LINEA DEL TIEMPO SOBRE LA CONSTRUCION Y CONSOLIDACION DE ASIS
alejareyes507Resumen31 de Agosto de 2021
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ACTIVIDAD 1
LINIA DEL TIEMPO SOBRE LA CONSTRUCION Y CONSOLIDACION DE ASIS
KATHERINE MAGNEYI HERNANDEZ YUCUMA
ALEJANDRAREYES REYES
MARINELLY GALLO GUTIERREZ
VALENTINA CHARRY SANTOFIMIO
CLAUDIA PATRICIA BALAGUERA VARGAS
ID: 651111
UNIMINUTO
ADMINISTRACIÓN EN SALUD OCUPACIONAL
NEIVA-HUILA
Análisis de Situación de Salud (ASIS)
Los Análisis de Situación de Salud (ASIS) han sido definidos como procesos analítico-sintéticos que abarcan diversos tipos de análisis. Permiten caracterizar, medir y explicar el perfil de salud-enfermedad de una población incluyendo los daños y problemas de salud así como sus determinantes, sean estos, competencia del sector salud o de otros sectores. Los ASIS facilitan la identificación de necesidades y prioridades en salud, así como la identificación de intervenciones y programas apropiados y la evaluación de su impacto en salud”. (Organización Panamericana de la salud, 1999).
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según lo establecido en el artículo 11, del Capítulo I, del Título III de la Resolución MSPS 1536 de 2015, “por la cual se establecen disposiciones sobre el proceso de planeación integral para la salud”, la actualización del Análisis de Situación de Salud (ASIS) general, se debe realizar anualmente; en tal sentido las Entidades Territoriales (ET) han recibido la asistencia técnica y el acompañamiento presencial del caso, además de haber recibido asistencia mediante videoconferencias y mediante el curso virtual dispuesto para el efecto. Esto último ha permitido el fortalecimiento de la capacidad técnica en la aplicación de la metodología del Análisis de Situación de Salud (ASIS), con enfoque en los determinantes sociales de la salud, así como han realizado y actualizado el ASIS en los últimos tres años.
El análisis de la situación general o local de la salud pasó de ser un asunto exclusivamente técnico del sector de la salud a convertirse en un asunto político, con implicaciones para la población objeto del análisis y para quienes toman las decisiones, ya que involucra las esferas del poder, así como aspectos económicos, sociales y culturales de suma importancia. Como función esencial de la salud pública, dicho análisis se sustenta en parámetros de evaluación que permiten orientar su desarrollo y medir sus implicaciones, lo cual constituye el primero de los retos que enfrenta; sin embargo, sus desafíos van más allá de los criterios técnicos planteados en el año 2000 por la Organización Panamericana de la Salud. Las dinámicas locales en las cuales se inserta el análisis de la situación de salud están cada vez más permeadas por procesos de globalización que, a su vez, demandan la articulación de las políticas internacionales adoptadas por el país. La transición demográfica y epidemiológica requiere dar cuenta de perfiles heterogéneos de temas que cobran importancia, que comprenden la salud mental, la laboral y la ambiental. Además, tal análisis se hace más complejo en un contexto como el nuestro, con profundas desigualdades aún por subsanar, y en el marco del Sistema de Seguridad Social en Salud, lo cual implica desafíos técnicos y políticos, así como de conocimiento y de articulación. Palabras clave: salud pública; sistemas de salud; política social; objetivos de desarrollo sostenible; equidad en salud; necesidades y demandas de servicios de salud.
