La Industria Azucarera Mexicana, Evolución Y Retos.

Antecedentes

En México, la historia de la industria del azúcar se remonta hasta el año de 1554, fecha que se instaló el primer trapiche para producir dulce.

Los gobiernos revolucionaron, ante la necesidad de satisfacer la demanda del dulce y obtener divisas por medio de su exportación, adoptaron medidas para fomentar la actividad. En el código Agrario que se promulgo durante el Gobierno del General Obregón, se consideró como “inafectables las tierras de los ingenios cultivadas con el fin de conservar su unidad agroindustrial”. En esta época, la industria inicio una etapa de crecimiento estable, aumento el número de ingenios y la producción se incrementó, hasta satisfacer la demanda nacional y canalizar cada vez más el azúcar al mercado internacional.

En 1938, bajo los auspicios del Gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas, se creó la Unión Nacional de Productores de Azúcar, S.A. de C.V., que agrupo a todos los ingenios del país y se encargó de regular su producción, financiarla, distribuirla y comercializarla en toda la República. Asimismo, cuido que el excedente se destinara a la exportación.

Durante la presidencia del General Manuel Ávila Camacho, el 22 de septiembre de 1943 se expidió un Decreto en el que se establecían zonas de abastecimiento de los ingenios, para asegurar la producción de caña.

En febrero de 1943 se constituyó la Financiero Nacional Azucarera, S.A. como institución privada, financiera y fiduciaria. En 1953 se convirtió en Institución Nacional de Crédito.

El 29 de marzo de 1949, se dio a conocer en el Diario Oficial un mecanismo para fijar los precios; el de caña de azúcar por medio de la UNPASA y el de azúcar por la Secretaria de Economía. En esta época los industriales privados pretendieron dirigir la mayor parte de su producción al exterior, pues ello les resultaba más redituable.

En 1959 se inicia el conflicto entre Estados Unidos y Cuba (que era su principal abastecedor), Estados Unidos aumento sus compras en Brasil, Haití y México y otros países. Como resultado, en 1960 y 1961 México exportó 364,160 ton., y 584,763 ton., respectivamente, al mercado Estadounidense. Como consecuencia de este incremento en la demanda, la producción azucarera creció. Sin embargo, los empresarios queriendo aumentar sus ganancias rechazaron las nuevas inversiones, descuidaron el mantenimiento y desviaron los subsidios y créditos del Gobierno hacia otras actividades más redituales, dejando a sus ingenios operar con las bajas tasas de productividad alcanzado dado el deterioro de la maquinaria, creando así un doble problema de escasez de azúcar y de capitales, mismo que se acentuó con el crecimiento de la demanda nacional, consecuencia de los bajos precios internos.

La crisis productiva se extendió hasta fines del decenio de los sesenta. En 1968 esta se agudizó en mayor media y la producción de azúcar disminuyo en 131 mil toneladas.

Esta situación condujo a un estancamiento de la rama que se manifestó en la descapitalización y deterioro de la planta industrial y el envejecimiento del campo cañero, al punto de que el país pasó con cierta rapidez, de exportador a importador neto. Ante esta coyuntura, el estado primero amplio su política de subsidios a los ingenios y busco cumplir con las cuotas de exportación al mercado Estadounidense. Sin embargo, las medidas adoptadas no fueron suficientes y empezó a escasear el dulce.

Ante el imperativo de mantener la planta industrial y el empleo, se optó por una mayor intervención gubernamental. Dicho proceso culminó con la transferencia de ingenios del sector privado al sector público en condiciones de una bajísima productividad y eficiencia. Aun que el proceso de incorporación de ingenios al sector paraestatal

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