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LA HISTORIA DEL ORIGEN DE LAS ESPECIES


Enviado por   •  14 de Abril de 2012  •  7.599 Palabras (31 Páginas)  •  675 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

Universidad del Zulia

Facultad de Humanidades Y Educación

Educación Mención Biología

Cátedra: Evolución

Profesor. Tulio Mavares

LAS TEORÍAS EVOLUTIVAS

LA HISTORIA DEL ORIGEN DE LAS ESPECIES

Capítulo I

Los Comienzos

Charles Robert Darwin nació en Sherewaury en abril de 1809. Era el segundo varón y el quinto hijo de un próspero doctor en medicina, Robert Waring Darwin, y de su esposa Susana Wedgwood. La familia ostentaba una posición destacada en la sociedad respetable de provincias y se la solía ver visitando a parientes y participando en iniciativas benéficas.

Parece haber sido un chico cariñoso al que nada gustaba más que estar con sus amigos y familia, que amaba profundamente el campo y disfrutaba leyendo una amplia variedad de libros y escuchando música. Uno de sus abuelos fue Erasmus Darwin, el poeta, médico y pensador evolucionista prematuro. El otro fue Josiah Wedgwood, el famoso ceramista. Un árbol genealógico tan excepcional siempre despierta comentarios, de modo que entre los historiadores se ha popularizado hace mucho la practica d rastrar parte de la ingenuidad personal de Darwin en estas dos figuras antepasadas suyas. Nació, por así decirlo, en el seno de la intelectualidad económicamente acomodada de Gran Bretaña.

De niño esperaba convertirse en médico, le encantaba recoger especímenes de historia natural. Le gustaba la química, y el y su hermano mayor Erasmus establecieron un pequeño laboratorio en su casa para realizar experimentos en vacaciones. La vida le dio un giro emocionante cuando su padre lo apartó de la escuela prematuramente para, en 1825, enviarlo junto con su hermano Erasmus a la escuela d medicina en Edimburgo, donde comenzó a estudiar medicina. Al joven Darwin de dieciséis años lee resultó atroz la realidad de la medicina del siglo XIX. Dos operaciones muy malas, una d ellas practicada a un niño, le convencieron de que jamás llegaría a ser doctor y abandonó en 1827. Darwin asistió a la clase de química d Thomas Hope y realizaron el curso de historia natural de Robert Jameson, este último apoyado por un excelente museo de historia natural. El curso de Jameson le introdujo en el tema de la geología y tomó conciencia d los debates de la época acerca de la historia de la tierra y los fósiles…

Se unió a la Plinian Society, una reducida sociedad de estudiantes en la que conoció a Robert Grant, un carismático profesor universitario de la escuela de m divina que suscribía la anatomía del desarrollo francesa y los puntos de vista evolucionistas. Realizó su primer su primer descubrimiento científico, relacionado con los huevos de flustra, una especie de pólipo gelatinoso, que se hizo público en la Plinian Society el 27 de marzo de 1827. Grant ensanchó en forma espectacular las perspectivas de Darwin, le introdujo en los ambientes científicos de Edimburgo y le animó a ampliar sus intereses por la historia natural.

Darwin abandonó Edimburgo con unos horizontes intelectuales mucho más amplios que los de muchos jóvenes de su edad. Ya había aprendido a comprender el valor de cuestiones elevadas acera de los orígenes y las causas, y halló por sí solo una explicación evolutiva para las pautas de la vida, si bien no hay razón aluna para pensar que en aquella época fuera ya un evolucionista.

Tras algunas clases intensivas de latín y griego, que había olvidado desde la época de la escuela, Darwin ingreso poco después en el Christ's College, en Cambridge, para prepararse para una licenciatura común y corriente, el punto de partida habitual para ordenarse sacerdote de la iglesia anglicana. Darwin afirmó posteriormente que le satisfacía la idea de convertirse en un rural, aunque de vez en cuando sentía una o dos dudas religiosas.

Los historiadores de la ciencia coinciden en que el entorno académico de Cambridge era muy diferente del de Edimburgo y en que la accidentada senda que conducía desde un entorno médico austero y sereno hasta los exuberantes prados teológicos de Cambridge fue decisiva. Darwin pasó tres años fabulosos. El calendario de clases era poco exigente y había muchísimo tiempo para permitirse la afición por la historia natural. Se intereso por las opiniones teológicas del archidiácono William Paley; en un principio porque formando parte de su plan de estudios y, más adelante, como lectura personal. El lenguaje claro de Paley proporcionaba mucho placer a Darwin. “La lógica de este libro (Evidencia d la religión cristiana) y, pudiera añadir, la de su Teología natural, me proporcionaron mucho deleite… Estaba encantado y convencido por la larga cadena de argumentaciones”.

Su amigo profesor, Adam Sedwick, tomó a Darwin como ayudante durante dos semanas en su campo de trabajo de verano para examinar las rocas más antiguas de Gales que se conocían. Aquellas dos semanas despertaron en Darwin un amor por la teorización geológica a gran escala que le acompañaría hasta su muerte.

A su regreso a Sherwsbury, Darwin encontró una carta, a Henslow en la que este le ofrecía realizar un viaje por todo el mundo en un buque topográfico británico, el H.M.S. Beagle. “El viaje del Beagle ha sido, con mucho, el suceso más importante de mi vida, y determinó toda mi carrera”, afirmó Darwin. Y continuó estremeciéndose con los recuerdos de aquella experiencia extraordinaria hasta el final de sus días.

El interés que FitzRoy sentía por la ciencia le animó a equipar el buque para su segundo viaje con instrumental sofisticado y una serie de cronómetros destinados a realizar mediciones d la longitud por todo el planeta. El viaje s prolongó desde diciembre de 1831 hasta octubre de 1836, período durante el cual visitaron muchos lugares. En Sudamérica Darwin realizó en solitario varias expediciones tierra adentro muy prolongadas, incluido un viaje a través de los andes. Allá donde era posible, acoraba con FitzRoy que le dejaran en tierra y le recogieran en un lugar diferente.

De vuelta a casa, Darwin y FitzRoy escribieron conjuntamente un breve artículo periodístico en el que elogiaban

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