El análisis de la situación de salud referido a un hecho específico o coyuntural en alguna región, o al comportamiento de uno o varios fenómenos en el tiempo, permite caracterizar tendencias (1) y, por ello, implica una gran responsabilidad. Desde una perspectiva sistémica, es clara la gran cantidad de elementos involucrados en el análisis de la situación de salud y sus diferentes niveles de relación, los cuales se expresan por medio de múltiples condiciones y factores determinantes, por lo que puede afirmarse que se trata de un asunto muy complejo que exige una aproximación integral e integradora. De lo anterior da cuenta la Organización Panamericana de la Salud (OPS) al concebir el análisis de la situación de salud como el conjunto de “procesos analítico-sintéticos que abarcan diversos tipos de análisis y permiten caracterizar, medir y explicar el perfil de salud-enfermedad de una población, incluyendo los daños y problemas de salud, así como sus determinantes, sean estos competencia del sector salud o de otros sectores” (2). De ahí que su aplicación local, regional, nacional o global modifica las responsabilidades y las funciones de quienes se encargan de la captación de los datos, los procesos analíticos y, por último, de la adopción de decisiones según los objetivos de cada nivel. Dicho análisis permite determinar las necesidades y facilitar la ‘priorización’ en salud, y sustenta la formulación de estrategias de intervención y su consecuente evaluación. Todo ello exige complejos procesos de negociación política que implican la movilización de cantidades considerables de recursos y la definición de criterios en las instituciones responsables. Los fundamentos de este análisis situacional son las relaciones establecidas entre la dialéctica de la salud y la enfermedad en un espacio geopolítico y en un tiempo determinado, y las condiciones de vida de la población implicada (3). En lo concerniente a las poblaciones, dicho análisis necesariamente involucra aspectos generales históricos, geográficos, demográficos, sociales, económicos, políticos, culturales y, por supuesto, epidemiológicos, así como aquellos inscritos en la esfera de lo doméstico, lo relacional y lo privado. En resumen, se establece en su marco una relación de determinación que va desde los niveles más generales hasta los más singulares, y que opera en sentido contrario en una relación de condicionamiento. Es justamente en el entrecruzamiento de los niveles general, particular y singular de determinación de la realidad (4), donde se encuentra la explicación de la relación entre lo biológico y lo social mediante la articulación de los modos de vida (sociedad), las condiciones de vida (grupos poblacionales) y los estilos de vida (individuos). La situación de salud del individuo, del grupo social y de la sociedad se enmarca en cada momento histórico, y está determinada por procesos físicos, químicos, biológicos, sociales, tecnológicos e ideológicos que, a su vez, están predeterminados por los primeros (5). En ese mismo sentido, el proceso de salud y enfermedad, entendido como un proceso social, tiene un carácter histórico evidenciado en las tendencias de los análisis situacionales efectuados en diferentes periodos y territorios que, más allá de reflejar los perfiles epidemiológicos, ayudan a entender las diferencias entre grupos poblacionales y clases sociales y su vinculación a los procesos estructurales y de superestructura (6). En este marco referencial se inscribe la presente reflexión sobre los retos que implica el análisis de la situación de salud, primero, a partir de las funciones esenciales de la salud pública y, en segundo lugar, en el contexto de la globalización y de los “objetivos de desarrollo sostenible”. Por último, se discuten los desafíos de dicho análisis en el contexto del Sistema General de Seguridad Social en Salud, del Plan Decenal de Salud Pública y de la Política de Atención Integral en Salud en Colombia, y se señalan algunas posibles respuestas frente a tales retos. En el año 2000, el Consejo Directivo de la OPS, en colaboración con los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Centro Latinoamericano de Investigaciones en Sistemas de Salud (CLAISS), aprobó la iniciativa del fortalecimiento de la salud pública en las Américas, con el fin de mejorar sus prácticas y fortalecer el liderazgo mediante la definición y medición de sus funciones esenciales. El seguimiento, la evaluación y el análisis de la situación de salud, es la primera de las once funciones esenciales de la salud pública establecidas, la cual debe medirse mediante siete parámetros.
