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Crisis Democrática


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2013  •  1.985 Palabras (8 Páginas)  •  265 Visitas

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LAS CRISIS DEMOCRÁTICAS DE HONDURAS

INTRODUCCION

Para analizar la democracia en Honduras debemos partir de la siguiente pregunta: ¿hemos tenido alguna vez democracia después de la independencia de 1821? Lo primero que se impone es una respuesta aparentemente radical: La verdad es que nunca ha existido en toda la historia del país algún momento que respire aire de democracia. Por el contrario han prevalecido los regímenes autoritarios, patriarcales, militaristas, represivos, genocidas y otros gobiernos que han utilizado el ropaje de la democracia para enriquecerse a base de la corrupción y la generación de miseria de nuestros pueblos.

La democracia ha sido confundida con el hecho de tener elecciones presidenciales y con la delegación de gobiernos con la participación de un pueblo analfabeta, pobre, manipulado por campañas multimillonarias que se pagan con el dolor y sufrimiento de los pobres.

Si partimos de la idea de que democracia es el "dominio del pueblo sobre sí mismo" lo primero que consideramos es quién es el pueblo y quién domina en una sociedad como la nuestra. Por la ciencia social se conoce que quienes tienen el poder son determinados grupos sociales que controlan la economía, la educación, la cultura y la ideología y como país históricamente hemos estado sometidos al colonialismo y neocolonialismo que han creado condiciones para instaurar regímenes que no han respondido a un espíritu verdaderamente democrático.

INVESTIGACION

Algunos antecedentes

Concluido el conflicto político-militar en Centro América de los años 70 y 80, Honduras ingresó a una nueva fase signada por la implementación a fondo del modelo neoliberal. De tal manera, que Honduras en los años 90´s y dos mil atravesó por tres transiciones:

La primera. De una economía tradicional dominada por la producción para la exportación del banano y el café, a una economía más diversificada. El énfasis de la transformación descansó en rubros agrícolas no tradicionales siempre para la exportación (aceite de palma, melones, cítricos, legumbres y hortalizas y otros) y en la producción industrial de la maquila, cuyo rubro más significativo fueron los hilados y tejidos. La maquila se constituyó en la principal fuente de trabajo asalariado en el país, al generar más de 120,000 puestos de trabajo, mayoritariamente femenino. El sector de telecomunicaciones y el sector financiero, ambos bajo el control de capital transnacional, acompañaron esta transformación mediante el posicionamiento de novedosos productos como los teléfonos celulares y las tarjetas de crédito. El énfasis en la actividad exportadora significó en muchos casos el cierre de pequeñas y medianas empresas ante la expansión de las unidades mayores y de los abastecimientos importados. La reconversión inducida por el ajuste, destruyó mucho de la base industrial que había sido creada.

La segunda. De una sociedad signada por poderosas organizaciones campesinas y vigorosas organizaciones sindicales que incidían en la agenda nacional, a una sociedad socialmente más fragmentada y con mayores niveles de precarización del mundo del trabajo. Estos cambios se tradujeron en bajos niveles de sindicalización, proliferación de acuerdos individuales de trabajo en lugar de los contratos colectivos, reducción de las históricas conquistas laborales y otros. A esta precarización del mundo laboral también contribuyó el papel relevante de la economía informal en la generación de empleo (más del 58% de la Población Económicamente Activa se ubica en este sector).2 Asimismo, Honduras se transformó en una sociedad más urbanizada (50,5%),3 con mayores niveles de escolaridad pero paradójicamente con menores oportunidades de em pleo. Toda esta dinámica de cambio estuvo dominada por grandes contrastes territoriales-sociales entre regiones y municipios. La organización social de los sectores sociales subalternos se fragmentó, pero se extendió a nivel nacional, ya no en torno a centros fabriles y asentamientos campesinos, sino a comunidades y territorios.

La tercera. De una sociedad altamente militarizada a una democracia electoral hegemonizada por los dos centenarios partidos políticos tradicionales. El peso de ese bipartidismo consolidó una elite política y económica opuesta a construir un Estado de derecho y socialmente responsable, en otras palabras, un Estado con independencia partidaria de los poderes del Estado, con pesos y contrapesos, con mecanismos de transparencia y control ciudadano, con descentralización democrática y mayor participación ciudadana directa, con formulación y ejecución de políticas públicas para la inclusión social y la reducción de la pobreza. En su lugar, se establecieron “reglas del juego” que siempre beneficiaron a los pequeños pero poderosos grupos económicos-políticos, convirtiéndose el Estado en el principal instrumento para promover sus intereses.

Durante el periodo 1990-2008 la economía logró una tasa de crecimiento promedio anual del PIB del 4.08%. Sin embargo, este crecimiento no fue suficiente para impactar favorablemente sobre los elevados niveles de pobreza y exclusión social. Este extremo se confirma al constatar que el crecimiento del PIB per cápita promedio fue apenas del 1.80%, inferior al crecimiento de la población (2.4 %). Este crecimiento aparte de ser insuficiente, fue muy frágil, pues estuvo determinado por el alto aporte de las remesas externas al PIB (en el 2005 llegaron a representar el 25% del total). De esta manera, las transformaciones económicas, políticas y sociales de los años noventa y del dos mil consolidaron una sociedad marcada por la injusticia y la exclusión. Con pasajeras reducciones en algunos años, la población bajo la línea de la pobreza se mantuvo en el 60%. Más grave aun fue el incremento de la desigualdad de ingresos. Utilizando como unidad de medida el índice de Gini, Honduras pasó de tener un índice de 0.494 en 1991, a un índice de 0.561 en el 2007, uno de los más altos de América Latina.

La situación de Honduras, especialmente a partir del 2002, se tornó estructuralmente compleja. En tanto que el crecimiento económico insuficiente, el aumento de la pobreza y la desigualdad, se combinó con el incremento sostenido de la frustración ciudadana con la democracia electoral y los partidos políticos. Esto último registrado en los reportes anuales de Latinobarometro. Esto llevo a algunos analistas a calificar la situación hondureña como una pre-crisis, anunciando la inevitable ruptura del sistema político. La razón para que esta no se produjera se debía -según esos analistas- a la inexistencia

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