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Macroeconomia


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  1.284 Palabras (6 Páginas)  •  213 Visitas

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INTRODUCCION

Que estas historias sean para mis hijos!

Que las lean primeramente con su mente infantil. Que vuelvan a leerlas más tarde y que traten de comprender o sobrepasen entendiendo lo que yo escribí con toda sencillez en la mañana de mi vida.

No les cuento sino lo que me contó Pedro Culán, el viejo cazador de animales y visiones en nuestro mundo tropical, tan cruel, tan bello y tan complejo. Que se agraden que se acostumbren al estilo repetidor y sencillo de Pedro Culán, el cazador cakchiquel, que fué también de nuestros primeros y verdaderos padres. Que se acostumbren a conocer los nombres de las cosas y de los seres que los rodean y que han de rodearlos en ese mundo en que han de vivir, pensar y morir. Que lo desprecie aquel que desprecie a los indios y que no tarde en convivir con ellos, huyendo así de la Gran verdad.

Que sepan que el nombre de Tix significa pizote, así como el de tu, paloma. Que vean lo que no son capaces de ver aquellos ojos que se ciegan ante la amalgama misteriosa de la selva... Que sepan que la vida es una inmensa selva donde abundan Sochoj, la cascabel; Rchab-Quih, el coral, Cux la comadreja y también Ixoquej la venada y la paloma espumuy... Que no olviden nunca que un (anda solo), un Itzul, nace entre cada mil y es el que sabe alejarse para siempre del plano de la vida de los pizotes vulgares... Que no olviden que ni siquiera Lamyá, el manatí, pudo saber toda la verdad... Que traten de esquivar a Balam, el poderoso de las selvas... Que no olviden la estéril carrera de Quej, el Gran señor de los cuernos. Que se rían de las grandezas de Coy, el mico... Que no olviden que en la selva de la vida hay alguien que acecha en cada matorral... Que sepan que tan sólo en la soledad se oye el dulce canto de Chajalcigüan, el guardabarranco...

Que no olviden el vuelo indiferente de Gug, el quetzal, sobre las miserias donde la sombra de sus plumajes tornasoles se perfila, porque aquel que está en la luz nunca comprende a los que están en la sombra.

La selva vertió sobre mí el enorme coco de sus secretos... Muchos resbalaron y cayeron, pero muchos fueron tragados, absorbidos...

Los que así entraron en mi ser, pronto germinaron al pie de mi corazón y pronto lo cubrieron totalmente con un matapalo agobiante de deseos...

Luego nacieron los grandes bejucos que debían aprisionar mi alma a sus entrañas eternamente...

Porque así es la selva... ¡Aquel que de ella sale no puede nunca arrancarse los mozotes de su recuerdo!

Muy pronto se van cayendo las visiones de lo terrible que existe en ella; muy pronto fué olvidada la telaraña de zancudos!

Muy pronto fué olvidado el aguacero de sudor que el sol filtra por los árboles.

Muy pronto se olvidó la tarántula peluda que adorna los objetos como broche del infierno...

Ya no va quedando sino el recuerdo de su música que revienta por los cielos en la marimba de sus pájaros, en el repiqueteo dulce, monótono de sus chiquirines y sus chicharras...

Ya se olvido el vaho pestilente de los suampos, para recordar tan sólo el aroma de los lirios tristes que crecen en su orilla, o el de la flor del zuquinai, o el incienso incomparable de la tierra húmeda, llorosa y fecunda.

¡Ya se olvidó el roce del quemante chichicaste, pero aun persiste la dulce caricia de la orquídea blanca!

¡Ya se olvidó el obsesionante sobresalto del cuerpo de las víboras, pero aun persiste la visión del fuego del venado!

Ya se olvidó todo lo que es cruel, lo que es martirio aplastante...

¡Ya sólo queda la urgencia de volver a la selva!

PEDRO CULÁN

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