La medición de tales parámetros constituye el primer reto. El objetivo es hacer una evaluación actualizada de la situación de la salud y de sus tendencias en cada país, con base en los factores determinantes, fundamentalmente, las desigualdades frente a los riesgos, los daños y el acceso a los servicios. Es difícil hacer una evaluación actualizada cuando no se dispone de la información de base, o la existente presenta limitaciones significativas de calidad. Para la construcción del análisis de la situación de salud del 2016 en Colombia, por ejemplo, se consultó la información correspondiente al periodo de 2005 a 2014 (8), es decir, datos referidos al pasado reciente. Por otro lado, la caracterización y el análisis de los factores determinantes requieren de modelos teóricos que den cuenta de la complejidad del objeto de análisis, y de métodos y técnicas que permitan abordar estos fenómenos desde un punto de vista que trascienda lo exclusivamente disciplinario. Resulta relevante entender cuál es el modelo teórico que subyace al análisis de la situación de salud para explicar dicha situación en una población, puesto que el enfoque basado en los factores sociales determinantes de la salud propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la llamada medicina social latinoamericana, implica supuestos diferentes para la comprensión del proceso de salud y enfermedad y, por lo tanto, una aproximación distinta a la recolección de los datos y a su análisis, así como a las causas de las desigualdades en salud, lo cual necesariamente establece diferencias sustanciales a la hora de adoptar decisiones (9). Los siguientes son los parámetros mencionados. Determinar las necesidades de salud de la población, los riesgos en salud y la demanda de servicios de salud. Es importante aclarar que, en la práctica de la salud pública, aún no se ha superado la concepción de la necesidad como carencia. Si bien Max Neef, en su libro “Desarrollo a escala humana” (10), marca un hito al romper con la concepción clásica del concepto de necesidad en el campo de la economía, concibiéndolo en términos de potencialidad, no es este al que se alude al referirse a la población sujeto de intervenciones en salud pública, ni tampoco al que recurren la mayoría de los planificadores de la salud. Por otro lado, la interpretación del concepto de riesgo en salud también ha sufrido un cambio marcado por el interés economicista que impera en la actualidad, lo cual limita su análisis y su medición. El concepto del riesgo de enfermar o de morir en el contexto de la seguridad social clásica pretendía ser integral y universal, mientras que el concepto de riesgo desde la lógica de la protección social actual, responde a intereses paliativos y a una perspectiva de estado minimalista (11,12), y se refiere exclusivamente al riesgo financiero de enfermar o de morir; en otras palabras, la principal preocupación es quién paga por una enfermedad o una muerte. Por último, se debe señalar que la gran mayoría de los estudios de oferta y demanda de servicios de salud, se centran en la oferta más que en la demanda, lo cual se explica por la aún incipiente forma de determinar, real e íntegramente, la relación de las circunstancias que llevan a la comunidad a sentirse enferma, tener la necesidad de consultar y hacerlo efectivamente. Mientras siga habiendo tantas limitaciones conceptuales y operativas para abordar la demanda, la evaluación de este aspecto seguirá siendo un reto. Más allá del inventario de recursos sanitarios y de señalar las barreras percibidas para el acceso a los servicios de salud en el análisis de la situación de salud (13,14), se requieren elementos que evidencien las relaciones existentes entre las necesidades de la población, la oferta sanitaria, las causas de las barreras para el acceso y los intereses de los diferentes implicados en esta dinámica. Manejo de las estadísticas vitales y la situación específica de grupos de especial interés o de mayor riesgo. La selección de estos grupos de interés está permeada por decisiones ancladas en intereses políticos, así como en determinados paradigmas y modelos teóricos. En contextos heterogéneos como el colombiano, se han ido adoptando enfoques diferenciales en la formulación de las políticas públicas, e, incluso, en el análisis de la situación de salud, al considerar aspectos como el “ciclo de vida, la orientación sexual o la identidad de género, la pertenencia étnica, la discapacidad y las situaciones generadoras de inequidades sociales (desplazamiento forzado, trabajo sexual, región de origen o de residencia)” (14,15). Sin embargo, la comprensión de la situación de salud de estos grupos y las desigualdades que padecen requiere, además, superar el subregistro de los indicadores básicos, y propiciar la búsqueda de información y un análisis que favorezca su comprensión. Para citar un ejemplo, las etnias se consideran como una sola categoría sin reconocer las diferencias culturales que existen entre las poblaciones indígenas, los afrocolombianos y el pueblo gitano rom, diferencias que pueden