta al elegir el tipo de alimentación. La leche humana es la más apropiada de todas las leches disponibles para el recién nacido, porque está exclusivamente adaptada a sus necesidades. Es el alimento natural para los recién nacidos a término durante los primeros meses de vida, siempre está fácilmente disponible, a la temperatura adecuada y no hay que dedicar tiempo para prepararla; está libre de microorganismos y por tanto reduce el riesgo de trastornos gastrointestinales. (Cairo J. 2010).

Los efectos protectores y de salvavidas de la leche materna frente a los patógenos entéricos asociados a la diarrea grave, están más demostrados en los países en desarrollo o en los que no es fiable ni el aporte de agua potable ni la recogida eficaz de los desechos humanos. (Busto Aguiar R. 2008).

La alergia y la intolerancia a la leche de vaca induce trastornos importantes y dificultades alimentarías que no se observan en los recién nacidos alimentados al pecho. Los síntomas son diarrea, hemorragia intestinal y melenas ocultas. Los vómitos, los cólicos y los eczemas atópicos son menos frecuentes en los recién nacidos que toman leche humana. Los lactantes alimentados exclusivamente al pecho durante por lo menos los primeros cuatro meses de vida presentan una menor incidencia de otitis media en el primer año de vida, al igual que a una menor incidencia de neumonía, bacteriemia y meningitis y otros trastornos crónicos de la vida adulta. (Julián, A. y Herrera, M. 2011).

Indudablemente la lactancia natural es la mejor opción para alimentar al niño durante los primeros seis meses de vida, pues le aporta importantes ventajas como son: la superioridad nutricional, ausencia de agresión físico- químico y antigénico, apoyo inmunológico específico e inespecífico, apoyo al crecimiento y desarrollo del tubo digestivo y prevención de morbimortalidad. Además, aporta grandes ventajas para la madre como recuperación física posparto, disminuyendo el riesgo de hemorragia, estimulando la contracción e involución uterina, espaciamiento de los embarazos, habiéndose demostrado también menor incidencia de cáncer de ovario y de mama en madres que amamantan. ((Vandale-Toney S, Rivera. 2009).

A nivel mundial, el papel protector de la leche Materna ha sido demostrado en diferentes procesos como los infecciosos, sobre todo en gastroenteritis, a través de sus componentes inmunológicos y la pureza bacteriológica que por sí sola tiene, hechos puestos en evidencia en diferentes países como Filipinas, Brasil y Chile en relación al riesgo relativo de tener diarrea, riesgo de morir por la misma y en cuanto a la duración del cuadro. (American Academy of Pediatrics. 2009).

En Estados Unidos se propuso que para el año 2010 al menos el 75% de las mujeres al alta hospitalaria estén lactando a sus hijos, el 50% continúen lactando a los 6 meses y el 25,5 cuando el niño llegue al año de edad. Reportes de los cinco últimos años, refieren que, entre los 10 países con mayores tasas de lactancia materna exclusiva hasta los 4 meses, destacan Chile con 77% y Cuba con 76%. 

La lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, también recomendado por la organización, es bastante baja, en tanto promedia entre 8% y 64% de los bebes en distintos países de América Latina como Venezuela.

La lactancia materna contribuye a la disminución de la prevalencia de desnutrición, observándose que en los niños no alimentados con leche materna llega a ser hasta 10 veces mayor la posibilidad de padecerla cuando la alimentación es a base de sucedáneos (Laritza Rosabal Suárez. 2008).

Hay una clara relación entre diarrea y desnutrición. El papel de la lactancia materna en la morbilidad y mortalidad por diarrea, también es un hecho. Victoria, en Brasil, demostró que el riesgo de morir de un lactante que no recibe seno materno antes del primer año de vida, a causa de diarrea, es 14.2 veces mayor que aquel que recibe leche materna. (Busto Aguiar R. 2008).

En cuanto a las enfermedades respiratorias, junto con las diarreas, causantes de muchas muertes en muchos países, la lactancia materna ha mostrado ser un factor importante en la prevención de las mismas, se ha mostrado que la frecuencia de estas infecciones era cinco veces mayor en los alimentados con fórmula. También se ha visto que la hospitalización y gravedad de las infecciones respiratorias; así como, que la aparición de espasmo bronquial, es menos frecuente en los amamantados al pecho. (Julián, A. y Herrera, M. 2011).

La incorporación de la mujer al trabajo, la oferta masiva de fórmulas lácteas, la escasa capacitación del profesional de la salud para entender y solucionar los problemas clínicos de lactancia y más aún, para fomentar una adecuada práctica de ella, han influido en la caída de los indicadores de lactancia. Existe una desvalorización de la lactancia misma, producto del desconocimiento de la importancia que tiene el traspaso de nutrientes, enzimas, inmunoglobulinas, glóbulos blancos, hormonas, factores de crecimiento, entre otros, de la madre al hijo, durante los primeros meses de vida extrauterina, hasta que el lactante complete el desarrollo de autonomías vitales, inmunológicas, enzimáticas, antiinflamatorias, digestivas. (Pérez Escamilla R. 2008).

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