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LA ETICA


Enviado por   •  26 de Marzo de 2013  •  Exámen  •  2.134 Palabras (9 Páginas)  •  323 Visitas

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LA ETICA

La siglo XXI va a estar marcado aún más que el anterior- por la irrupción, perfeccionamiento y extensión de nuevos y más sofisticados y operativos sistemas de comunicación. Nuestro tiempo ha sido bautizado, no sin razón, con una denominación tan sugestiva como prometedora: 'La era de las comunicaciones'. Se han eliminado las barreras y las distancias que otrora nos separaban. Se está favoreciendo de modo sorpresivo, abrumador y espectacular, la transmisión de conocimientos e informaciones, así como, en menor escala, el deseado encuentro interhumano y multicultural, a escala planetaria. Se han abreviado los procesos de aprendizaje y asimilación de conocimientos, actitudes y destrezas en todos los campos del saber y de la investigación en los más diversos campos del conocimiento. En definitiva, se han puesto al servicio del hombre y de la mujer contemporánea unos medios altamente tecnificados para el logro de dos objetivos fundamentales: a) Asegurar una comunicación técnicamente posible, b) Establecer un correcto y dinámico intercambio de relaciones entre personas, instituciones, pueblos y culturas.

Pero, llegados a este punto, se hace cada vez más perentorio, en un mundo globalizado como el nuestro, un código ético que regule, controle y garantice la defensa y difusión de la verdad objetiva, ya que «en todo acto comunicativo -nos advierte el doctor Piñas Mesa- es importante que el emisor observe qué dice, cómo lo dice, por qué lo dice y a quién lo dice. Ahora bien, no toda la responsabilidad recae en el emisor, también el receptor ha de ser responsable de su actitud de escucha. De ella va a depender, en gran medida, el éxito o fracaso del intercambio dialógico».

Lo tenemos muy claro: se impone el establecimiento de una ética de la escucha que evite la difusión e intercambio de contenidos e imágenes distorsionados, que dificulten y hasta pongan en peligro el conocimiento de la verdad y bien objetivos. Es el papel que corresponde a la ética. Pero, ¿existe en nuestro país un decálogo que haga posible, en el ámbito de las nuevas tecnologías de la información, la implantación de una ética de la escucha? Sí que lo hay. Se lo debemos a determinados grupos de personas e instituciones, éticamente solventes, concebido en éstos o parecidos términos, que podríamos resumir del modo siguiente:

1. Corresponsabilidad.

Yo debo asumir la responsabilidad de lo que digo; pero el que escucha mis mensajes ha de asumir, por su parte, la responsabilidad de aceptarlos o rechazarlos, en todo o en parte.

2. Actitud de permanente humildad.

El hábito de mirar y escuchar exige de mí una actitud de sincera humildad, es decir, de reconocer que, creyendo ver, no veo, y creyendo que escucho, no realidad no escucho. El darnos cuenta de esta limitación constituye un evidente progreso en la práctica de la escucha.

3. Liberarse de las pasiones.

Adoptar, en la escucha, actitudes impulsadas por la envidia, la soberbia, la excesiva vehemencia, la ira, la intemperancia, etc., nos cierra la puerta para abrirnos, sin prejuicios, a las razones del otro.

4. Actitud dinámica.

Una actitud que permita al otro sentirse escuchado, valorado. «Ver no es mirar, ni oír es escuchar. Sólo mira y escucha quien se siente capaz de traspasar, con generosidad de ánimo, lo superficial para encontrarse con la realidad y con la esencia de lo que se dice o transmite».

5. Liberarse de prejuicios.

Esto es, quitarse las gafas que deforman esa realidad que observas. Imágenes y mensajes pueden quedar contaminados por los prejuicios que, acerca de la persona que habla, o en torno a un determinado tema, no he logrado mantener al margen del diálogo. «Si no doy el paso del pre-juicio al juicio seguiré viendo la caricatura que he esbozado del otro, pero nunca su realidad».

6. Valorar críticamente las palabras del otro.

La persona crítica es la que posee criterios propios para escuchar, enjuiciar y calibrar lo que el otro me está diciendo. Suele ocurrir, con demasiada frecuencia, que la persona que más vocifera en un debate es la que menos sabe, «como si la fuerza de las razones estribara en el volumen de su voz y no en el fundamento de lo dicho».

7. Actitud de conversión.

O sea, saber moverse, cambiar de posición, que es lo mismo que convertirse. Cambiar de mentalidad, que es la auténtica 'metanoia' de los griegos. «Muchos siguen viendo lo mismo porque no han cambiado de mentalidad, o, en palabras de Enmanuel Mounier, porque no han transformado su fondo íntimo, su corazón».

8. Salir de sí mismo.

Esto es, volverse al otro para dejarse atravesar por sus razones y argumentos. El que sólo permite que se escuche su palabra es un ensimismado. De ahí que debamos alterar nuestra actitud y ver al otro distinto de sí. Todavía existen personas que aun no se han planteado que los demás pueden tener razón. Son, en definitiva, los que consideran que su palabra -su mensaje- es la única palabra armada de razón. «Eso mismo son sus razones con frecuencia: armas arrojadizas».

9. Creatividad.

El ser creativos, el utilizar la imaginación para, partiendo de una observación objetiva, adoptar soluciones viables y diferentes ante una situación problemática, constituye un arma eficaz que suele proporcionar la escucha atenta, respetuosa y reflexiva de mensajes, imágenes e informaciones no contaminados. «Demostramos saber y ser inteligentes cuando sabemos leer por dentro ('intus-legere'). Es el camino que conduce de lo exterior y superficial a lo interior y profundo. La inteligencia no puede ser la fría descripción de lo que sucede, sino la sabia esperanza de lo que puede y debe ser. Somos racio-cordiales -nos decía don Miguel de Unamuno-. Los ideales que no están acompañados de entusiasmo nunca podrán transformar realidades».

EL SECRETO PROFESIONAL

El secreto profesional es la obligación legal que tienen ciertas profesiones de mantener en secreto la información que han recibido de sus clientes. Al contrario de lo que ocurre con tipos de deberes de confidencialidad, el secreto profesional se mantiene incluso en un juicio.

Entre estos profesionales, cabe citar como casos más típicos el abogado, el médico, el informático, el psicólogo, el periodista o el trabajador social.

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