explicar las desigualdades en su situación de salud y orientar intervenciones más acertadas (16). Generación de información útil para la evaluación del desempeño de los servicios de salud. Es muy importante que esta evaluación contemple los intereses de todas las partes involucradas. El desempeño de los servicios de salud se está evaluando a partir del principio de eficiencia como fin en sí mismo, y no como medio para el bienestar. De ahí la importancia de definir el uso del término “utilidad”, pues en la actualidad parece responder exclusivamente a su acepción financiera y no a la social. Variables como el aseguramiento, la infraestructura y el recurso humano, sugeridas por el Ministerio de Salud en la guía para la elaboración del análisis de la situación de salud (14), son insuficientes para evaluar el desempeño de los sistemas y servicios de salud, más cuando se sabe que el aseguramiento no implica el acceso real ni necesariamente da respuesta a las necesidades en salud de la población. Un acercamiento más amplio, tanto conceptual como metodológico, a la evaluación de los sistemas y servicios de salud, puede aportar elementos para la comprensión y la transformación de nuestra situación actual. Recursos de otros sectores que aportan a la promoción de la salud y el mejoramiento de la calidad de vida. Mientras se tengan vacíos en la definición y delimitación de la promoción de la salud y del objeto de la salud pública, será sumamente difícil establecer los recursos provenientes de otros sectores que realmente se invierten en este campo. En este sentido, no es frecuente encontrar estudios como el de Dever (17) sobre “un modelo epidemiológico para el análisis de la política de salud”, en el cual se reconoce, por ejemplo, que la distribución del gasto en salud en los Estados Unidos en 1975 correspondía a los rubros equivalentes a los cuatro grandes factores determinantes en el campo de la salud establecidos por Lalonde y Blum. El desarrollo y la aplicación de este modelo o de otros similares permitirían una aproximación adecuada a estos aspectos. La adopción de una visión amplia de la promoción de la salud y, por lo tanto de los sectores implicados en ella, permitiría detectar un mayor número de instituciones y organizaciones que contribuyan a mejorar la salud de la población en los territorios. Desarrollo de la tecnología e intercambio de experiencias y métodos para el manejo, interpretación y comunicación de la información a los responsables de la salud pública (otros sectores, proveedores y ciudadanos). Una de las grandes limitaciones en este campo se relaciona con el talento humano en salud, especialmente, el dedicado a la salud pública, situación que se acentúa a nivel municipal y que involucra diferentes aspectos: en primer lugar, el desarrollo de capacidades y experiencia del personal a cargo del análisis de la situación de salud; en segundo lugar, las condiciones laborales del personal de salud pública, caracterizadas por la gran rotación y las contrataciones tardías para periodos cortos (17,18); y, por último, los problemas para articular el trabajo de las diferentes disciplinas y dependencias a nivel territorial, articulación necesaria para dar cuenta de los factores sociales determinantes que deben considerarse en el análisis de la situación de salud (17). Pasando a otro punto, si bien existen avances en la información que se recolecta en el Sistema Integral de Información de la Protección Social (SISPRO), persisten problemas en la documentación sobre las variables de salud y otros ámbitos necesarios para dar cuenta de los factores sociales determinantes a nivel territorial, así como en la oportunidad del suministro de la información, la concordancia entre las diferentes fuentes oficiales y de estas con la realidad de los territorios, y en la articulación de los análisis de la situación de salud departamentales y municipales. Además, la información necesaria para realizar dicho análisis, específicamente para la ‘priorización’ de problemas, debe provenir de diferentes fuentes y metodologías, dado que los datos estadísticos convencionales y las metodologías cuantitativas empleadas en la ‘priorización’ de necesidades pueden ser insuficientes para comprender la realidad. En el diálogo con las instituciones y las comunidades, es necesario dar cabida a metodologías cualitativas que ayuden a entender la situación de salud de los territorios y a mejorar los procesos de participación y de empoderamiento que se requieren para que las propuestas institucionales que surgen del análisis de la situación de salud efectivamente surtan efecto (17). Por último, hay dificultades en la entrega de la información proveniente del análisis de la situación de salud a los responsables de las decisiones (lo cual implica tomarlas sin considerar el diagnóstico y desaprovechar la oportunidad de mejorar el impacto), y a la comunidad. Esto quiere decir, por un lado, que un gran porcentaje de la población no accede a información suficiente, oportuna y pertinente, y por otro, que los intereses de quienes poseen y financian