La crisis democrática

La crisis democrática

“La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos; es una condición que solo se puede mantener si todo ciudadano la defiende”.

-Rigoberta Menchú.

Al pasar de los tiempos todos los contextos en que los humanos se ven involucrados van teniendo una evolución y al traer esto una cantidad de cambios consigo se hace complicado tener una total y rápida adaptabilidad, lo cual causa complicaciones a los sujetos a nivel individual y social. En nuestro país y en Latinoamericana como tal, la cultura, la política y la educación son los temas más afectados por los cambios que produce la globalización, viendo esto por el lado de la adaptación, ya que, como bien se sabe este continente no refleja un cambio o mejoras muy notables de las problemáticas contemporáneas que padece, causando así un atraso muy evidente con respecto a otras partes del mundo.

Se pone en cuestión también, cómo los primeros grupos de socialización van decayendo o cambiando, pues la tecnología ha invadido espacios de aprendizaje y culturización que eran netamente funcionalidad de las familias y las escuelas, esto ha traído consecuencias evidentes y relevantes a la hora de tener una participación política o social, el estar inmersos en la tecnología y en los medios de comunicación nos desconecta de cierta manera de las bases tradicionales de socialización y aprendizaje, permeando cada vez más y con más fuerza en el aprendizaje individual y social a través de estos medios.

Uno de los temas más polémicos con relación a la globalización, modernización y modernidad es la democracia, la cual trae efectos negativos a las instituciones encargadas del garantismo y cooperativismo entre el estado y la sociedad civil, siendo estas un puente en el accionar político de las personas, ya que se ven mediadas por las relaciones de poder que garantizan lo privado antes que lo común. 

Dichas instituciones se vuelven  ineficaces para la sociedad creando imaginarios que no representan el interés de muchos, pues la búsqueda principal es la de un estado de bienestar,  donde los derechos fundamentales sean los pilares que garanticen el paso a una modernización y una participación activa frente al sistema político, creando en las mentalidades un conjunto de actitudes positivas que dan cambio a una cultura y forman un conjunto de valores para hacerse partícipes de una democracia representativa.

Para entrar en contexto la modernización es entendida entonces como:

“La operacionalización del proyecto de la modernidad, donde ciertas características empíricas permitirían que una sociedad abandone los rasgos tradicionales para         constituirse como sociedad moderna. Entre estas destacarían: un alto grado de urbanización, un mejoramiento de la calidad de vida derivado del desarrollo científico y tecnológico, la expansión de la educación formal, las transformaciones en la estructura ocupacional, el debilitamiento de los roles sexuales tradicionales y la transformación de la familia” (Marin y Morales, 2010)

Es con esta definición donde entra la controversia política y cultural sobre la modernización y la globalización de América Latina, donde aún nos arraigamos a una gran cantidad de tradiciones ancestrales que no permiten un crecimiento y desarrollo del continente, y aun así sus líderes políticos, religiosos o voces representantes se centran solo en mostrar un continente moderno, dejando a un lado lo realmente importante, como es buscar las problemáticas sociales, culturales, políticas y educativas  y darles un debido proceso que busque solucionar de la mejor manera esta cantidad de baches contemporáneos que nos estanca evolutivamente.

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