La invalidez de los zoológicos

La invalidez de los zoológicos

En el ámbito internacional ha surgido el debate sobre los derechos animales, el rol de conservación y el rol educativo que tienen los zoológicos y acuarios en las últimas tres décadas. Algunas personas afirman que los zoológicos son útiles en la conservación de animales en relación con las especies amenazadas o en peligro de extinción, pero también es crucial considerar el problema principal: la intervención humana en la vida salvaje (Jensen y Holmes, 2007). Sin embargo, los zoológicos no cumplen con los propósitos educativos y conservativos establecidos, son centros de reclusión inadecuados para animales salvajes.

Comúnmente, los esfuerzos educacionales en los zoológicos son mínimos, y están centrados en grupos de visitantes específicos como es el caso de los niños. Sin embargo, los resultados de los estudios sobre el nivel de educación otorgado, no son una demostración concreta de que se cumpla realmente con el objetivo educacional, ya que los datos existentes son insuficientes, y los métodos utilizados, además de variar entre los diversos estudios, no han sido aceptados en el área para la medición de consecuencias educativas por la falta de credibilidad e imparcialidad.

Los resultados podrían aplicarse ampliamente si se maximizaran los modelos conceptuales de cambio de conducta frente a exhibiciones o experiencias para el visitante común o divergente mediante mensajes educativos enfocados. Los zoológicos necesitan implementar pruebas lo suficientemente flexibles para demostrar que se aceptan también otros resultados que no los benefician, incluyendo aquellos que sean negativos. Esto permitirá una mirada más completa respecto a la visita y responderá a las críticas aplicadas al valor educativo de los zoológicos (Moss y Esson, 2013). Las actividades para las que se exhiba vida salvaje deben tener resultados verdaderos apoyados de la mejor manera posible. Estos resultados más confiables permitirán la cuantificación de su utilidad.

La mayoría de los mensajes educativos son pasivos: se basan en esperar que el visitante lea o vea la información por su cuenta; no tienen un impacto directo en los visitantes, y, por lo tanto, tampoco en la conservación de la especie. Como afirman Buckley et al. (2020), “Para ser más efectivos en cambiar los comportamientos de conservación de los visitantes, los zoológicos y acuarios deben implementar interpretaciones de exhibiciones que se basen en modelos conceptuales de cambio de comportamiento” (p. 21). Los beneficios educativos en los zoológicos serían mayores si se incorporasen actividades dirigidas a conductas definidas.

Existen, además, muchas libertades para mantener a los animales en condiciones inadecuadas, mientras que las preferencias de los visitantes tienen mucha influencia en qué recintos tienen un mejor mantenimiento o esteticismo. Clasificar la exhibición de animales como una forma de ecoturismo es incoherente con la contribución a la sostenibilidad. Se da lugar a condiciones precarias de vida que pueden variar, y a pesar de que existen reglamentaciones, la calidad del control depende de cada país o ciudad.

Según Buckley et al. (2020) las actitudes positivas de los visitantes frente a la conservación de las especies pueden perdurar desde ocho semanas hasta más de dos años después de la visita. Estas conductas son muy variables y están ligadas a los animales salvajes con los que se tiene contacto directo. Es decir, algunas especies no comprometen a los visitantes como lo harían otras más llamativas.

Frost (Ed.) (2011) plantea que los visitantes de los zoológicos ingresan con una idea de la vida salvaje estética y estereotipada. Estas ideas se traducen en preferencias en la observación e interés por cada animal. Esta idea que resalta a los animales grandes y carismáticos, no es correctamente aplicada a la tipología de las exhibiciones animales.

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