los medios de comunicación con frecuencia no coinciden con los propios de la salud pública. Determinación y desarrollo de instancias de evaluación de la calidad de los datos recolectados y de su correcto análisis. En el análisis de la situación de salud, constituye un gran reto el establecimiento de estándares de calidad que respondan a las necesidades locales desde una perspectiva global y posibiliten el desarrollo de procesos de análisis pertinentes que exhiban coherencia social, política y económica. Para entender las implicaciones del análisis de la situación de salud y de su evaluación con base en los parámetros descritos, es necesario considerar diferentes aspectos globales y locales. Hoy más que nunca todos los aspectos de la vida cotidiana relacionados con lo global están interrelacionados y, por consiguiente, se requiere de una visión totalizadora e integradora. El contexto en el cual nos inscribimos como resultado de la globalización, responde a dos referentes reconocidos: “la perspectiva del sistema mundo, [entendida] como la sucesiva expansión del sistema capitalista, proveniente desde la época del Descubrimiento, y la otra como la revolución tecnológica y electrónica actual que soporta redes complejas que atrapan a los individuos en los mercados financieros y en los medios de comunicación, incluidos los actores sociales, culturales y políticos, y no sólo los económicos” (19). Ello pone de relieve el problema del modelo económico dominante que privilegia los aspectos financieros y hace énfasis en el desarrollo instrumental para perfeccionar el modo de producción capitalista con las corrientes neoliberales. Se reafirma, así, el papel del mercado, a pesar de sus imperfecciones, y se deja exclusivamente al Estado la función de la modulación, y este, al abstenerse de intervenir, facilita el desarrollo del libre mercado, salvo en casos extremos. La sociedad, por su parte, es el sustrato para que ambos existan y se justifiquen (7). En este contexto, son varios los retos del análisis de la situación de salud: insertar su aporte en los procesos de desarrollo y en sus diferentes dimensiones convirtiendo la intervención intersectorial en la gran estrategia; evidenciar la necesidad de avanzar en el desarrollo de un sistema de salud equitativo, coherente con el carácter público de la responsabilidad en salud del Estado (20), y aprovechar al máximo todo el arsenal de conocimiento científico y tecnológico para ponerlo al servicio de los intereses colectivos. Por otra parte, las decisiones en torno a las políticas públicas que rigen el sistema de salud “están influenciadas por el contexto político, es decir, se hacen bajo restricciones institucionales, generalmente requieren de negociación o acuerdos debido a la presión de grupos de interés, y están influenciadas por muchos tipos de ideas, además de las ideas que provienen de la investigación” (21). Están, además, los desafíos éticos que hoy se plantean al hacer el análisis de la situación de salud, pues solo si se tiene una gran claridad sobre los principios éticos y se aprovecha de manera óptima el conocimiento generado por la ciencia, se logra el ambicioso objetivo de convertir la salud en medio y fin de un desarrollo humano sostenible. En el marco de la globalización, la transición demográfica y los cambios progresivos de los factores determinantes que se vienen dando en Colombia, han determinado que la transición epidemiológica se experimente de forma diferente, ya que todavía se padecen enfermedades infecciosas y otras dificultades producto de las precarias condiciones de vida de la población y, simultáneamente, las enfermedades crónicas y degenerativas no dan tregua (22). Esta situación se agrava con el resurgimiento de enfermedades como la tuberculosis, que, asociada al sida, produce considerables víctimas. Todo ello es agravado por problemas de índole ambiental, y de salud mental y laboral, que obligan a convertir el análisis de la situación de salud en una herramienta eficaz para la comprensión integral y totalizadora de esta compleja situación, de manera que pueda enfrentársela de la mejor manera. Este reto se hizo visible en los objetivos de desarrollo del milenio y ha cobrado mayor fuerza en los objetivos de desarrollo sostenible. En la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible del 2015, los Estados Miembros aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la cual se formularon los 17 objetivos de desarrollo sostenible. En el objetivo 3, directamente relacionado con el sector de la salud, se establece el deber de “garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades” y se trazan metas similares a las planteadas en los objetivos de desarrollo del milenio, como la reducción de la mortalidad materna e infantil y del impacto de la epidemia de enfermedades infecciosas como el VIH/sida, la malaria y la tuberculosis, así como el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva. Estas, sin embargo, se amplían con otras nuevas que dan cuenta de la transición
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